No pude creer a quien había visto ahí. Me sorprendí. Puesto que esa persona ni su acompañante tenían nada que ver con la empresa donde trabajaba papá o ¿sí?
Era Rizz junto con su padre. Este era el compromiso al que debía asistir. El mismo compromiso en el que me encontraba yo con mi padre.
El no me vio, para nada. Papá busco su mesa y nos sentamos junto con varios empresarios más y sus hijos, muy guapos por supuesto, elegantes y bien vestidos pero ninguno se comparaba con Rizz.
Se lo veía fenomenal. Llevaba un traje formal completamente negro que le favorecía bastante bien. No se fijó en mí porque no me había visto pero sabía que en cualquier momento nuestras miradas chocarían.
La mesa de él estaba justo atrás de la mesa de papá. No quise mirar hacia él, se me hacía extraño. Papá tampoco había visto o tal vez no reconoció al señor Portman.
El evento iba a empezar. Empezaron con algo de música en vivo y luego apareció el gerente de la empresa de papá. Al parecer iba a dar un discurso. Empezó a hablar pero al instante me sentí perdida, su discurso trataba de negocios y finanzas, algo que no me interesaba en lo absoluto. Papá escuchaba atento y los demás empleados también. En cambio los hijos de los empleados charlaban entre ellos, pues al parecer se conocían y yo no conocía a nadie, bueno solo a Rizz pero no me había visto.
Anunciaremos al nuevo contratado de este año. Dijo el gerente.
¡Boom! Volví a la realidad. Todos murmuraban.
¿Nuevo empleado?
Así es señores, el formará parte del equipo Price. Dijo. Papá se sorprendió aún más.
Todos se miraban entre ellos.
Anthony Portman, por favor acércate. Dijo. Papá se giró al sentir que el llamado se hacía a la mesa detrás de nosotros.
Anthony, felicidades. Dijo papá. Yo no me giré. No quería ver a Rizz.
Gracias, socio. Respondió el señor Portman.
Anthony subió al escenario. Le dieron la bienvenida a la empresa y listo, todos se levantaron de sus mesas. Lo formal había terminado ahora solo venía la parte de disfrutar el evento.
Cariño, vamos donde los Portman. Dijo papá. Nos acercamos a su mesa.
Papá saludó a Anthony con un gran abrazo y se pusieron a conversar. Rizz estaba de espalda y charlaba con un chico. Su padre le dijo algo al oído y el se giró bruscamente. Me miró y yo lo miré a él. Fijamente. Sus ojos verde pálido tenían un brillo especial. Volvió a girarse y le extendió la mano al chico y se fue, Rizz volvió a girarse. Se acercó a mí y tomó mi mano. Plantó un beso sobre ella y acarició mi mejilla.
Estás hermosa, nena. Estás hermosa Elizabeth. Dijo.
¿Elizabeth? No, él no podía saber mi segundo nombre. Seguramente Rose se lo había dicho.
Gracias, tu igual. Dije. Y no me digas "Elizabeth" por favor.
Papá nos dirigió una pequeña mirada pero volvió hacia Anthony.
Hablemos. Dijo mientras se hacía paso entre mas personas para ir hacia un lugar apartado.
Está bien. Dije siguiéndolo.
En el sitio habían varios pequeños salones para que la gente hable con más privacidad, alejados de la música y el barullo. Fuimos a uno de ellos y tuvimos la suerte de que estuviera totalmente vacío.
Nos sentamos en uno de los sillones. Hablamos durante un rato y de pronto la situación empezó a cambiar. Era una chispa entre ambos. Éramos amigos pero ninguno de los dos quería seguir esa amistad, ambos queríamos algo más.
Eres hermosa Lola, a cualquier hombre volverías loco con tu belleza. Eres perfecta. Dijo él. Solo me limité a sonreír. Él se empezó a acercar.
¡Uh-oh! ¿Qué está haciendo? ¡Nervios, nervios! ¡NERVIOS!
Eres perfecta. Volvió a decir.
Sólo sentí sus labios chocar contra los míos. Me quedé helada y sin hacer nada.
Reacciona, Lola. ¿Qué estás haciendo?
De pronto fue como que algo hizo click en mi mente. Se conectó todo. Luego pude seguirle el beso. Era un tierno beso. Pude sentir sus dulces labios sobre los míos. Era el beso que había estado esperando hace mucho tiempo. Era el beso que necesitaba para confirmar mis sentimientos. Creo que me gustaba y muy en serio.
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Mi Primera Vez
RomanceEsta soy yo, y esta mi pequeña historia. Soy Lola Price y tengo diecisiete años. Eso del amor no se me daba tan bien, nunca me gustó eso de andar sintiendo mariposas y esas cosas que me parecían ridículas. Hasta que llegó él, a todos nos pasa ¿no...