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  Devigi creyó que el viaje durante el día y las emociones por la noche lograrían que los tres estuvieran lo suficientemente cansados como para no querer levantarse el día siguiente, sin embargo cuando abrió los ojos en la mañana se dio cuenta de que los híbridos ni siquiera se encontraban a sus lados.

Odiaba sentir aquella necesidad de saber que era lo que sus híbridos hacían a cada momento del día, pero no se tomó el tiempo de pensarlo cuando ya se encontraba caminando por el pasillo hasta donde se oían sus voces.

— ¿Por qué?— fue lo único que dijo Devigi al observar la escena mientras se apoyaba en el marco de la puerta.

— ¿Alguna vez intentaste cepillar los rizos de Honey?— devolvió la pregunta Brigitte, sosteniendo su rizador en el cabello del felino.

— No, realmente nunca lo había intentado porque probablemente acabaría por arruinar su forma— observó al nombrado, quien parecía no inmutarse por los largos mechones de cabello frente a su rostro.

— Podrías avisar la próxima vez que tengas una visión del futuro— bufó, dando un paso hacia atrás para cerciorarse de que estaba haciendo bien su trabajo.

— ¿Honey?— el chico levantó su pulgar como señal de que estaba bien, aún a pesar de la manera en la que Britt había amarrado su cabello desprolijamente con todas las ligas y trabas de pelo que pudo encontrar en su habitación.

 Devi consideró eso como una señal de que ella también debería ponerse en marcha, empezando con el desayuno de todos para luego escoger su atuendo para la aparente especial ocasión. Pensó que su vestido favorito serviría para que Brigitte no juzgara su elección, y con el resto del tiempo que tuvo solo se volvió a parar frente a la puerta de la rubia a trenzar su propio cabello, observándole hacer los últimos retoques al chico.

— Nos despertamos hace dos horas y aún no desayunamos— se quejó Honey al ser liberado de todas las ligas de cabello.

— Tenemos tiempo— aseguró Devi, tomando su asiento en la mesada de la cocina para poder desayunar juntos. Aquello le dejó la oportunidad perfecta para observar a sus híbridos de arriba a abajo, dándose cuenta de lo rojiza de la piel del brazo de Honey.

— Accidente doméstico, le pasa a todo el mundo...— informó Brigitte al notar la mirada de la mayor.— Le pusimos hielo, no se va a caer.

 La mayor les vio con el ceño fruncido mientras ambos le devolvían una mirada inocente, y prefiriendo no reprochar su descuido antes de salir de la casa, decidió dejarlo pasar y solo apurarles para salir. Claro que eso solo aumentó la emoción de ambos y provocó que dieran brincos en sus asientos mientras conducía hacia el centro comercial, para luego corretear por todo el lugar hasta encontrar la primera máquina de fotografías y encerrarse tras la cortina.

 A pesar de haber tomado horas para perfeccionar su vestimenta y peinados, se tomaron pocas fotos sonriendo o abrazándose entre sí, pues apenas Brigitte comenzó a hacer caras raras Honey comenzó a imitarlas. No fue ninguna sorpresa encontrar la mayoría de las fotos movidas, ya fuera por las risas o la manera en que ambos compitieron para estar más cerca de Devi.

— Tenemos una foto en la que los tres salimos decentes— celebró la mayor, levantando la tira ganadora.— Es más, creo que tendremos un nuevo cuadro al lado de la televisión.

— Celebración, helado— conectó Honey, volteando hacia la heladería casi instintivamente.

— Conseguiré un cuadro, ustedes vayan por helado.

 Ninguno necesitó más señal para alejarse de su dueña, corriendo nuevamente con las manos entrelazadas hasta estar en la fila del mostrador de helados.

🍯HoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora