Aladdín ୭̥ Taekook.

፧ Capítulo 32.

Las temperaturas bajas siguen vigentes al interior del palacio, pero las cuatro chimeneas del lugar y las ventanas cerradas están acumulando calor en su interior, sumando con eso todas las personas que hay.

La larga mesa cubierta por un mantel blanco con encaje está siendo preparada y decorada por los sirvientes del establecimiento. Están haciendo su mejor esfuerzo para hacer que todo se vea armonioso, desde la fina comida que se sirve hasta los detalles de los servicios y copas. Hace poco los príncipes y princesas cenaron en aquella mesa y ahora es el turno de los adultos. Todos se ven emocionados por esta cena, pues es el último día en el que se hospedan ya que mañana es el baile y se van a retirar a media noche del lugar luego de la actividad tan esperada.

Aún así, Kim Namjoon no está emocionado ni mucho menos feliz. Luego de tener esa pequeña reunión con el sultán de Libia, sabe que hay una gran tensión entre ellos. Por culpa del rechazo a sus comercializaciones puede haber una gran guerra. Además sus palabras eran claramente alguna clase de indicación o indirecta.

Su pueblo no está en condiciones para soportar otra gran guerra. Hace treinta y cinco años fue la última, el tiempo de recuperación fue corto. Lo bueno es que la guerra fue en el desierto, por lo que el pueblo no sufrió tantas consecuencias. Aún así hubieron algunos destrozos y mucha gente herida, los guardias arriesgaron su vida en esa batalla y tenían la ventaja de haber pasado un entrenamiento en el desierto. Es decir, para ellos fue más fácil correr por la arena y hacer algunos ejercicios sobre esa clase de terreno. Los enemigos no tenían mucha resistencia y el calor los agotaba, además el calor ese día fue muy fuerte.

El dinero que se gastó en preparación, alimento, objetos de enfermería y armas dejó una gran deuda que hasta el día de hoy sigue vigente. Recién están consiguiendo un capital para pagar la deuda pendiente, pero con las advertencias de ese sultán, le hace pensar que habrá otra guerra y eso es lo que menos necesitan en ese momento.

Dada la situación, solo le queda fingir una sonrisa en la cena de hoy e intentar mejorar todo el asunto. Decir que no está nervioso sería una total mentira. Podría arruinar todo con solo unas palabras.

— Buenas noches, gracias por estar presentes en otra agradable cena.— Kim Namjoon mostró sus lindos hoyuelos a los invitados. — Por favor, tomen asiento. —Todos los presentes comenzaron a sentarse. Algunas reinas están ausentes, pues quisieron acostarse temprano para mañana tener más energía. El anfitrión se dio cuenta que el sultán de Libia está sentado por la parte derecha de la mesa y alejado, así no podrá tener una conversación directa. Maldijo en voz baja y se sentó, colocando una servilleta de seda extendida sobre su regazo. Algunos presentes comenzaron a hablar entre ellos mientras servían el plato principal.

— Ha sido una gran experiencia venir hasta aquí, agradecemos su hospedaje. Será un honor estar presente en el baile de mañana. — Choi YeonJun, un rey joven recién coronado hace dos meses habló con un barítono bastante peculiar.

— Agradezco sus palabras. Los reinos aquí presentes son familia, cuando necesiten ayuda o cuando estén en una situación difícil pueden acudir a mi como apoyo. Siempre estaré a sus servicios y estoy seguro que será mutuo. —

— Así será, sultán. Su palacio es una verdadera belleza, tan etéreo. Usted sabe lo mucho que me encantan las decoraciones brillantes.— El faraón de Egipto, cautivando a más de una doncella presente. Su vestimenta característica de allí, su delineado negro haciendo de sus ojos más profundos y teniendo una corona de faraón en su cabeza y un cetro dorado junto a su asiento. Palabras viniendo de un hombre tan importante como él es gratificante de escuchar, Kim Namjoon está muy feliz de su presencia, pues no es muy fácil que aquel hombre se aleje de sus queridas pirámides. Ellos sin duda son una civilización llena de cultura y secretos, tan fascinante.