24. Aquí estoy

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El aroma a cítricos inundó sus fosas nasales, era bastante agradable y relajante. Comenzó abrir poco a poco sus ojos, para poder acostumbrarse a la luz que entraba por el ventanal. Cuando por fin se aclimato, se encontró con una vista simplemente maravillosa a su parecer.

Los cabellos rubios de la chica cubrían parte de su rostro, pero aun podía notar el gesto tan relajado de su cara. Sus labios rosados estaban entre abiertos, eran bastante tentadores. Comenzó a bajar la mirada, deteniéndose en la piel del pecho, tenía varios moretones y eran muy notorios por el tono claro de la piel. No puedo evitar sonreír, recordando lo que había pasado a altas horas de la noche.

La chica se removió, Frankenstein se divertía ante los gestos de la chica, que parecía no querer despertar. Estaba por darse la vuelta, pero el hombre que ya tenía su brazo izquierdo sobre el abdomen de la fémina, la tomo de la espalda baja y la cerco a ella, despertándola de golpe.

-¿A dónde crees que vas?-pregunto con una suave sonrisa.

-Estoy incomoda-la voz adormilada de Margot fue acompañada de un bostezo de su parte.

-Tranquila, yo te ayudo con eso.

No le dio tiempo de pensar, rápido, pero con cuidado le subió sobre él. La mujer no pesaba así que, estaba bien. Margot soltó una risita, y como oruga subió un poco para que su cara estuviera a la altura de la del rubio.

-Si es más cómodo-dijo susurrando en el oído del hombre.

Frankestein la abrazo, pero antes Margot llevo sus manos a la cara del rubio, tomando sus mejillas entre sus palmas.

-Eres muy lindo cuando despiertas-reconoció la chica acercándose para darle un beso de pico.

-Tú también-respondió Frankestein.

Margot no contesto, mejor se acomodó sobre el pecho del rubio, acariciando los hombros de este. Su mirada se detuvo en su brazo, tenía marcas moradas, frunció el ceño. Colocando sus rodillas sobre la cama se impulsó, quedando el abdomen bajo del rubio como asiento, Frank no tuvo más remedio que soltarla. Y se hubiera molestado, sino fuera porque tenía a su merced el cuerpo desnudo de la chica.

Margo se revisaba, no pensó que tuviera tantas marcas, por todos lados.

-¿Sucede algo?-pregunto Frankenstein al verla algo contrariada.

-Creo que te pasaste de chupetones-dijo la chica mirando los ojos azules del chico.

Una gran sonrisa maliciosa apareció en su rostro.

-Tienes los necesarios, así no hay duda alguna que eres mía.

Margot hizo un mohín, era increíble, ahora solo podría usar blusas de manga larga y pantalones. Pero si ella iba a sufrir eso, no quería ser la única.

-En ese caso-se inclino para poder llegar al cuello del chico.

-¿Qué vas hacer?

-Sólo mi parte.

Después de lamer el lugar, se dispuso hacer el chupetón, no tardo en hacerlo. Se alejo un poco para ver su obra maestra.

-Si sabes que después de eso, no puedo dejar ir tan tranquila ¿verdad?

Ambos se miraron, tanto la mirada azul como verde eran intensas y llenas de lujuria.

-No esperaba irme-contesto la chica.

***

Ana caminaba con tranquilidad entre los pasillos de la escuela, admirando cada espacio, sabía que Frankenstein lo había hecho exclusivamente para Cadi. Sin duda alguna era un buen compañero.

Concédeme esta pieza, una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora