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¿Qué es lo peor que podría aparecer en aquél informe?

Honey solo podía esperar que, lo que fuera que su pasado dijera de él, no espantara a Devigi por completo. Porque la verdad era que Honey no tenía idea de lo que esos papeles podrían contener, y no se imaginaba lo que los empleados de la tienda podrían haber escrito, sin contar las medidas que siempre tomaban en los días de revisión médica.

— ¿Deberían preocuparme tus nervios?— la mujer hablaba en un tono juguetón, pero el rostro del híbrido solo se demostraba asustado.— ¿Hay algo ahí que no deba leer?— preguntó, esta vez siendo más seria.

— No estoy seguro— murmuró Honey, llevando las mantas que cubría solo sus piernas hasta su cuello.

— Recuerdo que aquél hombre me habló de tu mala actitud...— comentó, dejando la carpeta de lado para enfrentarse al pequeño.

— ¡¿Eso estará ahí?!

Honey sintió que su pecho dolía por unos segundos, preocupado por todas las cosas de las que su ama podría enterarse con solo pasar sus ojos por aquellas palabras.

— Se supone que es tu seguimiento... todo lo que hiciste antes y durante tu estadía en la tienda tendría que estar aquí.

Devigi parecía no tener en cuenta que cada una de sus palabras hacían que el pequeño se escondiera cada vez más bajo su manta.

— Estuve en la tienda durante mucho tiempo— dijo Honey, luego de un corto silencio por parte de ambos.— No tengo muchas memorias de antes de la tienda..., pero tengo muchas de cuando estaba en la tienda.

— ¿Hiciste cosas malas?— preguntó Devigi, insegura de la manera en la que debía seguir la conversación.

— ¿Podrías no leerlo?— los ojos del felino combinaron con su tono de súplica.

— Honey, tengo qué— respondió, con pesar, mientras extendía su mano para acariciar los rizos castaños.— Tal vez en medio de estos papeles haya un apartado sobre tus alergias, vacunas que necesitas, comidas que lastiman tu estómago, cosas que son necesarias para que pueda cuidar de ti.

Devigi mentiría si dijera que la curiosidad por la preocupación del híbrido no la carcomía por dentro, y esa podría haber sido su razón más grande para leer esos papeles, pero claro que todo lo demás era importante.

El rostro de Honey se convirtió en una mueca que reflejaba su desagrado e incomodidad.

— Te prometo que, sin importar lo que lea, no voy a dejarte.

La mano de la mujer se dirigieron a las mejillas del híbrido, acariciándolas mientras le veía relajarse con su tacto. Sin embargo, su mueca no parecía estar dispuesta a desaparecer.

El pensamiento solo pasó vagamente por la cabeza de Devigi cuando ya había decidido llevarlo a cabo. Llevar sus labios hacia los labios ajenos.

Apenas se separaron, el rostro del menor tomó un fuerte color rojo mientras Devigi solo le devolvía una sonrisa y, pese a que la mueca había desaparecido, sus labios se mantenían en una línea fina, no dispuesto a abandonar su malestar.

— Honey, cariño, abre un poco tu boca.

Era muy difícil que el felino decidiera no cumplir con lo que su ama pedía, él se había convencido a sí mismo de que sería bueno con ella para poder quedarse en aquél agradable lugar. En cierta medida, sabía que esa era la razón por la cuál no quería averiguar lo que su archivo decía.

Pero todas sus preocupaciones pasaron a un segundo lugar, ya nada parecía importar, él podía estar tranquilo y en paz luego de haber cumplido lo que le pedían.

🍯HoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora