Febrero de 2013
Las vacaciones de navidad se acabaron y el día de San Valentín se acerca a pasos tan agigantados que me pongo nerviosa cada segundo que las manecillas del reloj se mueven. Es verdad que llevo más un mes saliendo con Blake, pero hasta ahora parece más interesado en otras mujeres que en mí, así que me he estado quitando poco a poco las esperanzas de pasar San Valentín con pareja, a menos que otra persona esté interesada en mí, lo que es tan poco probable como poder tronar los dedos y hacer que este horrible día desaparezca.
De todos modos, la única persona que realmente me interesa es Blake y ahora esta con un grupo de amigas de Becca charlando y riendo.
—Gwen.
Y si mis ridículos problemas no eran suficientes, acaba de llegar alguien para terminar de arruinarme el día, la misma muerte en persona, solo que rubia y con un nada merecido sentido espectacular de la moda.
Incluso con el feo uniforme del colegio parece toda una reina, al más puro estilo de Blair Waldorf.
—Hola, Abigail.
Antes creía que la adolescente más fastidiosa que había conocido era Hayley, pero conforme Abigail fue creciendo descubrí que jamás iba a existir nadie tan irritante como ella, además Hayley es parte de mi grupo y a veces me agrada. Fue una suerte que no me asignaran al mismo grupo que Abigail, habría terminado asesinándola con mis propias manos y ni siquiera el mejor abogado del mundo (mi padre) iba a poder liberarme de prisión.
—Blake cree que debería invitarte a mi fiesta de San Valentín, pero quería verificar contigo primero.
La única cosa que no me desagrada completamente de Abigail es que ella no disimula, no oculta su odio hacia mí y nunca lo ha hecho, es abierta en cuanto a sus opiniones de la gente y hasta ahorita no la he visto siendo una arpía hipócrita, es simplemente una arpía malvada.
—¿Verificar si tenía tiempo?
—Verificar si no te molestaba —sonríe—, ya sabes, por Blake y la chica —señala a Becca y no me sorprende que no se haya aprendido su nombre.
No es que Abigail tenga mala memoria, es que en realidad no le interesa.
—¿Qué con Blake y Becca?
Se que son amigos, salen juntos y se llevan bastante bien, pero las últimas semanas, Becca ha mantenido su distancia, parece particularmente molesta porque no me haya mostrado indicios de querer algo más, después de todo, Becca es mi amiga, ella es muy empática y le molesta que alguien me haga sentir mal.
—¿No sabes? —actúa sorprendida—. Han estado viéndose en casa últimamente y supuse que ese sería el gran día.
Los miro conversando después de semanas creyendo que yo sería a quien le pidiera algo, se ríen y casi parece que es de mí, pero me niego rotundamente a creer en una palabra de Abigail, seguramente solo miente porque me detesta y detesta aún más la idea de que sea yo la novia de su hermano, aunque también dudo que le encante la idea de Becca como su cuñada.
—No me molesta —le devuelvo la sonrisa—, Blake y yo solo somos amigos.
—Perfecto —saca una invitación de su mochila que me entrega sin quitar su sonrisa de arpía mentirosa—, nos vemos el jueves
Al tomarla siento que estoy aceptando ir a mi propio entierro, pero sé que estaré bien una vez que mi enamoramiento pasajero se vaya, sé que podré aceptar la decisión de mi amiga con muchísima felicidad y olvidar a Blake tan rápido como me enamoré de él.
Cuando por fin llega el día, no podría sentirme más sola, me han abandonado desde muy temprano ya que, como todas las personas en el mundo, mi familia tiene planes. Mi padre y su esposa van a viajar todo el fin de semana para una segunda luna de miel, mi hermana mayor tiene una cita con un chico secreto, incluso mi hermana menor tiene una fiesta con sus amigas de diez años. Y no es que yo no tenga amigas, en realidad tengo amigas con novios, como Becca con su futura pareja, Hayley (medio amiga, medio enemiga amistosa) con su novio toxico y Ross con su novio perfecto que todas envidiamos.
—Gwendoline, ya me voy.
April, la encargada de la limpieza, se quedó conmigo a desayunar mientras lavábamos ropa, pero su turno terminó y tiene planes esperándola en casa.
—Diviértete.
—Y tú.
—No saldré —informo—, debo terminar de lavar mi ropa
—¿La que me pagan por lavar?
April lavó mi ropa hasta que cumplí diez años y decidí que no era una completa inútil como el resto de mi familia, entonces supe lo divertido que era. Comencé a cocinar por mí misma, lavar y hacer lo que mi familia considera difícil, excepto conducir porque, al parecer, mi padre, madrastra, hermana mayor y Ryan han fracasado rotundamente en enseñarme a hacerlo.
—Tengo más cosas que hacer —sonrío—, como tarea y eso.
—Adiós, nena —ríe antes de irse.
La puerta de entrada resuena cuando April la abre y cierra. Eso es porque el cuarto donde están las lavadoras es un sótano muy antiguo que estaba aquí antes de que mi padre construyera la casa y los sonidos fuertes, como puertas, caídas, golpes y a veces gritos, se escuchan aquí abajo.
—Hola —Blake me sonríe desde el umbral de la puerta.
—Hola —me levanto con rapidez haciendo que la ropa que tenía en mis piernas caiga al suelo.
—La señora Peters me dejo entrar.
—Oh.
Lleva un ramo de rosas en una mano y una bolsa de regalo en la otra, imagino que viene por un consejo sobre los gustos de Becca.
—Abby me dijo que irías a la fiesta —me observa de pies a cabeza.
—Si —sonrío—, pero tuve cosas que atender
Mi vestimenta de casa no es muy festiva, pero tampoco es tan horrible como para que me mire de esa manera.
—Luces muy linda —suspira y aparta la mirada.
Abro la boca para hablar, pero Blake me interrumpe, hablando más alto y rápido de lo normal.
—Son para ti —extiende el ramo y la bolsita—, y esto.
Su rostro esta enrojecido cuando tomo las cosas, parece a punto de explotar y no sé porque me parece tierno en extremo.
—Gracias.
Cuando abro la bolsita encuentro un ejemplar precioso de Alicia en el país de las maravillas, es azul de pasta dura y al abrirlo noto que es el que estuve buscando durante meses en cada librería de la ciudad.
—Becca dijo que te gustaría.
—Me encanta —no puedo ocultar la emoción—, no sé qué decir, muchas gracias —arrugo la frente—. ¿Becca dijo que me gustaría?
—La verdad es que... —suspira de nuevo— estuve toda la semana intentando averiguar qué regalarte.
Ahora todo cobra sentido, Blake no quería conquistar a Becca, quería conquistarme a mí y ella solo fue una excelente amiga ayudándolo a regalarme algo que llevo meses deseando tener. No veo la hora de abrazarla.
—Es asombroso, muchas gracias.
—Tu eres asombrosa —me sonríe—, lamento haber sido un cobarde antes.
—¿Qué? —me río al ver su rostro rojo, mucho más que antes.
—Es decir, eres asombrosa, Gwen y.... me gustas —se acerca a mi—, me gusta todo de ti, tu sonrisa, tus asombrosos ojos, tu cabello —se detiene un momento para tomar aire—. Eres luz, la única luz radiante que hace alegrar mis días.
Me quedo callada ante sus palabras, son tan hermosas e intensas que me hechizan el corazón y el alma, me quedo de hielo sin poder responder tal declaración.
—También me gustas —sonrío—, me gustas desde el jardín de niños.
No hubo propuesta ni preguntas, Blake y yo solamente fuimos juntos a la fiesta de San Valentín de su hermana y, al igual que todos, solo asumimos que nuestra relación había comenzado aquel día en aquel ruidoso sótano.
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Jugando Sin Reglas
RomanceCuando se sentía sola y triste él siempre estuvo ahí para abrazarla, cuando se raspaba la rodilla él tenía un curita con adornos navideños, no importaba que fuera mitad de abril o principios de agosto, siempre parecía navidad. Él había estado para e...