UNA MALDITA HISTORIA DE AMOR

CAPÍTULO .7.

El ambiente está en total silencio, ni una sola palabra brota de la boca de las personas que están sentadas a la mesa tomando su cena; la incomodidad que había ahí, se sentía incluso en los poros, Kirán frunció el ceño.

- ¿díganme qué fue lo que sucedió? - preguntó Kirán, después de observar a sus hijos en silencio por un momento. Además de encontrar a Saint vagar solo por el parque, era sospechoso.

- no ha pasado nada. - dijo Zee con seriedad.

- sí. - Saint confirmó con una sonrisa, con una ligera mentira.

- ¿y esta tensión que hay entre ustedes? - habló y esta vez con un tono más serio. Esto era abrumador para Kirán, su comportamiento lo preocupaba.

Saint observó a su padre, si no daba una explicación, él seguiría indagando, no los dejaría en paz, Kirán era así. Debía pensar rápido, Zee se veía nervioso e incómodo.

- el tonto de Zee no me quiere pasar los apuntes de las clases de hoy. - rápidamente Saint señaló a Zee diciendo esas palabras, fue lo primero que se le vino a la mente.

Zee, queda asombrado, de milagro no se ahoga con lo que está comiendo ¿qué diablos estaba diciendo Saint? después de lo que pasó hoy en la tarde, ¿habla así como si nada? Zee se sentía avergonzado por lo que dijo, aunque Saint no lo había escuchado hablar.

- ¿es solo eso? se lo puedes pedir a otro compañero. - aconsejó Kirán, ya restándole importancia.

- me iré primero. - Zee se levantó de la mesa para retirarse, sinceramente, no creía poder ver a Saint a los ojos sin desear más de esos labios.

- ¿me los pasarás? - preguntó Saint con ojos de cachorrito, asombrado aún más a Zee.

- no. - Zee negó rotundamente y se retiró sin más.

Kirán negó con la cabeza mientras sonreía, escuchando a Saint quejarse de su hermano.

...

- aahh, ¿puedo usar el mismo pretexto para ir a su habitación? - Saint se tumba boca abajo sobre su cama, ideando un plan prefecto para ir con Zee.

- nunca he usado un pretexto para ir a su habitación. - habló recordando que ni siquiera pedía permiso para entrar.

- iré ahora. - decidido se levanta sobre su cama y camina hacia la puerta, pero su vista se desvió hacia su escritorio... ahí estaban. Saint se acercó a su escritorio y tomó las libretas que contenían los apuntes, Zee los había dejado ahí antes de que Saint llegara.

- devuélvemelos en clase. - leyó la pequeña nota pegada a la libreta. - es lindo cuando es tímido. - sonrió viendo las libretas. Tomó asiento y se puso a la corriente.

A la mañana siguiente, Saint se levantó con los ánimos al tope, lleno de energía y alegría, hoy caminaría a la escuela junto a Zee y talvez tomados de la mano.

Saint se extrañó al no escuchar el típico grito de Zee, diciendo que se apresurara; Saint se dirigió a tomar el desayuno, quedó aún más extrañado al no ver a Zee en la mesa.

- ¿Zee no desayunará? - preguntó Saint, era raro que a Zee se le pegaran las sábanas, pero ese no era el caso.

- se ha ido temprano, dijo que había quedado con un amigo antes de clase. - explicó Kirán, poniendo la comida frente a Saint. - ¿no te avisó? - indagó.

- no. - Saint contestó con un suspiro, sin más se propuso a comer, para luego caminar solo hacia la escuela, sus ánimos cayeron por los suelos.

- quiero creer que solo eres tímido y no que me estas evitando. - un ligero dolor en el pecho molestaba a Saint y parece que ese dolor permanecería ahí por un tiempo.

- me voy. - la hora había llegado, una pequeña llama de esperanza de ver y hablar con Zee en la escuela aun vivía en Saint, por lo que se apresuró en caminar y llegar.

Al llegar en el salón, Zee no había llegado, por más que Saint esperaba paciente, el reloj avanzaba, junto, se iban apagando las esperanzas de Saint, quería llorar, aunque se sentía rabioso. El profesor entró, iniciando con la clase. - otra clase tediosa. - pensó Saint con desanimo.

La jornada escolar había acabado ya y ni las luces de Zee, no aparecer ni contestar las llamadas, tanto Saint como sus amigos estaban extrañados.

Saint regresó a casa arrastrando con él su tristeza y arrepentimiento, se lamentaba haber hablado y haber escuchado a Zee, porque sus palabras le habían dado esperanzas, pero al parecer falsas. Quería ir y emborracharse hasta caer rendido, tal y como lo hacían los personajes de las series de televisión, pero hasta de eso se lamentaba, no lo podía hacer por ser menor de edad. Suspiró frustrado.

Llegó a casa y lo primero que hizo fue buscar a Zee, pero tampoco estaba en casa. Cabizbajo, se sentó frente a la puerta, esperando a que Zee llegara, al igual que un cachorrito esperando ansioso por su amo.

El sonido de la puerta abriéndose alarmó a Saint, con ojos luminosos vio a Zee entrar y sin titubear corrió hasta Zee y abrazarlo. Sin sentirlo ya estaba llorando en el hombro de Zee.

- no vuelvas a desaparecer por favor. - dijo llorando, estar sin Zee era un verdadero tormento, tormento que terminaba con él.

- ¿estás bien? - Zee estaba sorprendido viendo a Saint llorar de esa manera, aunque por dentro sabía muy bien la razón.

- ¡¿cómo quieres que me sienta después de decir todas esas palabras para después ignorarme por completo?! - Saint estalló, debía hablar ahora o nunca lo haría.

- ¿me escuchaste? - el color subió hasta las mejillas de Zee, mostrando que sentía vergüenza.

Saint asiente, limpiando sus lágrimas, teniendo el corazón palpitando como el aleteo de las alas de un colibrí.

- yo... lo siento. No sabía cómo volver a decírtelo. - Zee vuelve a abrazar a Saint. - tú sabes mejor que nadie que soy tonto hablando... yo solo, solo no quiero hacerte daño. - se aferra más al cuerpo de Saint, sintiendo la calidez que emanaba.

- ¿crees que no me dañas evitándome? - reclamó Saint, correspondiendo al abrazo de Zee.

Zee se aparta del abrazo, tomando entre sus manos las suaves mejillas de Saint y con el dedo pulgar borró las lágrimas que por él caían.

- perdón. - no bastó más para calmar a Saint y llenarlo de felicidad; viendo como poco a poco se iba reduciendo la distancia entre ellos para sentir los labios de Zee rozar los suyos y sintiendo a la lengua invasora entrando en contacto con la suya, simplemente le alegraba.