Las continuas burlas de la rubia eran lo único que le molestaba más que tener que limpiar.
— ¡Gato malo! ¡Gato sucio!— Britt saltaba de un lado a otro, riendo a carcajadas mientras señalaba acusatoriamente al medio felino.
Devigi no sabía si el hecho de que Honey estuviera buscando rincones para esconder su rostro se debía a la vergüenza por las burlas de Brigitte, o era solo porque no quería ver a su dueña.
Cualquiera fuera la razón, la mujer pensaba únicamente que cuando se le vino a la mente la idea de conseguir un híbrido que nunca había sido poseído, en el plan no estaba incluido domesticarlo. Ciertamente, su sueño dorado no incluía limpiar orina de su propio suelo.
Ella no tenía idea de a lo que se enfrentaba como primera dueño de aquél híbrido. La vez que consiguió a Brigitte, ella ya había sido entrenada para hacer las cosas que un humano normal haría, pero Honey parecía aún no estar al corriente.
— Deberías lanzarle una cubeta de agua fría, para que aprenda— sugirió la rubia, haciendo que la mayor suspirara pesadamente por la insistencia de aquella en hacerle pasar un mal rato al chico.
— Nada de agua fría— negó Devigi, terminando con la limpieza y disponiéndose a calmar al híbrido.— Voy a llevarlo a que tome un baño de agua tibia, para lograr que deje de enterrar sus uñas en cualquier lado— la mujer había llegado a notar marcas de uñas en los antebrazos del híbrido. Se preguntó qué las había causado pero, viéndole en ese momento, quedaba claro.
— No se disculpó por su desastre— se quejó la menor, enojada por el favoritismo.
— Pero lo va a hacer— aseguró Devigi, poniendo suavemente una mano en el hombro del chico.— Honey, tú y yo aprenderemos un par de cosas, entre otras, modales.
Cuando su mano hizo una leve presión en el hombro del chico, éste se giró y se dejó caer de rodillas frente a la chica.
— Lo siento, lo siento, en serio lo lamento. No volverá a pasar nunca, lo juro.
Esa era la primera vez que el de rulos hablaba en un volumen lo suficientemente fuerte para ser escuchado sin ningún esfuerzo, sin contar que no había tartamudeado o hablado sin ganas.
— Te creo.
Devigi se aseguró de mantener su contacto al mínimo y que cada uno de estos fueran suaves, por lo que pasó cariñosamente su mano por el cabello del chico, desordenándolos un poco antes de tenderle la mano para conducirlo a un necesario baño.
Pero la rubia, viéndoles desde su sitio en el sofá, hervía de celos y rabia. Según sus pensamientos, lo único que Devigi buscaba era un reemplazo para ella, porque ya no la necesitaba, ya no la quería. Y se iba a deshacer de ella.
Brigitte se consideraba alguien sumamente inteligente, otras personas no la describirían así, pero ella lo creía con todo su corazón. Brigitte no iba a dejar que ese gato sin modales se quedara con su Devi.En la otra parte de la casa, Devigi intentaba razonar con el nuevo. Poco sabía ella que los híbridos de gato sentían la misma advercion al agua que los animales.
— Honey, haz lo que digo— rogó la mujer, incapaz de ponerle un dedo encima para arrastrarlo, pero considerándolo algo tentador.— Luego haremos lo que quieras.
— Yo no quiero nada— gruñó, pegando su cuerpo en la puerta cerrada del baño.
— Haremos lo que te guste— aseguró, dispuesta a comprar su obediencia.— Escuchar algo de música, comer atún, tomar una siesta.
— Detesto el atún— el híbrido arrugó la nariz.— El señor Pean siempre hacía que lo comiera, ¡yo lo odio!— confesó.
— Está bien, es perfecto— se apresuró a decir Devigi, sonriendo por conocer más acerca del chico.— Nada de atún, nada de pescado si no lo deseas.
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🍯Honey
Teen FictionDevigi solo necesitaba sentirse poderosa. Tener esa criatura le iría bien. Honey le haría sentir bien.