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Devigi comprendió que aquél sería su estilo de vida durante las vacaciones. No el hacer el ridículo mientras estaba alcoholizada o el tener conversaciones incómodas que terminaban en peleas con sus acompañantes, sino el tener a sus híbridos entretenidos en algo que no fuera ella.

Todo el tiempo que malgastó considerando qué pasaría si decidiese alejarse un poco de los híbridos fue totalmente perdido, pues se había dado cuenta de que era mejor pensar en lo que ella haría. Tal vez todo el asunto de las vacaciones había sido una señal del universo para adelantarle en lo que su vida podría convertirse, o tal vez solo se dio cuenta luego de aquella conversación de que los híbridos realmente podían disfrutar sin ella.

 Brigitte y Lyle habían encontrado otro grupo de híbridos en la playa y se encontraban jugando un despiadado campeonato de vóleibol con ellos. Tabi se había encargado de colocar su sombrilla cerca de aquella escena para leer su libro y para que Honey pudiese alentar a sus amigos sin tener que acercarse a los desconocidos.
Por otra parte, Wren y Jamie dejaron su pequeño intercambio de ideas atrás para continuar con sus actividades juntos, llamando la atención de muchas chicas mientras competían por quien podía ir más rápido en las motos de agua que habían rentado.

 Al menos eso era lo que hacían mientras Devi regresaba por su cuenta al hotel, pues el que sus híbridos no pensaran en ella no cambió el hecho de que ella tuviese un pensamiento en la cabeza desde la primera vez que oyó su destino vacacional.

 Cuando llegó a su habitación vacía consideró seriamente volver y pasar el día observando a Honey reír cada vez que Britt perdía un punto, pero se conformó con dar un gran suspiro y cambiar su colorido vestido de playa por una vestimenta más usual, pues siempre había considerado que las personas le tomaban más en serio si usaba ropa de colores monótonos.

 Tardó menos de diez minutos en vestirse y preparar su bolso con lo que necesitaría, y en poco tiempo ya estaba sacando su auto de la cochera del hotel luego de mandar un mensaje a Wren para acallar las preguntas en caso de que regresaran y no la encontraran en su habitación.

Solo cuando estuvo en la autopista empezó a considerar que tendría un viaje largo y dolorosamente silencioso, pero prender la radio no ayudó a que su soledad se desvaneciera, pues lo primero que sonó fue la lista de canciones que Honey había guardado para el viaje. Estaba segura de que tantas guitarras acústicas le harían quedarse dormida frente al volante e hizo su mayor esfuerzo para tocar todos los botones que sus dedos encontraron sin quitar su vista del camino, pero terminó oyendo la lista de Brigitte con toda su música electrónica.

Se esforzó bastante en no rodar los ojos hasta que finalmente llegó a la casilla de peaje que la separaba la ciudad continua, y se encargó de poner su música mientras esperaba a que los autos de enfrente adelantaran. Al estar lo suficientemente cerca buscó su licencia y papeles para pasar, también se encargó de asegurarse de tener todas sus cosas en su bolso antes de girarse hacia la ventanilla.

 Apenas condujo lejos de la casilla, sus nervios comenzaron a resonar más fuerte de lo que lo habían hecho durante todo el camino. Había leído los papeles de Honey cientos de veces desde que los había tenido en sus manos y aún así sintió la necesidad de detener su auto a un lado de la calle para leerlos de nuevo.

 Intentó usar la excusa de que necesitaba la dirección para seguir avanzando, pero esta ya estaba guardada en el GPS de su celular desde hace varios días. Sabía perfectamente que estaba en la ciudad correcta, que tenía todos los papeles que podría necesitar y que su destino estaba a unos pocos minutos de donde había detenido su auto. Se sentía innecesariamente nerviosa y sabía muy bien que la peor idea de todas sería conducir en ese estado, por lo que decidió caminar aquél corto trecho que le restaba y aprovechar el tiempo que eso le brindaba para pensar en lo que diría.

🍯HoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora