Demien toca mi mejilla con suavidad mientras me besa, me tiene pegada a la pared e intenta pegarme más a él apretándome por la cintura, es imposible, estamos tan juntos que en cualquier momento cualquiera de los dos querrá quitarle la ropa al otro, estoy segura de que seré yo.
—Gwen —intenta hablar contra mis labios.
—No te estas aprovechando —intuyo que me dirá.
—Lo sé —se ríe—, tú te estas aprovechando de mí.
Me separo de Demien y recargo la cabeza en la pared para poder observarlo, está agitado, tiene los labios hinchados, el cabello despeinado y una sonrisa en el rostro.
—Lo siento —suspiro—, olvidé que acabas de terminar una relación muy larga.
—¿Qué me estás haciendo? —me mira los labios.
Agarro su rostro con ambas manos.
—¿Llevándote al lado oscuro?
—Iba a ser una mejor persona, ¿sabes?
—¿Desde cuándo?
—Desde que cierta persona me dijo que era un terrible ser humano y por eso no podía ser mi amiga.
—Ya somos amigos, no importa lo malvado que seas.
Jalo sus mejillas y vuelvo a besarlo, esta vez con más deseo, más pasional, con una necesidad que no sabía que tenía. Él agarra mi pierna desnuda y la sube a la altura de su cadera, convirtiéndolo en algo más que un beso al meter la mano hasta mi muslo, de repente siento como pega sus caderas contra las mías y no puedo evitar moverlas también, como aquella noche en el hotel.
Demien suelta un jadeo contra mi boca y se separa de mí.
—¿Todavía sientes que me estoy aprovechando de ti? —le pregunto, divertida.
—No, siento que es incorrecto bobear en la casa de mi mejor amigo.
—Bueno, él ya bobeó mucho con mi mejor amiga.
—Entonces, ¿Quieres sexo de venganza?
—No —arrugo la frente—, si lo quisiera lo habría hecho cuando me llevaste a casa.
—Eso si hubiera sido aprovecharme de ti.
Su cercanía se siente bien, a pesar de mi creciente tristeza todo se siente bien en él, es como un antidepresivo.
—Deberíamos volver a la fiesta —le doy la razón.
—De acuerdo.
Demien se arregla el cabello y abre la puerta, pero retrocede casi de inmediato.
—¿Qué?
—Hay una chica.
—¿Quién? —me palpita el corazón.
—Quédate aquí.
Nuevamente sale y sé que la chica está demasiado cerca de la habitación porque puedo escucharlo todo.
—Oh por Dios, eres Demien Masterson —chilla como si estuviera frente a una verdadera celebridad.
—Mucho gusto...
Demien jala la puerta, lo que significa que está sosteniendo la manija.
—Paula.
Que bien, Demien se va a poner a ligar y voy a salir de este lugar hasta que se la lleve a otra habitación a tener sexo. Soy una imbécil.
—¿Ya nos conocíamos?
—No, vine con Shawn.
—No me digas —luce demasiado interesado—. ¿Qué edad tienes?
ESTÁS LEYENDO
Jugando Sin Reglas
RomanceCuando se sentía sola y triste él siempre estuvo ahí para abrazarla, cuando se raspaba la rodilla él tenía un curita con adornos navideños, no importaba que fuera mitad de abril o principios de agosto, siempre parecía navidad. Él había estado para e...