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En cada luz roja que le tocaba, cada vez que debía parar para algo, cada vez que su emoción le impedía seguir conduciendo, se giraba hacia el asiento del copiloto.
Miraba fascinada como, cada vez que posaba sus ojos en él, su cuerpo comenzaba a acurrucarse en si mismo, como si eso fuese un método de protección, o solo para cubrir su continua desnudez.

Este momento era uno de esos en los que había detenido el auto a un lado de la carretera, girando el cuerpo en noventa grados perfectos para poder mirarle mejor. Él, por supuesto, miraba hacia la ventanilla, como si el auto continuase moviéndose y pudiese seguir apreciando el nuevo paisaje.

Tu nombre es Honey, ¿no?

Devigi se sintió casi tonta por ser esas las primeras palabras que le dirigía a su híbrido, pero cuando logró captar su atención y logró que girara para mirarle, lo último que le pasó por la cabeza fue arrepentimiento. Pero no consiguió ninguna respuesta, solo un par de ojos que le miraban expectantes.

“Reconoce su propio nombre, al menos.”

— Asombroso, Honey, ¿puedes decir algo de ti?

El silencio siguió reinando, como si sus palabras no existieran.

— E-estoy cans-cansado— aquellos tartamudeos solo hacían que el corazón de Devigi se encogiera con adoración.

Y no pudo evitarlo, se acerco al híbrido y puso su mano en la mejilla de éste. Ignoró por completo las señales de incomodidad que daba y comenzó a trazar un recorrido, desde su mejilla pasó a su delicado cuello, a sus tensos hombros hasta llegar a su pecho, que se movía agitado mientras las manos ajenas lo recorrían.
Devigi no podía parar, o solo no lo quería, y su mano se deslizó hacia su abdomen. Quería comprobar que lo que había comprado estaba en buen estado, o al menos pretendía usar eso de excusa.

Sus dedos se movieron lentamente hacia abajo, gozando cada centímetro de piel que tocaba, pero había llegado al límite del híbrido. Lo notó cuando sus orejas se agitaron y se pusieron en una posición de alerta, haciendo que todo su cuerpo se moviera bruscamente y haciendo que la mano de Devigi se alejara lo más rápido que sus articulaciones le permitieron.

El arrepentimiento sí pasaba ahora por la mente de Devigi pues, si bien antes el chico se mostraba tímido y avergonzado, ahora su expresión estaba llena de miedo, mientras se pegaba a la puerta contraria del auto, intentado alejarse de la mujer. Ella pudo sentir una parte de su corazón romperse cuando vió lágrimas en los ojos de la criatura.

— Sigamos con el viaje...— su intento de suavizar la situación no sirvió de mucho, aún con el motor del auto encendido, el chico seguía en aquella incómoda posición.— Vas a lastimarte, acomódate bien en el asiento.

Pero la poca confianza se había acabado, él parecía ya no estar dispuesto a escucharla, ni siquiera a mirarla.

— Lo digo en serio, siéntate.

Pero nada parecía hacer que se calmara.

— Maldita sea— murmuró, dándole un golpe al manubrio por la desesperación de no saber qué hacer.

No le importaron todas sus señales de alerta, tampoco el sonido de disconformidad que salía de él, solo lo tomó por lo hombros e hizo fuerza hasta que estuvo sentado, para luego dejarlo quieto con el cinturón de seguridad.
Pero apenas dejó de moverse, las quejas audibles empezaron. Repetidos gimoteos de desesperación por verse atrapado se dejaron oír.

Devigi siguió maldiciendo mientras se estiraba hacia la carpeta que reposaba en la parte trasera del auto.

— ¡Música! ¡Música! ¡Te gusta la música!— leyó, señalando los papeles.— Tengo música en el auto.

Y presionó el botón de play en el estéreo y, maldita sea, deseó no haberlo hecho.
A veces olvidaba que su gusto en música podría ser no muy convencional. Lo primero que se dejó oír del aparato fue un gran grito, proveniente de la banda de Metal Deathcore que estaba escuchando antes de bajar del auto.

Vaya que aquel grito que simulaba un demonio había logrado calmar al híbrido, o más bien paralizarlo, pero eso no era lo que Devigi quería, no necesitaba asustarlo más.
Presionó fuertemente los botones de la radio, buscando algo suave, algo lento, algo que hiciera que el híbrido dejara de clavar sus uñas en el cuero de su asiento. Y lo encontró, por fín.

Solo tomó unos minutos antes de que el auto lograra quedarse en paz, permitiéndole a Devigi seguir con el viaje hacia casa.

I tried to be chill, but you're so hot that i melted— canturreó, en un tono no tan afinado, pero suave al fin, intentando y logrando que Honey dejara de pensar en ella como algo malo.

Devigi pensó que la mejor idea de todas no sería seguir molestando al híbrido, por lo que el resto del camino continuó en silencio y sin ninguna parada. Las únicas veces que se movía en el auto, era cuando quería cambiar la canción por una más calmada.

Pero cuando por fín entraron a la ciudad, Devigi decidió que el silencio ya había bastado.

— ¿Alguna vez has estado por esta zona?

Pero la pregunta pasó por el aire, como si no fuese dirigida a nadie.

— Nuestro departamento está en esta ciudad— informó la mujer, con intenciones de hacer que el híbrido volviera a decir algo.

— Tengo sueño...— sonó como un susurro, pero fue perfectamente escuchado.

Devigi se preguntó qué tan rápido podía hacer andar el auto, desesperada por hacer lo que el híbrido quería. Por suerte, en solo unas cuantas calles, ya se encontraban en la entrada del estacionamiento de su edificio.

Condujo su auto hacia su lugar designado y se apresuró a apagar y bajar, para luego darle la vuelta al auto y alentar al híbrido a que saliese también, desabrochando su cinturón de seguridad. Obviamente esa tarea no fue fácil, el medio felino repelía su ayuda y su cercanía.

— ¿No quieres descansar, acaso?

Y esas fueron las palabras mágicas para que el chico pusiera uno de sus pies fuera del vehículo. Devigi le dió su espacio mientras lo conducía hacia el ascensor, procurando hacer que se sintiera lo más cómodo posible, aún atrapado en aquella caja que se movía hacia arriba.

El ascensor se detuvo en el ante penúltimo piso, haciendo un sonido mientras las puertas se abrían
El chico no parecía tener problema en dirigirse automáticamente hacia la primera puerta abierta que encontrara, y llegaron a la puerta del apartamento correspondiente.

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¡Hola!

Un nuevo capítulo en el que intento relatar la dinámica de la relación entre Devigi y Honey. Aún así, éste es solo el inicio, por favor continúen leyendo y corrigiendo mi trabajo, pues hay mucho más por delante.
Gracias por detenerse, y espero ir disfruten su lectura.

Lucie.

🍯HoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora