Devigi había insistido varias veces para que Honey considerara volver a Ekor, pero la simple mención del lugar hacía que el felino se pusiera lo suficientemente nervioso para comenzar a temblar y ponerse a la defensiva. Y en cierta parte era un alivio, considerando que cuando había llamado al dueño para comunicarle sobre el problema que el híbrido tuvo este le había dicho que ni siquiera se molestara en volver. Por otra parte, eso significaba tener que modificar su rutina.
¿Cuánto tiempo le había llevado elegir el camino más rápido desde su trabajo, hasta el hospital de Brigitte y hasta el centro comercial para poder aprovechar al máximo sus descansos para almorzar? ¿Qué se supone que haría con Honey durante toda la mañana? ¿Acaso el movimiento correcto era volver a dejarlo con Tabi todo el día? Probablemente Wren no se enojaría tanto si dejaba a Honey en la puerta de su casa a las siete de la mañana con una nota diciendo que volvería luego de ocho horas, aunque conociendo a su amigo siempre existía la posibilidad de que lo dejara en el porche durante todo el día.
Aún así, comunicar a los híbridos acerca del cambio de planes solía ser la parte más difícil de cambiarlos, pues Brigitte fue rápida en burlarse de Honey apenas oyó que el felino no podría participar de sus usuales almuerzos. Y claro que Honey fue rápido en entrar en pánico por desconocer el plan del día siguiente, aunque lo había seguido por mucho tiempo antes de empezar a trabajar en Ekor
En el primer día de su nueva rutina casi le dio pena la manera en la que Honey se quedaba mirando la calle por la que usualmente doblaban para llegar al centro comercial, y verle hacer una mueca mientras más se alejaban de aquél destino casi la alentó a cambiar totalmente de rumbo y hacer lo que híbrido quisiera. Sin embargo, lo que quería era aún una incógnita para Devigi.
Había dejado en claro decenas de veces que no quería volver al centro comercial, y si tampoco quería ir a estudiar con Tabi, significaba que el híbrido aún no entendía que no podían quedarse encerrados en el apartamento todo el día.
Y si esa actitud por sí sola no era lo suficientemente preocupante, la conducta que había adoptado en los últimos días le recordaba a los primeros días de su llegada.
A estas alturas, Devi estaba acostumbrada a ser precavida respecto a ciertos aspectos en frente del felino. Ya era costumbre no gritarle al televisor cuando un personaje hacía algo estúpido, usar una alarma menos ruidosa en la mañana y evitar sonar la bocina del auto aún cuando algún torpe conductor no notaba la señal en verde. Con todas esas precauciones, había pasado mucho tiempo desde la última vez que Honey parecía tan asustado por lo que le rodeaba.
Con lo tembloroso que se encontraba el híbrido en su camino hacia la casa de Wren y Tabi, Devigi no podía evitar preguntarse si cuando lo dejara allí todo se sentiría como la primera vez, si pasaría el resto del día preocupándose por su decisión de dejar a Honey. Pero eso no era posible, ¿verdad?
Habían pasado meses desde que Honey estaba con ella, en poco tiempo se cumpliría un año, así que no había motivo para que tuviera que chequear triplemente que el felino se encontrara bien antes de bajar del auto. Claro que aún así no pudo evitarlo.
Mientras lo hacía, recordó las primeras veces que se había quedado inmersa en la figura de Honey y lo mucho que eso había alterado al híbrido, pero ahora este estaba tan acostumbrado a recibir un escaneo completo que ni siquiera se molestó cuando la mano de Devi pasó desde su cabello hasta su mejillas, su hombro, su cintura, y finalmente se posaba en su rodilla.
— ¿No te duele?— cuestionó Devigi luego de unos segundos, mirando fijamente las vendas que rodeaban sus dos brazos.
— Ya no— respondió el felino con simpleza, esperando la orden para bajar del auto.
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🍯Honey
Teen FictionDevigi solo necesitaba sentirse poderosa. Tener esa criatura le iría bien. Honey le haría sentir bien.