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 Mientras despertaba con los híbridos a cada lado Devigi se sintió en calma, aún a pesar de lo bizarro que habían sido los días anteriores.

 A dos días de haber terminado con sus celos, Honey y Brigitte ya estaban listos para volver a su vida habitual, y Devigi estaba lista para evitar cualquier tipo de conversación que se centrara en lo sucedido esa semana. Después de todo, volverían a la normalidad.

 Debía conducir hacia el hospital donde Brigitte tomaba sus cursos de primeros auxilios, para luego dejar a Honey en el centro comercial, y entonces estaría en la soledad de su oficina hasta la hora en la que debía recoger a Honey para llevarlo a casa de Wren y Tabi.

Claro que la idea de que era un día corriente se esfumó apenas llegaron a su primera parada, pues Brigitte había roto el molde de su despedida común y, en vez de darle un rápido beso y tardar cinco minutos en intentar desordenar el cabello de Honey para molestarlo, se decidió por despedirse del felino de la misma forma en la que lo hacía con ella. Cuando la rubia se bajó del auto, Devi necesitó detenerse unos segundos para acostumbrarse a esa escena, estudiando minuciosamente la reacción del chico a su lado para encontrar algún rastro de que Brigitte hubiese mordido su mejilla o babeado su rostro, pero al contrario, lo único que encontró fue una sonrisa.

 La situación le resultó más que confusa, pues no era como si pudiera hacer un berrinche al respecto y detener cualquier muestra de afecto que no fuese dirigida a ella. Sabía que tendría que acostumbrarse tarde o temprano, y no iba a dejar que los híbridos tuviesen la idea de que prefería su compañía cuando se peleaban. Recordar todas las cosas a las que tendría que acostumbrarse hacía doler su cabeza, más aún cuando tenía tan poco tiempo para poner las cosas en orden. Mientras estacionaba su auto en el centro comercial, se reprochó no haber pensado en cómo sobrepasaría esa situación.

 Incluso Honey notó la tensión en las manos de Devigi mientras se alejaban del volante, y fue casi penoso verle esforzarse para abrir su puerta con sus manos temblorosas, pero ciertamente Honey no entendió las razones de esa actitud. Tenía ciertas teorías pero mientras más las pensaba, más culpable se sentía, y aunque conocía su propia actitud gracias a Brigitte criticando la manera en la que siempre encontraba algo para tomar la culpa, en esa situación ni siquiera la rubia podría convencerlo de lo contrario.

 De todas formas, no era como si Honey se atreviera a confrontar lo que creía haber hecho, y eso le hacía sentir mil veces peor. Las críticas de Brigitte volvían a hacerse presentes en su cabeza mientras se veía obligado a admitir que, en realidad, le gustaba decir que era el culpable pero no quería reconocer la culpa.

 Estaba acostumbrado a compartir un cómodo silencio cada vez que estaban solos, después de todo necesitaba ese momento de calma luego de haber oído los gritos de Brigitte toda la mañana, pero mientras bajaba del auto y caminaban por el largo estacionamiento para llegar al interior del centro comercial, sintió la tensión en el ambiente igual de dura que la tensión del agarre de Devigi en su hombro.

— ¿Te sientes bien?— cuestionó la mayor, deteniendo sus pasos para que el híbrido la enfrentara.— Has estado temblando toda la mañana...

 Esas palabras y el tono con el que hablaba le dieron a Honey la esperanza de que todo ese problema estaba dentro de su cabeza. Tal vez se lo había imaginado todo y no era Devigi quien actuaba de manera extraña, sino que se había convencido a sí mismo de que algo no se sentía bien y había formado toda una situación de nada.  Personalmente, prefería haber confundido las cosas.

— ¿Por qué no falto al trabajo hoy?— sugirió el felino, lanzando su cabeza hacia el pecho de la mayor y siendo recibido con los brazos abiertos.— Hace mucho que no pasamos el día juntos.

🍯HoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora