Quattordici-

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—Psst, Derek

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—Psst, Derek...

El lobo gruñó.

—Deereek.

Alzó la mano y la zarandeó, golpeando en el proceso el rostro de la persona que lo estaba llamando.

—Ugh, estúpido perro pulgoso. ¡Despierta!

—Cállate, Stiles.

Una risa juguetona invadió el silencioso ambiente.

Esperen.

¿Stiles?

El moreno abrió los ojos de golpe y se sentó rápidamente. Miró a su al rededor con desespero.

—¡Stiles!— Llamó, pero nadie respondió.

¿Acaso había sido un sueño? 

—¿Un buen sueño?— Esa voz la conocía.

Volteó la cabeza bruscamente, tan solo para mirar al dueño de aquel sueño tan cálido que había tenido. De cuerpo delgado, cabellos castaños y un poco largos que parecían estar despeinados hacia todos lados, y un par de ojos color whiskey que brillaban burlonamente.

Era Stiles.

—Stiles.— Afirmó, casi convencido. Se levantó del suelo, con la intención de acercarse a él.

Stiles rió descaradamente. Sostuvo su estómago con ambas manos por un rato, hasta que su risa cesó; limpió una pequeña lágrima de su ojo izquierdo y sonrió con aquella tan conocida burla y malicia. Derek estaba confundido.

Hasta que lo recordó todo.

El como había recibido una llamada alarmante de Scott.

El como había llegado a Beacon Hills con Braeden en busca del castaño, quien, nuevamente, había sido poseído por el nogitsune.

El como había entrado a su loft, había amenazado a lo que parecía ser Stiles y como este, en un abrir y cerrar de ojos, lo había encadenado a una silla, para luego recordarle todos sus temores, echándole la culpa de cada uno de ellos. Un suspiro abandonó los labios del lobo, que fue tan brusco, que parecía ser producto de un golpe en el estómago, pero fue nada más por la sorpresa. La sorpresa, la angustia, la molestia, la tristeza y el enojo. 

—Veo que ya te diste cuenta, ¿no es así, sourwolf?— Escupió la última palabra con cinismo, y casi con desprecio. La burla impregnada en cada una de sus letras y el asco escondido tras ellas, pero mostrándose tan visible.

Derek solo lo miró.

—Vaaale, no pienso dejarte morir. Al menos no por el momento, no cuando todavía tienes que darme una respuesta a la propuesta que te he hecho, ¿lo recuerdas?— Dejó un plato de lo que parecía ser carne y otra cosa más que no sabía que era, cerca de él. 

Miró al plato y luego a el. Sacó sus garras, y cuando estaba listo para lanzar un zarpazo, la voz de aquel horroroso ser lo detuvo.

 —Ni siquiera lo intentes.— El aburrimiento era claro en su voz.— Tu amiga, la mercenaria, trató de atacarme también... no terminó muy bien que digamos.

Los ojos del lobo brillaron en un intenso azul.

—¿Qué le hiciste a Braeden?— Casi gruñó cada palabra.

—Digamos que... recibió un poco de su propia medicina.— Rió.— Me disparó, yo hice lo mismo que ella, fin.

Derek rugió y se abalanzó sobre el. El nogitsune se apartó con gracia y rapidez, el ojiverde cayó en el suelo.

Tras un fuerte gruñido, volvió a levantarse y arremetió nuevamente contra la cosa. El ente, de nuevo, se corrió hacia un lado y evitó el ataque del lobo.

Derek fue a parar otra vez al suelo, y cuando intentó levantarse no pudo. El nogitsune había posado su pie en la cabeza del hombre, ejerciendo bastante fuerza.

—Bien, basta de juegos. Recuerda que tengo a tu novia y también, al odioso castaño a mi merced, puedo hacerles lo que quiera, cuando yo quiera. Así que vas a cooperar y comerás lo que te traje, luego me darás una respuesta, y como sea no, saludarás a tu familia más temprano de lo que esperabas. 








©Ade


Void, void, void |Sterek| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora