Capítulo 8

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Volví a mí. Nunca me había parecido tan guapo un chico. Qué vergüenza que haya visto que me perdí en alguna parte de su rostro. Sabía que lo había notado. Lo supe por la sonrisa que se dibujó en su cara.

Lo miré a los ojos, que incluso en la oscuridad pude distinguir el color. Verde pálido. Qué bonito color. Amaría vivir navegando por aquellos ojos que a cualquier persona llamarían su atención.

¡Hola! Dijo con un tono algo alegre.

¿Conmigo? Dije confundida. Por supuesto que era contigo Lola. A quién más estaría hablándole.

Sí, contigo.

¡Hola y adiós! Lo lamento tengo que entrar, mis padres me han llamado. Dije rápidamente. Fue lo primero que se me ocurrió. Qué idea tan tonta pero eso de hablar con chicos no se me daba muy bien. 

¿Ah si? Yo no he escuchado nada. Dijo poniéndole una sonrisa a su boca.

Adiós. Dije poniéndole fin a la conversación.

Cerré la ventana tan rápido que no le di tiempo a reaccionar. Qué extraña sensación. Esto iba mucho más allá de mí. Me senté en el suelo a tratar de calmar mi desbocado corazón. Jamás me había sentido de esa manera. Cómo alguien a quién nunca en tu vida le habías visto, es capaz de causar tales cosas en alguien. Cómo alguien que es un perfecto desconocido puede provocar estas emociones que para mí eran sólo palabras que había escuchado de Anastasia cuando se enamoraba.

Me levanté del suelo luego de unos minutos. Bajé al primer piso y los señores Portman ya no estaban.

Eran como las doce menos cuarto. En la sala solo estaba papá medio ebrio pero a mamá no la vi.

¿Mamá? Dije acercándome a la cocina.

Aquí, cariño. Dijo desde la cocina.

Mmmm, que rico aroma salía de ese lugar. Mamá nunca se cansaba de practicar sus recetas. No importaba la hora. Y lo mejor de todo es que papá la apoyaba en todo. Pero qué extraño que haya estado cocinando a tales horas. Aunque el aroma estaba para morirse.

Mamá, qué rico huele aquí.

Sí cariño, preparo tu postre preferido. Cheesecake de frutos rojos.

Ella sabía que esa era mi debilidad. Aunque con el nuevo vecino, tal vez iba a empezar una rivalidad entre el cheesecake y él. Sonreí ante esos pensamientos tontos que estaba provocando mi mente.

Mmm, delicioso mamá. Sabes cómo conquistar mi corazoncito.

Sí cariño, pero será para mañana. Necesita pasar unas cuantas (muchas) horas en el congelador.

Mamá, pero sólo será un pedacito. Dije casi que rogando.

No, Lola. Mañana podrás comer todo lo que desees.

Pero. Me interrumpió. Pero nada Lola mejor ve a dormir. Mañana tienes que ir al colegio.

Está bien,mamá. Hasta mañana. Dije y luego besé su mejilla.

Subí a mi habitación y me acosté en la cama, quería dormir pero no dejaba de pensar en Rizz Portman. Ese chico que tan solo unos minutos antes me había dicho "guapa", asomado por una ventana que jamás en la vida me había dado cuenta que existía. Ahora sí, mi ventana tenia un propósito. Ahora sí, me sentía feliz por tener la ventana en mi habitación.

Rizz Portman, no había visto un chico más guapo que él, o sólo era la sensación porque era nuevo en el barrio. Quién sabe.

No entendía muchas cosas, pero me gustaba.  Pero sabía cómo era mamá, jamás me dejará salir con él. Tal vez ser su amiga sí, como lo había dicho antes en la cena.

Lola, deja de pensar que él podría llegar a ser algo más que un amigo.

Me quedé dormida entre tanto pensamiento loco que se me ocurrió.

Sonó el despertador, oh Dios, no quiero ir al colegio.

Lola, despierta. Es hora. Gritó mamá desde abajo.

Ya voy mamá. Dije con un tono de voz que al final sólo me habré escuchado yo.

Salí de la cama, me bañe y me vestí. Quería abrir la ventana y comprobar si estaba ahí y verlo de nuevo pero me resistí y no lo hice. Tenía que pelear contra esos instintos. Mejor cogí mis cuadernos y mi mochila, bajé a desayunar y papá y mamá ya estaban sentados en la mesa.

Cariño llegarás tarde, desayuna por favor. Dijo mamá.

Tranquila mamá, aún es temprano.

Desayuné y me cepillé los dientes. Salí de mi casa y me quede un rato esperando a papá mientras sacaba el carro del garage para que me vaya a dejar.

¡Eh, Guapa! Dijo una voz que estaba segurísima que había escuchado antes. 

Me giré y lo vi, estaba lavando su auto, supongo, o tal vez el de su padre. Pero qué hacía lavando el auto en unos vaqueros tan apretados y sin camisa, por qué a esa hora de la mañana. POR QUÉ. Acaso no había otro horario y otra vestimenta. Este chico me iba a traer problemas. Estaba segura.

Mi Primera VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora