El primero en volver a la realidad al día siguiente había sido Honey, pero éste no hizo más que observar a su dueña dormir. Solo cuando la mujer comenzó a removerse, aún sin abrir los ojos, el de rulos decidió cerrar los suyos y abrirlos lentamente un par de segundos después, encontrándose con Devigi mirándole somnolienta.
— Tenemos un largo día por delante— su voz salió áspera mientras se sentaba y estiraba su espalda.— Nunca fuiste a comprar ropa, ¿cierto?
Honey se encargó de imitar las acciones de su la mujer, estirando y bostezando las veces que ella lo hiciera. Devigi no prestó atención a la acción, pero el híbrido se sintió orgulloso cuando pudo realizar todo a la perfección.
— Espérame en la cocina, voy a preparar un par de cosas antes de salir.
Mientras Honey se dirigía hacia donde le habían dicho, volvió a sentirse orgulloso de lo bien que lo estaba haciendo. Pensó que se estaba haciendo muy bueno en eso de cumplir con lo que pedía su nueva dueña.
Cuando llegó a la cocina, la confianza y orgullo en sí mismo se estrelló contra el suelo en poco tiempo.— ¡Devi, hice el desayuno!— el híbrido había estado parado en la entrada de la cocina un tiempo, observando a la rubia moverse de un lado a otro, y solo giró su cabeza cuando oyó esas palabras, encontrándose con la mayor.
— Britt...— la mujer sonrió mientras movía a Honey del medio tomándole de los hombros.— No tenías que hacerlo, todo está bien— aseguró, acercándose para plantar un beso en la mejilla de la canina.
El chico no evitó apretar los labios contra la acción, empezando a maquinar su cerebro en el afán de conseguir una idea para recibir eso también.
— Fue divertido— admitió la rubia, encogiendo sus hombros.— Ya serví tu plato, solo siéntate.
La mayor tomó asiento mientras un plato con varios panqueques era posicionado frente a ella, una taza de café al lado, junto a un tazón de frutas. Casi el mismo desayuno fue puesto por la rubia en el lugar a su lado.
Devigi sonrió mientras Brigitte continuaba trayendo dulces y jarabes a la mesa, hasta que se sentó y comenzó a comer lo que había preparado. Sus ojos se movieron hacia Honey mientras su sonrisa se borraba.
El híbrido se había quedado de pie a un lado de la puerta, sin saber qué hacer y sintiéndose desconfiado en su desempeño como mascota.— Britt, Honey...— la mujer no supo cómo continuar la oración, pero se sorprendió cuando la rubia se puso de pie.
La menor se había movido hasta encontrar un vaso limpio, para luego llenarlo de agua del grifo y colocarlo cuidadosamente en la mesa. Se volvió a sentar en su lugar y continuó comiendo, mientras apuntaba hacia el vaso con obviedad.
— Honey, toma asiento.
El híbrido se sintió un poco mejor cuando le dieron una tarea que cumplir en la que no podía fallar, pero una vez en la silla su propósito se acabo.
— Ahora somos tres, Brigitte— avisó la mujer, mientras se ponía de pie.— ¿Qué vas a desayunar, Honey?
El chico ya tenía decidido que cada vez que las mujeres hablaran sobre algo de lo que no entendía, sería porque no se estaban dirigiendo a él. Se había convencido de que estaba bien con eso y lo estaba implementando, pero Devigi había dicho su nombre. Y era una pregunta. Y necesitaba una respuesta. El silencio se prolongó durante unos segundos.
— ¿Bebes café? ¿Un té, un poco de leche, cereales?— sugirió la mayor, moviendo lo que nombraba a su vista para que pudiera entenderle.
— En la tienda no se come en la mañana— respondió, encogiéndose en su asiento.
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🍯Honey
Novela JuvenilDevigi solo necesitaba sentirse poderosa. Tener esa criatura le iría bien. Honey le haría sentir bien.