Honey había estado varias veces allí, no tenía ningún motivo para mostrarse tan cohibido, y aún así, solo podía quedarse sentado en el sofá, observando la pecera en la esquina de la habitación.
Ambos dueños de la casa estaban demasiado ocupados como para asegurarle que su presencia allí estaba bien, lo que provocaba que su nerviosismo le hiciera sentir que su corazón subía a su garganta cada vez que tragaba.
Wren servía pizza para la cena. Tabi acomodaba el sillón de la oficina de Wren para que sirviera como sala de invitados. Honey se sentía un invasor, no recordaba haberse sentido de esa manera cuando llegó por primera vez a la casa de Britt y Devi.Una punzada lo golpeó en el centro del pecho al pensar en la mayor. Sus ojos se dirigieron instintivamente al reloj de la pared frente a él, no porque supiese leer la hora, sino por la costumbre de ver a Devigi hacer eso cuando sentía que el tiempo estaba mal. Y vaya que el tiempo le parecía estar mal en ese instante.
Quiso estar terriblemente errado, prefería haber perdido tiempo en un aprendizaje erróneo, porque no había manera de que la aguja grande solo se hubiese corrido dos rayitas en el gran círculo. Se puso de pie por primera vez desde que entró a la casa, caminando a paso decidido hasta el reloj y dándole algunos golpes con las puntas de sus uñas. Pese a su deseo, la aguja no se arregló por arte de magia ni se puso a girar como loca, demostrando que, efectivamente, no había pasado tanto tiempo como Honey lo había imaginado.
Cuando Tabi regresó a la sala para acompañar al más pequeño, se encontró a sí mismo ahogando un sonido de tristeza al ver al felino con los ojos fijos en el reloj.
— ¿Tienes hambre?
Le fue imposible acallar su pena al recibir una negativa por parte del chico. Se decidió por poner su mano en el hombro contrario y conducirlo gentilmente hacia la cocina, sin evitar notar la mueca de disconformidad.
Pese a los intentos de los mayores por lograr que Honey hablase durante la cena, o siquiera le diese un bocado a su comida, no consiguieron nada hasta que le preguntaron si prefería ir a dormir temprano.Honey agradecía que Wren le hubiese acompañado hasta su nueva cama, le reconfortó su ayuda para entrar bajo la manta y que se quedara a su lado unos minutos mientras se ponía cómodo. Sin embargo, luego de las despedidas, la oscuridad que le siguió a la soledad hizo poco para calmar su nerviosismo.
Sintió sus uñas clavarse en la almohada, para suerte de las sábanas blancas bajo él. Quiso abrir los ojos, y su corazón pareció detenerse cuando se dió cuenta de que estos ya estaban abiertos y, aún así, todo lo que podía ver era oscuridad. No recordaba haber pasado una noche tan oscura en la tienda, tampoco recordaba haber sentido tan oscura la noche al estar acurrucado al lado de Devi y Britt.Ciertamente, Honey no recordaba haber pasado una noche así de mala, en toda su vida.
Cuando a la mañana siguiente Tabi intentó despertarle para que pudiese desayunar, lo último que esperaba encontrarse era al chico completamente despierto, sentado en el sillón y observando a la pared de enfrente, con la parte bajo sus ojos de un color púrpura.
— ¿Alguien tiene hambre?— el tono que Tabi pensó que saldría divertido, terminó sonando como una celebración de lastima.— Podemos preparar algo juntos, o podemos sentarnos en la mesa y esperar a que Wren nos cocine algo rico. Completamente tu decisión, pequeño.
— Hoy nos toca a aprender letras, ¿no?— Honey ni siquiera intentó fingir su interés, su ánimo simplemente no se sostenía lo suficiente como para hacer un esfuerzo por mantener su acto de buena conducta.
— Sí, sí, por supuesto, pero antes podemos... ¿relajarnos un poco? Ver televisión, cocinar algunos postres, comer un poco.
— Devi dice que dentro de poco compraría algunos libros para que pueda practicar mi lectura— se puso de pie, dispuesto a retomar sus estudios.
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🍯Honey
Genç KurguDevigi solo necesitaba sentirse poderosa. Tener esa criatura le iría bien. Honey le haría sentir bien.