UNA MALDITA HISTORIA DE AMOR

CAPÍTULO .8.

- me tenías preocupado, no apareciste en la escuela y no respondías las llamadas... ¿dónde estabas? - el hecho de que no sabía de su paradero en ese instante, le seguía intrigando, además sentía curiosidad.

- estaba en la escuela... -

- yo estaba ahí, tu no. - alzó la mirada hacia Zee.

- estaba en el viejo salón del último piso. - habló despreocupado, puesto que le hizo bien estar solo.

Hablaban acurrucados en el sofá, abrazados, como si nunca lo hubiesen hecho antes, dándose mimos, acariciando la piel del cuerpo ajeno, sin malicia alguna... disfrutando del amor del otro.

Temprano por la mañana Zee salió de casa con la excusa de quedar con un amigo, pero en realidad no sabía qué hacer cuando tendría a Saint frente, caminando juntos hacia la escuela. Quería ordenar sus pensamientos para no actuar conforme al calor del momento y eso lo lograría estando solo, tener a Saint cerca dejaba su mente en blanco... lo embobaba.

Deambuló por las calles, esperando la hora para entrar a la escuela. Llegó la hora y al llegar frente a su salón de clases, no supo qué hacer al ver a Saint a través de la ventana, su cuerpo se paralizó y sintió su rostro arder, por lo que corrió y corrió, hasta llegar al viejo salón del tercer piso de esa escuela y se mantuvo ahí, pensando y ordenando sus pensamientos por horas y horas, sintiendo que perdía la razón. Al estar ya tranquilo y tener la mente clara, decidió ir a casa y él ahí estaba, esperándolo.

Zee abrazó a Saint en silencio, repartiendo besos sobre sus labios, mejillas hasta llegar a su cuello, para tranquilizar a Saint y que acabara el llanto, tenerlo entre sus brazos, lo hacía sentir completo.

Saint sentía su corazón estallar, estar de esa manera con Zee, era lo que le daba felicidad, Saint, aunque no quería, tuvo que apartarse de Zee, viéndolo a los ojos, frunció el ceño. Acción que desconcertó a Zee.

- ¿hice algo malo? - preguntó, llevando su mano al cabello de Saint para acomodarlo y de paso, acariciar su rostro.

- eres malo. - Saint hizo un puchero.

- ya eres demasiado grande para eso, ya no funciona conmigo. - Zee apartó la mirada de Saint, lo único que quería hacer al verlo así, era devorarlo, devorarlo completamente.

- eres malo, por tu culpa muero de hambre. - después del llanto, después de sentirse aliviado y que sus pesares se esfumaran, la felicidad había invitado al hambre, haciendo que su estómago rugiera.

- si yo no te alimento ¿te dejas morir? - Zee se levantó, dirigiéndose a la cocina.

- ¡por supuesto! tienes que cuidarme y alimentarme. - Saint hizo lo mismo que Zee, siguiéndolo.

Zee abrió el refrigerador, buscando la comida que su padre había preparado para ellos y se dirigió a la estufa para calentarlo. Zee hacía todo esto bajo la atenta mirada de Saint, quien se sentó para admirar aquel hombre dueño de su corazón.

Saint se acercó a Zee y lo abrazó por la espalda, besando el hombro de Zee, subiendo poco a poco hacia su cuello, besando y quizá lamiendo aquella piel que tanto codició.

- te amo. - susurró al llegar al oído de Zee.

Zee llevó su mano hacia arriba para enredarla entre el cabello de Saint, acercándolo, lo besó, chupando y mordisqueando con suavidad los labios de Saint, recibiendo gustoso la cálida y juguetona lengua. Ambos deleitándose.

Zee se aparta y mira esas largas y gruesas pestañas adornando los lindos y diminutos ojos de Saint, sonríe totalmente enamorado.

- gracia por existir. - Zee besa la frente de Saint mientras lo abraza con fuerza.

...

Después de clases, siempre regresaban a casa tomados de la mano, lo habían estado haciendo por semanas, pero ese día, Saint sintió algo especial, algo extraño.

- Zee. - llamó, viendo a su alrededor, todo transcurría con normalidad. Zee fijó la mirada en Saint, viendo en él preocupación.

- ¿olvidaste algo? - preguntó deteniendo su paso, estaban fuera de la escuela, ya que era hora de volver a casa.

- no. - susurró, aun con la vista a su alrededor. Zee tenía la mirada fija en él.

- es solo que... ¿no es raro que nos tomemos de la mano en público? - titubeó, pero lo dejó salir, al hablar miraba hacia su mano, que estaba entrelazada con la de Zee.

Zee sonrió con dulzura, aparentemente, ni siquiera lo inmutaron aquellas palabras.

- no es raro que te tome de la mano. - apretó el agarre en su mano y se acercó a Saint - no es raro que abrace o bese en público, es normal. - Zee abrazó con fuerza el cuerpo de Saint, ladeando la cabeza para alcanzar la mejilla de Saint y besarla. Saint, lejos de sentirse tímido, se sintió cómodo entre los brazos de Zee, desfrutando de su cálido beso, a pesar de estar en público.

- es completamente normal, no pienses demasiado. - Zee se apartó del abrazo para seguir caminando aferrado a la mano de Saint. Saint asintió con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡¡ZZeeeeee!!... ¡¡SSaaiinntt!! - se escuchó un grito desde atrás. Zee conocía esa voz, voz que le molestaba, no había más opción que detenerse. Zee rodó los ojos.

- Saint, vamos a los juegos o al karaoke, hace días que no nos divertimos. - habló Alin, sin perder tiempo, Alin se abrazó del brazo de Saint, a Zee le incomodó la acción de la niña, entendía que Saint era amable y no se sacaba a Alin de encima, pero Zee es lo contrario de Saint, por lo que demostraría su descontento.

- aléjate de Saint, él es mío. - dice alejando a Alin gentilmente y abraza a Saint desde atrás.

- eres muy celoso, al menos comparte. - Alin se cruza de brazos haciendo un puchero, pero no se daría por vencida, e intentó de nuevo acercarse a Saint, pero de inmediato era apartada por Zee.

- ¿Zee, nos acompañas? ellos también van. - Bow señaló a Ohm, que estaba con su grupito de amigos.

- ¿vamos? - Zee susurra al oído de Saint. Saint asiente contento. - entonces vamos. - habla Zee al obtener la afirmación de Saint. Empezaron a caminar, pero en ningún momento Zee se apartó del abrazo.

- ves, no es raro. - susurró mientras caminaban.

- déjame por lo menos el brazo o un dedito. - alegó Alin, viendo que era apartada por Zee.

- deja de ser posesivo con tu hermanito. - Ohm jaló de Zee, haciendo que se apartara de Saint. Ohm le giñó un ojo a Alin, llevándose a Zee. Saint sonrió a Alin cuando lo tomó del brazo.