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 Mientras veía a Devigi salir por la puerta, Honey pensó que odiaría aquél lugar, que antes de que la aguja en el reloj pudiera dar una vuelta completa, ya se sentiría lo suficiente desganado para cancelar todas sus funciones. Y sin embargo, apenas Tabi colocó una hoja de papel y un lápiz en la mesa frente a la que estaba sentado, su propia curiosidad despertó todos sus sentidos.

  No tenía idea de cuánto había sido el tiempo que pasó copiando las formas que el de piel oscura dibujaba en su pizarra, pero fue el suficiente como para que, cuando llegó el momento del almuerzo, aún pudiese recordar las formas que representaban el sonido de la "a", "p" y "f". Tabi le había prometido que dentro de poco tiempo podría recordar todas las formas, y luego armar palabras con ellas.

 Honey parecía realmente entusiasmado con su aprendizaje, por lo que cuando se acabo su descanso y se vio obligado a tomar asiento frente a la pequeña pizarra de nuevo, se desilusionó al saber que su clase de "lenguaje", como le había llamado el mayor, ya había terminado. De todas formas, cuando lo siguiente que estuvo escrito frente a él fue la palabra "Matemáticas", su improvisado profesor volvió a recibir toda su atención. El felino consideró cómico que el otro híbrido arrancase por intentar enseñarle los números, ya sabía la cantidad de dedos que tenía, la cantidad de renglones en su hoja y la cantidad de personas en la casa.

— Cuando estaba en la tienda, solían colocar un número sobre cada celda, así nos identificaran los nuevos cuidadores— informó el pequeño, ante la sorpresa de Tabi por aquél conocimiento.—Yo era el número 126, supongo que ahora que solo está Brigitte me toca el número 2.

 Según Wren, era sorprendente la calma que Tabi había demostrado por ese comentario, pues el pelilargo sintió su corazón romperse en el segundo que la palabra "celda" había salido de los labios del pequeño cuerpo a su lado.

Luego de matemáticas y un leve receso impuesto por Wren, Tabi describió su siguiente actividad como "Economía Doméstica", en la que ayudó al mayor a hacer mediciones y mezclar ciertos ingredientes, para luego poner la preparación en el horno. Después de un rato le ofrecieron distintas cremas de colores y utensilios para decorar las recientemente hechas galletas, y hasta se atrevió a pedir a Tabi que escribiera el nombre de su ama en un papel para poder copiarlo en la pequeña galleta. Honey se sintió satisfecho, no solo con su impecable escritura de la palabra "Devigi", sino también del prolijo dibujo de una carita sonriente con cabellos rubios que había planeado para Brigitte.

 Cuando su trabajo estuvo finalizado, Honey dejó que Wren sacará las vendas de sus manos, limpiara sus heridas y colocase unas nuevas, sin embargo, mientras las vendas limpias estaban siendo enrolladas a su alrededor, la puerta de entrada había recibido unos leves golpes. Notó que la pareja frente a él discutía de quién era la responsabilidad de abrir la puerta, y luego de que Wren se excusase siguiendo con su trabajo de curar las manos de Honey, Tabi se dirigió arrastrando los pies hacia la entrada.

— ¡¿Quién es?!— el grito de Tabi se oyó claramente desde la sala en la que Honey estaba.

— ¡Devi!

 Los ojos del felino tomaron medidas desmesuradas mientras giraba su cabeza con rapidez hacia el sonido de la puerta abriéndose. Poco tiempo le tomó abandonar la posición que Wren le había pedido y correr hacia la entrada, saltando frente a Devigi hasta que pudo sentir su cabeza apoyada en el pecho ajeno mientras recibía caricias en el cabello, acompañado de unas suaves risas seguidas por su nombre.

— ¿Qué hicieron?— preguntó la mujer, adentrándose a la casa con el felino aferrada a ella.

— ¡¿Qué no hicimos?!— exclamó Tabi, dando unos golpes en la espalda de Honey mientras reía.— Nunca había tenido un alumno tan excepcional.

🍯HoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora