CAPÍTULO .42.

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- soy un mal padre, sé que lo soy. - dijo metiendo su móvil al bolsillo.

- dime, querida ¿soy un mal padre? - preguntó viendo al cielo, implorando por ayuda. - me siento perdido, querida, guíame. - suspiró, con lágrimas recorriendo sus mejillas. Tomando aire, continuó con su camino, limpiando sus lágrimas.

Al llegar frente a su casa, vio las luces prendidas, señalando que Saint ya estaba en casa, a paso dudoso, se acercó hacia la puerta, puso su mano sobre la perilla, dándose cuenta que todo este tiempo, su cuerpo había estado temblando, agarró la perilla con fuerza y la giró, abriendo la puerta, sus ojos se ensancharon, impactado por lo que veía.

- perdónanos. - hablaron al unisono, estando de rodillas, con el rostro sobre el suelo. Kirán reaccionó, aunque no podía decir ni una palabra.

- papá, por favor... - Saint fue interrumpido por el golpe de la puerta al cerrarse.

- Saint ¿creerás en lo él que dice? - Kirán preguntó.

- sí, él dice que ella miente y yo le creo porque lo amo. - Saint habló con determinación, sin titubeo alguno.

- padre, perdóname, nunca quise desafiarte, traté de hacerlo hasta el final, pero ya no puedo... perdóname por amarlo. - dijo Zee sin levantar la vista del suelo. 

Aquellas palabras, la determinación de sus hijos, la confianza que tenían el uno del otro, hizo a Kirán ver que era inútil seguir luchando contra el amor que ellos se tenían, tal y como dijo Kinsai años atrás, ni él ni nadie pueden evitar que el destino siga su transcurso, lo mejor era aceptar, no tenía otra opción si quería permanecer junto a sus hijos, había sufrido con la pérdida de su amada esposa, también había sufrido al apartar a Zee y perderlos a los dos, sería algo que no podría aguantar.

Ambos levantaron la vista al escuchar un golpe y este era Kirán, quien cayó de rodillas al suelo, frente a ellos.

- no... no. - susurró Kirán entre lágrimas, abrazando de pronto a sus dos hijos.

- el que ha hecho mal soy yo, yo pido perdón por ser un mal padre, por no tomar en cuenta sus sentimientos, por herirlos. - dijo Kirán, abrazando con fuerza. - soy un idiota, si su madre estuviese aquí, estaría decepcionada de mí... perdón. - sollozó.

- ella admitió su error y dijo la verdad. - dijo Kirán, haciendo que ambos chicos sonrieran, suspirando aliviados.

- papá, ¿nos dejarás estar juntos? - preguntó Saint, temiendo no escuchar lo que quería ya que Kirán se apartó y se expresión cambió a una más seria.

- a mí también me dolió no estar con mis hijos en estos años, me duele no ver esas hermosas sonrisas cada día, pero... quiero que entiendan mi dolor, se los ruego, por favor no aquí, no en esta casa, cuando estén a mi lado no actúen como una pareja. - habló limpiando las lágrimas de Saint. Saint sonrió y se lanzó a los brazos de su padre, abrazando, dando gracias, al menos, ya no tenían a papá en contra, era un avance.

- Zee, ven aquí. - dijo Kirán, cuando Saint se apartó, viendo que Zee estaba dudoso en acercarse más a él.

- es a ti a quien más he dañado... perdóname. - dijo jalando de Zee para abrazarlo.

- deja de culparte, no te guardo rencor... hace mucho dejé de hacerlo. - dijo Zee correspondiendo al abrazo.

- soy tan feliz. - dijo Saint, uniéndose al abrazo, haciendo que Kirán cayera de espalda al suelo.

- mañana desayunemos fuera, hace mucho que no comemos juntos. - dijo Kirán sin soltar a ninguno de sus hijos. 

- creo que querrán mudarse lo antes posible, si quieren, podemos ir a escoger un apartamento después de comer. - aquellas palabras fueron medicina para las heridas, entrando en cada corazón para tranquilizar todos los temores, sintiendo, por fin, paz y felicidad.

UNA MALDITA HISTORIA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora