፧ Capítulo 30.

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Ya es medio día en Ágrabah, el sol está en su máximo esplendor, lo que hace el clima algo agobiante para los guardias del palacio.

Jung Hoseok está sentado en su oficina, revisando algunos papeles sobre su escritorio de madera. La investigación de la cueva fue un éxito total, no fue para nada complicado tomar el lugar. Habían solo dos guardias vigilando la entrada, en su interior no había alguien más, lo que fue extraño. Sus guardias tomaron a los dos hombres vigilantes presos por traición, aunque habría que investigar un poco más sus versiones del tema. Kim Mingyu podría haberlos amenazado, o sobornado, todo es cuestión de tiempo para que la verdad salga. Mientras tanto, su tropa había quedado al interior de la cueva inspeccionando cada borde del lugar, Jung Hoseok les advirtió que no robaran nada, pues más tarde tendrían una recompensa, además revisarían su armadura por si hay alguna joya o moneda.

Ahora mismo Hoseok se encuentra haciendo un plano de la cueva. Es increíble todo el dinero que debe haber allí, ahora será mucho más rápido contar las monedas y joyas para hacer una lista de lo que hay. El sultán estará muy feliz de haberse encontrado esa cueva, tendrán un capital mucho mayor al que tienen actualmente y eso significa que pueden invertir en cosas o ideas para balancear la economía de su pueblo. Es una verdadera mina de oro, y ahora es propiedad del palacio gracias a un joven de cabellos castaños.

En una delgada hoja de papel, el peli rojo está escribiendo y dibujando el tipo de joyas que fueron acumuladas en tres cajas, de seguro aquellas fueron las que Jungkook juntó y clasificó. Habían algunas realmente extrañas, como una gran perla violeta, piedras brillantes, diamantes con formas extrañas e incluso algunas conchas de mar grandes de colores crema. Cada cosa al interior de la cueva es sumamente valiosa, se nota que tienen un costo muy alto. No quiere ni imaginar de dónde han robado todas aquellas riquezas.

Las monedas que hay allí, son incontables. Montones y montones de monedas de oro hay acumuladas en pequeñas montañas a lo largo de toda la cueva. Es increíble la gran cantidad, se necesitará mucho trabajo para ir contando una por una y llevar un registro de cuanto llevan. También, hay varias joyas, desde collares hasta aros y brazaletes. Incluso, habían algunos telares de seda alrededor de los montones de monedas. Aquellos cuarenta ladrones debieron haber pasado varios años robando para tener una cueva llena de tesoros.

Ahora mismo hay cinco guardias en el calabozo para cuestionar a los dos hombres que vigilaban el lugar. Ahora es cosa de Kim Namjoon decidir el destino que tendrá Mingyu, lo más probable es que lo destierren, pero, con alguna extremidad menos. Las leyes del pueblo ya de por sí son muy estrictas, pero en este caso, es algo grave haber guardado un secreto como aquel y apropiarse de un tesoro en el terreno del sultán. Más que una aberración, fue un insulto para todos los ministros del palacio y el mismo líder. La consecuencia que tendrá por sus actos no será leve.

Lo bueno, es que ahora está todo controlado. Comenzarán con la recolecta de tesoros, harán un registro y podrán salvar al pueblo de la pobreza. Al menos, ese es el plan. Jung Hoseok está demasiado feliz, nada puede bajar el ánimo que tiene.

O eso creía. Escuchó pasos apresurados fuera de su oficina, murmullos constantes y algunos gritos. Desconcertado, salió de la oficina y miró a ocho guardias frente suyo. Sus rostros pálidos y miradas aterradas no da una buena señal.

— ¿Qué ocurre? ¿Por qué están así?

— M-mi señor..—Ninguno de los guardias quiere hablar, se miran entre ellos acusándose en silencio y tratando de buscar las palabras correctas. Saben que habrá un castigo una vez que hayan hablado.

— Kim Mingyu..—Uno de ellos susurró, encogiéndose de hombros al notar la mirada de Hoseok sobre él.

— ¿Qué sucede con él?

Aladdín ୭̥ Taekook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora