UNA MALDITA HISTORIA DE AMOR

CAPÍTULO .19.

- ufff... fue una mañana agotadora, no hay nada mejor que estar en casa. - Zee colgó sus llaves al entrar.

- más bien fue aburrida. - Saint se adentra hasta llegar al sofá, para hacer lo que siempre hacía al llegar a casa, tumbarse sobre el sofá.

Zee se acercó a Saint y acarició su cabello, bajando hasta la suave piel de su cuello, sintiendo la calidez de Saint quemándole la mano.

- iré a la cocina. - dijo apartando la mano sobre Saint y se marchó.

Horas y horas pasaron y Saint estaba desesperado, toda la tarde esperando a que Zee hablara, pero Zee seguía pensativo y preocupado, aunque no lo demostraba, Saint sabía muy bien que algo pasaba, ya que Zee había cancelado las clases de Christ programadas para esta tarde.

Saint, se cansó de mirar a Zee en silencio, decidió salir de la habitación para ir a la televisión y distraerse, salió sin decir nada. Contemplando el programa de televisión, no se percató que Zee lo había seguido.

- ¿no tienes que estudiar? - dijo Zee viendo a Saint con los brazos cruzados.

- lo haré por la noche, primero veré televisión. - dijo sin apartar la vista de la pantalla.

Zee esbozó una sonrisa, devorándose a Saint con la mirada, lentamente se fue acostando al lado de Saint, casi, casi sobre él, ya que el sofá era estrecho y con suavidad, besó su pecho.

- Zee, quiero ver el programa. - Saint se quejó.

- nadie te impide hacerlo, solo quiero abrazarte. - dijo colocando su oído sobre el pecho de Saint, oyendo como su corazón latía, latidos que lo hacían sentir vivo, que le daban razón a su existencia. 

Saint llevó sus manos sobre la espalda de Zee y acarició. - llevo todo el día esperando. - dijo, la curiosidad pudo más que su paciencia.

- ¿qué cosa? - Zee permanecía sobre el pecho de Saint.

- a que hables y me cuentes... te siento raro desde la mañana, exactamente desde que te dejé solo con Bow. - habló, esta vez acariciando el cabello de Zee.

- no es nada, solo me preguntó por Ohm. - dijo sin darle suma importancia.

- esos dos, últimamente han estado raros, pero no creo que esa sea la razón, dime. - Saint habló con un tono serio.

- es solo que... no sé qué hacer. - Zee abrazó con fuerza a Saint.

- ¿con qué? - Saint levantó la cabeza de Zee, haciendo que éste lo viera.

Zee permaneció en silencio, queriendo decir la verdad, pero la angustia era tanta que no quería que Saint sufriera con esa carga.

- con Christ, no pasó la prueba... me estoy dando por vencido. - una mentira y una verdad, dolor e impotencia en tan solo una frase.

- estas exagerando, un seis no es malo. - Saint trató de consolarlo.

- es muy malo... terrible. - susurró y volvió a acomodarse sobre el pecho de Saint.

- Saint. - Zee habló después de un largo silencio.

- mañana, en tu bolso lleva ropa, solo ropa. - Zee se levantó y besó los los labios de Saint, un beso efímero.

- ¿por qué? - preguntó confundido.

- faltemos a clases mañana... te llevaré a un lugar. - dijo con entusiasmo. - además, no sería la primera vez que nos saltamos las clases. - agregó.

- pero ¿qué le diremos a papá por el uniforme? - Saint preguntó, esperando por la respuesta.

- saldremos como cada mañana y nos cambiaremos afuera, total, papá ya no estará cuando volvamos. - dijo, queriendo escapar de los demonios que lo perseguían. - yo asumo la responsabilidad. - dijo al ver a Saint pensativo.

- un precio razonable... ¿a dónde iremos? - dijo, entusiasmado.

- es una sorpresa. - dijo Zee rozando la punta de su nariz contra la de Saint.

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a la mañana siguiente

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- ¿llevas todo? - preguntó Zee al ver a Saint salir de su habitación.

- creo que sí. - respondió.

- vamos. - sin más se dirigieron a despedirse de su padre, con el corazón retumbando, con el miedo de ser descubiertos, pero eso no pasó, salieron sin levantar ninguna sospecha y se dirigieron a un baño público para cambiarse de ropa.

Al ya estar preparados, se dirigieron a la central de autobuses. Zee buscó y preguntó por un bus en especial, mientras que Saint esperaba sentado; los nervios y la emoción hacían a Saint sentir una sensación de hambre, su interior se sentía raro.

- vamos, el bus está a punto de salir. - escuchó a Zee hablar agitado por estar corriendo, en seguida Zee tomó a Saint de la mano y su bolso, y se echaron a correr hacia el bus.

- ¿adónde vamos? -preguntó Saint al estar sentado dentro del bus.

- lo sabrás es una hora. - dijo Zee entrelazando sus manos. Saint no hizo más preguntas porque sería inútil, Zee no contestaría, suspiró al pensar que estaría sentado en ese bus con curiosidad por una hora. Sacó sus audífonos y se dispuso a escuchar música, posó su cabeza sobre el hombro de Zee y cerró los ojos, pero las abrió al sentir la mano de Zee, tomando uno de los audífonos, volvió a cerrar los ojos, esperando pacientemente llegar a su misterioso destino.

- llegamos. - dijo Zee cuando el bus se detuvo al cabo de una hora, hora que le pareció eterno a Saint. Ambos bajaron y caminaron tomados de la mano, Zee guiando a Saint.

- ¿a dónde vamos?- Saint preguntaba sin cesar. 

- ya veras. - decía Zee con una sonrisa en su rostro, pero se detuvo al escuchar el sonido de notificación del móvil de Saint, estaba seguro de que era el de Saint, ya que el suyo lo había apagado la noche anterior para no tener que lidiar con los odiosos mensajes de Bow.

- revisa quien es. - dijo Zee. Saint sacó su móvil de su bolso y lo hizo.

- es Ohm preguntando en donde estamos. - dijo al ver el mensaje. - ¿qué le digo? - preguntó.

- no le tenemos que dar explicaciones. - dijo tomando el móvil de Saint. - te estoy secuestrando en este momento. - dijo apagándolo.

- ¿no sería prudente decirle para que nos cubra? - dijo Saint.

- no lo creo, él solo quiere meterse en nuestros asuntos. - dijo y volvió a retomar su camino.

- ya dime a dónde vamos. - Saint volvió a insistir.

- ya te dije que estás siendo secuestrado. - Zee sonrió, apretando el agarre en su mano.

Saint comenzó a preocuparse, Zee parecía perdido, llevaban mucho tiempo buscando la dirección, por más que recorrían las calles de aquí para allá, no la encontraban, a Saint le empezaba a doler los pies.

-¡aquí está!- Zee gritó de alegría al encontrarla, grito que le pegó un susto a Saint.