፧ Capítulo 25.

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Un pequeño niño de tan solo 5 años se encuentra mirando por la ventana de su hogar, sus ojitos cansados no dejaban de mirar un punto fijo.

Su madre aún no había vuelto. Ella le había dicho que iría a comprar algo rico para almorzar, y allí estaba él, esperándola hace más de dos días.

Tiene la esperanza de verla caminando por el sendero con una sonrisa y alimento entre sus manos.

"De seguro está buscando lo mejor" se repetía el menor, jugando con sus manitos en el ventanal. Había sido un muy buen niño últimamente y quizás su madre iba a traerle algo sumamente delicioso, por eso es que tarda tanto en regresar.

Dejó de mirar por la ventana y corrió hasta su padrastro, el cual no se encontraba en las mejores

— ¿Papi? ¿Se siente mejoi? —Aún no puede vocalizar bien, pero hace su mejor intento. Nunca ha ido a la escuela y su madre aún no le ha enseñado correctamente a hablar. Sabe que su padrastro está mareado y se preocupa por él.

— ¿Qué te he dicho de llamarme así? No soy tu padre. —Se quejó el hombre, golpeando la mesa con uno de sus puños. Algunos jarrones sin alcohol dieron contra el suelo, un estruendo se escuchó. Varios pedazos se esparcieron por el suelo y el mayor no pudo hacer más que echar su cabeza hacia atrás, el alcohol está comenzando a afectar sus sentidos.— Recoge eso, rápido.

El castañito se agachó tembloroso y comenzó a recoger los pedazos con cuidado, dejándolos sobre la mesa segundos después. Sus manitos terminaron sin cortes.

— Uhjm, teno hambre. —Dijo en un susurro, temiendo acercarse al hombre. Últimamente está más agresivo debido a la falta de su madre, nunca antes lo había visto así. Su padrastro tiene dinero, claro que sí, pero su madre insistió en ayudarlo con los gastos del hogar y por eso es que salió a robar algo de alimento, sin decirle a su actual pareja. Ella siempre ha sido tan amable, a pesar de no tener dinero ayuda a los demás. — ¿Puede pepadá comida dica? —Pidió con la cabecita gacha, manteniendo cierta distancia con él. Soportó mucho tiempo sin comer y su pancita comenzaba a doler, lo menos que quiere es ser una molestia para el hombre, es por eso que aguantó.

— No haré ni una maldita cosa para comer.—Respondió, intentando levantarse, pero sus piernas fallaron. Su mente daba vueltas, no se siente para nada bien. Miró al menor de edad y palmeo suavemente uno de sus muslos, indicando su regazo.— Ah..esta bien. Ven, mi niño.

Se sentó sobre su regazo con dificultad, siendo sostenido por el mayor, quien acariciaba sus caderas con pereza. Se supone que ha sido un niño bueno, entonces, ¿por qué el mayor lo trata tan mal? El hombre lo miró con atención, sintiendo pequeñas lágrimas acumularse bajo sus ojos. Aquel pequeño no merecía un mal trato, no merecía que su madre lo haya abandonado. Está seguro de que la mujer los abandonó, ¿qué más podría ser?

— Tienes..los ojos de tu madre. —El mayor acarició suavemente sus cabellos, aguantando las ganas de gritar de rabia. La vida es tan injusta.— Eres un niño tan amable, Jungkook, igual a tu madre en todos los sentidos. Hubiéramos sido una familia perfecta. —Abrazó al pequeño cuerpecito sobre su regazo, soltando pequeñas lágrimas. Era normal ver a un borracho con un comportamiento distinto, triste o enojado.

— M-me asuta..—Intentó alejarse, sintiendo su cuerpecito doler por la fuerza ejercida en el abrazo. El hombre al verse afectado bajo los síntomas del alcohol y el sentimiento de pérdida, comenzó a tocar todo el cuerpo del pequeño en una forma de quitarse el estrés, en su mayoría apretando sus muslos con fuerza.— Lele, pade po favoi.—Pidió el menor entre quejidos, queriendo volver al sitio de la ventana.

Aladdín ୭̥ Taekook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora