8. Viaje largo

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Los días siguientes de la gala transcurrieron con una normalidad dolorosa, Blake ignoró mis llamadas y mensajes, no fue a verme a casa ni al trabajo y yo tampoco fui a verlo para conservar un poco de la dignidad que me queda después de ocho años, pero sinceramente eso dejó de interesarme hace muchísimo tiempo, prefiero ver a Blake sin dignidad que pasar un segundo más en esta tristeza que ha arrasado con todo mi mundo.

Solo hicieron falta unos días para que mi estabilidad se fuera al carajo, comencé a sentirme pesada, comer cualquier cosa parecía imposible, a veces sentía que mi corazón se detenía y lo único que me hacía sentir diferente era fumar, así que pasé los últimos días fumando más de lo normal, tanto que en lugar de sentir mi corazón detenerse comencé a sentir que mis pulmones dejaban de proporcionarme aire, pero lo dejé pasar. Cualquier sensación era mejor que dejar de sentir mi corazón.

Nunca fui buena para las separaciones, menos si se trata de Blake, y ahora me encuentro en una situación mucho peor. Después de no hacer absolutamente nada en el trabajo, estoy sentada frente a la ventana de mi oficina con la luna iluminando mi rostro, mis pulmones me ruegan que pare, pero mis manos dejaron de obedecerme hace una hora, el frío llega a mis brazos en un viento espantoso y parece que está a punto de llover, pero tampoco quiero cerrar la ventana, no creo tener suficiente fuerza para hacerlo, ni siquiera creo tener suficiente fuerza para continuar con vida.

Todo es una mierda y ni siquiera logro entender que fue lo que hice mal esta vez.

—Gwen —Becca golpea mi puerta.

—¡Un segundo!

La voz de Becca activa algo instintivo en mí, apago el cigarro en el cenicero lo más rápido que mis manos congeladas me permiten para echarlo en el último cajón de mi escritorio sin importar que siga sucio, también echo mis guantes amarillos de cocina y me levanto para abrirle la puerta.

—Hola —entra sin esperar a que yo la invite con una caja en los brazos—. Ese olor... —arruga la nariz y observa a su alrededor.

—Lo sé —imito su acción con la voz ronca.

Luce extrañamente feliz, lleva el cabello un poco despeinado y su ropa no está perfectamente acomodada como siempre, pero noto que intenta ocultármelo, quizá porque sabe que su decisión no es la mejor. Lo dejo pasar, con la esperanza de que me cuente después el encuentro que tuvo con algún chico que en definitiva no la merece.

—A ti también te llega el olor de la oficina de David Samuels.

—¿Qué?

—El raro de allá —señala detrás de ella, se refiere a la oficina que está detrás de las nuestras—, fuma como chimenea y su conducto de aire da directo a los nuestros.

—No me digas —sonrío incómoda.

—De todos modos... —continúa caminando hacia mí escritorio.

Se quien es David Samuels y no fuma, de hecho, también se ha quejado varias veces del aroma que llega a su oficina, pero es poco probable que él y Becca hablen algún día, así que decido que callarme es mi mejor opción.

—¿En qué te puedo ayudar?

—¿Sabes qué mi hermano está preparando un artículo sobre Abigail Hawckett? —pone la caja sobre mi escritorio.

—Blake me lo dijo.

—No me quiso decir mucho, pero Kelsey está bastante emocionada por el sujeto que acaban de contratar.

El hermano de Becca, Hank, es uno de los reporteros más importantes en la ciudad, dirige una revista exitosa y es una persona maravillosa, también es la única familia que le queda.

Jugando Sin ReglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora