CAPÍTULO .41.

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- ¿Saint... trató de... suicidare? - preguntó Bow

- fue hace años... fue cuando Zee se mudó, Saint paró en el hospital, fue un berrinche de niños. - habló Kiran con el ceño fruncido mientras volvía a sentarse. - él prometió no volver a hacerlo, por eso no me preocupo. - continuó.

- Saint trató de suicidarse por... mi culpa. - Bow susurró con la mirada perdida sobre el suelo.

- yo haré que Zee ceda... -

- ¡no! - Bow interrumpió a Kirán.

- yo... yo no quiero que Saint... yo no. - Bow habló con nerviosismo, estallando en llanto. - no estoy embarazada. - continuó.

- ¿qué? - dijeron al unisono los que la escucharon, perplejos por la confesión.

- Bow ¿qué has dicho? - preguntó Burat con ira en su mirada.

- yo... estaba harta de que Zee siempre me rechazara, de que nunca cediera ante mí, así que mentí, porque sabía que nunca escucharían lo que Zee dijera y solo me darían la razón a mi... - dijo Bow poniéndose de pie, acercándose a su padre, quien inmediatamente se puso de pie.

- pero yo no quiero que Saint... -

- ¡Burat! - Waan gritó cuando la mano de Burat cayó sobre el rostro de su hija, resonando en aquel lugar, el golpe hizo callar a Bow y no hizo más que llorar.

- ¿en qué cabeza cabe semejante estupidez? ¿sabes cuan decepcionado estoy de ti? creí en ti ciegamente. - Burat habló con enojo, ignorando el grito de su esposa.

- ¿sabes el dolor que has causado? no solo a tu madre y a mi, sino también a esos dos chicos, ¿por qué no puedes estar alejada del problema de los demás? - dijo furioso.

- daddy, yo no quise... -

- ¡silencio y ve a tu habitación, no quiero desfigurarte el rostro a golpes! - Burat ordenó, entre lágrimas Bow se retiró, seguida por su madre, quería pedir perdón, pero al parecer no era el momento.

- Burat, lo siento. - Kirán habló con las manos en la cabeza, incrédulo a todo lo que pasaba.

Burat tomó asiento al lado de su viejo amigo. - ahora todo es un desastre, tal vez después de esto no querrán verse, al final era lo que querías ¿por qué te disculpas? - continuó.

- entonces... ¿debería de agradecer? - Kirán levantó la mirada.

- me retiro. - después de un silencio, Kirán se despidió.

- Kirán. - Burat llamó. - sea cual sea la decisión que ellos tomen, acéptala, no interfieras en ella, me sorprende que después de años de no verse y con tremenda noticia, la elección de Zee fue la misma, además, tarde o temprano tendremos que dejar ir a nuestros hijos. - explicó.

- gracias por todo, pero ahora solo preocúpate por tu hija. - sin más, Kirán se retiró.

*

*

*

Al estar fuera de la casa vio a los lados, indeciso a cual camino tomar, miró a la derecha, miró a la izquierda y volvió a mirar a la derecha, con los ojos cerrados corrió por esa calle, se detuvo después de unos cuantos pasos, dio la vuelta, sintiéndose perdido, corrió al lado opuesto al que llevaba a casa, buscando desesperadamente con la mirada a Saint.

Con la respiración agitada, se detuvo, viendo al rededor, dobló una esquina su corazón se aceleró, palpitando como loco, cuando, de pronto, se detuvo, su respiración era cada vez mas pesada, miedo y alegría recorrieron por todo su ser. Escalofríos golpearon de pronto su espalda, penetrando sus huesos.

- tardaste tanto, pensé que no vendrías. - se escuchó la voz de Saint en la obscuridad.

-Saint.- Zee susurró, corriendo a abrazarlo. - Saint, ella miente, debes creerme. - Zee se precipitó a hablar.

- lo sé. - habló Saint con calma. - sé que no eres tan descarado como para ir detrás de mi con una chica embarazada, no es tu estilo. - Saint correspondió al abrazo, llenando sus pulmones del aroma de Zee, aroma que extrañaba a morir.

- pero al ver que tardabas, casi me echo a llorar ¿por qué tardaste? - preguntó dando un ligero golpe a la espalda de Zee.

- Saint, perdóname, perdóname. - dijo Zee aferrándose al cuerpo de Saint.

- ¿por qué pides perdón? ¿o es que acaso sí es hijo tuyo? - Saint apartó de inmediato a Zee, para verlo con el ceño fruncido, pero la obscuridad de la noche impidió ser visible.

- no claro que no, yo te amo y no sería capaz de herirte, pero... - Zee quedó en silencio, con la cabeza sobre el hombro de Saint.

- ¿pero? - Saint preguntó ladeando la cabeza.

- perdón, porque temí a que no creyeras en mí, temí a que dejaras de amarme... porque desconfíe de tu amor. - el temor de Zee disipó.

- te amo ¿cómo podría dejar de hacerlo? además ¿cómo voy a creer en alguien que se ha empeñado a separarnos? - Saint acarició el cabello de Zee, seguía siendo tan suave. - el sol cae, los años pasan y la flor más hermosa muere, pero mi amor por ti sigue estando vivo. - Saint dejó un ligero beso sobre el cabello de Zee.

- Saint... - susurró. - te extrañé. - después de un breve silencio, Zee volvió a hablar.

Saint posa sus manos sobre las mejillas de Zee y lo ve a los ojos, al ver aquel lindo destello en sus ojos, culpable de su palpitante corazón, esa sonrisa, asesina de su respiración, esos labios, dueños de sus más profundos deseos, Saint sonrió.

- yo quiero... -

Zee fue interrumpido por la llamada entrante al móvil de Saint, ambos hicieron contacto visual, sabiendo quién llamaba. 

- es papá. - dijo Saint viendo el móvil.

- ¿por qué no atendiste a mis llamadas? - Zee indagó por qué sus llamadas fueron ignoradas.

- ¿eras tu el molesto número desconocido? - Saint preguntó, por la mueca que Zee hizo, dio por hecho que era él.  -no contesto a menos que sea de mi agenda de contactos. - dijo Saint, deslizando su dedo sobre la pantalla del móvil, contestado aquella llamada. 

- pero... - la mano de Saint cayó sobre la boca de Zee, impidiendo que hablara.

¡regresa a casa en este preciso momento! - el grito de Kirán fue molesto ante los oídos de Saint.

- papá... -

¡no me hagas enfadar, más te vale que estés ahí en cuanto llegue! - fue lo último que Kirán dijo antes de finalizar con la llamada.

- él está enojado. - Saint sonrió, quitando su mano sobre la boca de Zee.

- Saint, huyamos, vamos a un lugar en donde nadie nos conoce y empezar de nuevo. - dijo Zee, tomando con fuerza las manos de Saint.

- eso ya lo he escuchado. - Saint sonrió. - a un lugar en donde pueda tocarte y hacerte mío cada noche. - recordó las palabras que alguna vez Zee dijo. - eso me gusta. - agregó, viendo a Zee sonreír.

- vamos con papá. - Saint dijo y la sonrisa de Zee desapareció.

- no tengas miedo, si estamos juntos, podremos con todo. - Saint alentó, con el cuerpo tiritando de miedo, jaló de Zee para ir a casa.

- espera. - Zee habló y acercó a Saint con un jalón, tomándolo entre sus brazos, lo besó, sintiendo volver a respirar, el tacto le hizo volver a la vida.

UNA MALDITA HISTORIA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora