CAPÍTULO .14.

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Ambos chicos acompañaron a Christ hasta dejarla en su casa, caminaron pretendiendo ignorar las palabras de Saint; al estar de vuelta en casa Zee abrazó con fuerza a Saint, pero Saint no quiso tocar el tema, enviándolo al olvido.

Como Christ ya había cumplido su parte del acuerdo, ahora quedaba la parte de Zee.

- ya he terminado. - de repente habló Christ tirando la hoja, soltando un largo suspiro.

- déjame ver. - Zee tomó el papel que Christ tanto odiaba. Christ, Zee y Saint se encontraban ahora en la biblioteca de la escuela, tratando de guiar a Christ, pero lo veían caso perdido.

- mi cerebro está entumecido, creo que ha muerto... ¡hola ¿estás ahí?! - dijo viendo hacia arriba mientras daba pequeños golpes a su cabeza.

- ¿tienes un cerebro? - Saint habló sin apartar la vista del libro.

- ¡oyee! - Christ chilló viendo a Saint reírse.

- pobre cerebro, su esfuerzo fue en vano, las tienes todas mal. - Zee se encontraba resaltando los errores que había cometido Christ en aquellos ejercicios. - los repetirás. - agregó.

- ¿qué? nooo. – Christ cayó muerta sobre la mesa, sentía cómo su alma se despedía de ella.

- presta atención, te lo explicaré de nuevo, solo ten en cuenta que es una función logarítmica y no exponen... -

- NO. - Christ alzó la mirada. - por hoy es suficiente, siento que voy a morir. - dijo con agotamiento.

- silencio. - dijo Zee, ya que Christ estaba siendo escandalosa dentro de la biblioteca, aunque no había nadie además de ellos. - llevamos apenas una hora. -

- sí, con eso no es suficiente. - agregó Saint.

- por favor, no le ayudes a torturarme. - Christ le susurró a Saint desde el otro lado de la mesa.

- las pruebas están cerca y no me siento cómodo al no hacer nada. - dice Zee, sacando una nueva hoja de trabajo de su carpeta. - vamos, mi reputación será manchada si repruebas. -

- bien, pero primero iré por algo de comer. - Christ se levantó de su asiento y sin decir más salió hecha polvo.

- no sé por qué ella no me entiende, ¿tú me entiendes? - Zee le pregunta a Saint con desesperación.

- pero con ella es diferente, qué más da si yo te entiendo, la cuestión es que ella lo haga. - Saint se levantó de su lugar.

- ¿a dónde vas? - pregunta Zee.

- iré por un libro. - Saint camina y Zee rápidamente lo sigue.

- creí que sería fácil. - Zee se balancea sobre Saint hasta abrazarlo.

- te ayudaría si también fuese un genio, pero no. - Saint buscaba con la mirada el libro que quería. - apártate, tomaré el libro. - dijo al encontrarlo.

- Saint, ayúdame. - Zee seguía abrazando a Saint, rogándole con una dulce voz.

- no puedo, también se me dificultan las matemáticas. - Saint habló tratando de apartar a Zee.

- claro que puedes, así. - dijo besando la parte trasera del cuello de Saint.

- Zee, alguien puede vernos. - Saint apartó a Zee.

- la biblioteca está vacía. - Zee se acercó a Saint con intenciones de besarlo.

- Zee, no. - Saint negó, pero Zee lo abrazó.

- solo lléname de energía. – Zee pidió con un puchero.

Saint rodó los ojos, viendo a su alrededor y al corroborar que no había nadie, se fue acercando a Zee lentamente, hasta chocar con los labios de Zee, dulces y apetecibles. Zee se aferró al abrazo, queriendo cada vez más de aquel beso.

UNA MALDITA HISTORIA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora