11. Nuestro secreto (parte 2)

27 2 0
                                    

Demien me aprieta por la cintura y me pega a él como lo hizo Blake hace una hora, pero esta vez estamos uno frente al otro sentados en una incómoda ventana haciendo algo que es casi tan malo como fumar en un motel de no fumadores.

Soy yo quien intensifica el beso y él cierra las piernas, dejándome sentada en su regazo con ambas piernas a lado de sus caderas. Todo ocurre tan rápido que apenas de da tiempo de analizar lo estúpida que es mi decisión. En un segundo ya se ha levantado y en otro ya estoy contra la pared quitándole la camisa de botones con movimientos de dedos que ni siquiera yo misma sabía que podía hacer. Cuando deja de besarme siento mis labios hinchados y quiero pedirle que continúe, pero pasa sus besos a mi cuello y siento que voy a explotar de excitación. Demien mete las manos a mi blusa y me la quita por encima de la cabeza con un movimiento demasiado simple, sé que es un experto, pero no me interesa en absoluto, solo deseo que continúe.

Tomo sus mejillas y vuelvo a pegar mis labios contra los suyos, esta vez con más ansiedad y deseo. Decidida a terminar lo que empecé, comienzo a desabrochar sus pantalones, no lleva cinturón, así que es mucho más sencillo que con Blake.

—Gwen —gime contra mi boca, provocándome.

Me aleja de la pared y me tumba sobre la cama sin separar nuestros labios, me toca las piernas, el abdomen, el rostro, el pecho, me toca y mi cuerpo hace erupción, mis caderas se levantan instintivamente encajando con el movimiento de las suyas, algo que Blake detesta y me detiene en cuanto comienzo. No sé porque continúo haciéndolo, pero Demien vuelve a gemir y no me detiene, solo se separa de mi para quitarse el pantalón y quitarme el mío, pero no continua de inmediato, se detiene un segundo que me parece eterno para observarme con la respiración entrecortada antes de continuar besando mi cuello.

Un gemido sale de mi boca al mismo tiempo que comienza a tocar mi muslo interior, ahora el beso significa mucho más, ya no hay marcha atrás en la terrible decisión que tomé, ambos estamos en ropa interior e intuyo que ninguno quiere parar.

—Un condón —murmuro débilmente—. ¿Tienes un condón?

Eso parece despertar algo diferente en Demien, se separa de mi cuello y me observa a los ojos con preocupación.

—Oh por Dios —se deja caer en la cama a mi lado y se cubre el rostro con las manos—. ¿Qué fue lo que hice?

Me quedo totalmente estupefacta, no sé si cubrirme, salir de aquí, consolar al chico o sentirme estúpida.

—Lo siento muchísimo —me mira—. Gwen, no sé qué...

Se está disculpando conmigo, realmente se siente culpable por algo que inicié yo, por algo que yo iba a utilizar a mi favor y en contra de mi novio, quizá también en su contra. Ahora me siento una mierda de persona, incluso más de lo que lo consideraba a él.

—No —lo detengo—, yo... yo te besé.

—Yo te... —me mira los senos y se gira de inmediato—. Lo siento muchísimo.

Sé que es un momento serio, que ambos nos sentimos terriblemente mal y que somos unas personas espantosas, pero no puedo dejar de mirar su abdomen. Eso me hace una persona aún peor que él.

—¿Qué estoy haciendo? —murmuro, dándome cuenta de mi error.

Quería hacer sufrir a Blake, quería que se enterara de lo que hice y que sufriera, pero no fue justo para él ni para Demien. Fui inmadura, malvada, egoísta y ahora nos metí en un problema espantoso.

—Blake no puede... —lo miro suplicante— Blake no puede enterarse, por favor.

Me ha engañado tantas veces que una infidelidad de mi parte no parece tan mala, pero esto es diferente, esto es cruel y maligno, Demien es uno de sus mejores amigos, casi su hermano, esto va más allá que una simple infidelidad.

Jugando Sin ReglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora