Uno-

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A veces dañamos sin darnos cuenta

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A veces dañamos sin darnos cuenta.

Realmente no es nuestra intención hacerlo, simplemente pasa y ya. Es como un acto de reflejo, involuntario, una cosa que haces sin prestarle atención en realidad. No nos damos cuenta de que a veces las palabras que soltamos pueden dañar, de que nuestras acciones pueden ser crueles y tóxicas. 

—¡Solo... no te quiero cerca, Stiles! ¿no puedes entender eso?, ¡Mataste a Allison!, ella era... el amor de mi vida, era mi ancla y tú... ¡tú simplemente acabaste con su vida!

Nuestras palabras transforman a las personas. Puede ser de una buena manera, así como también puede serlo de una mala.

—La asesinaste. Eres un asesino.

Nuestras palabras dañan, duelen. Ellas hieren de gravedad, incluso más que cualquier otra cosa que puedas imaginar. Pero simplemente no nos damos cuenta, a veces somos tan egoístas y estamos tan cegados que... solo sucede. Y luego es muy tarde para volver el tiempo atrás.

—Deberías haber sido tú, en vez de ella.

Y llegan como el peor de los golpes.

Como un puñetazo en el estómago que te deja sin aire.

Como un golpe directo a tu cabeza, como los que dejan a tu oído zumbando y a tu mirada desenfocada. Te sientes desorientado.

Te aturde.

Te lastima.

Te deja débil... Sin fuerzas.

Y entonces queremos escapar, porque es tanto el dolor de ese golpe, que a veces necesitamos rendirnos por completo a ese dolor para no sentir nada más. No perdemos, dejamos que la oscuridad nos cubra con sus brazos, con sus palabras que te endulzan el oído y te atrapan con engaños, con aquella mirada inocente que disfraza la peor de las maldades; Nos perdemos de la peor manera posible, y cuando queremos encontrarnos, es imposible, porque simplemente ya no estamos ahí. Porque todos nuestros pedazos fueron esparcidos por el viento y es imposible devolverlos a su lugar.

Y solo sucede.

Morimos sin realmente hacerlo, sin saber que lo hicimos.

Muerto en vida, le llaman. Un término realmente curioso; porque, aunque seguimos ahí físicamente, en realidad ya no estamos. Al menos no en mente, al menos no en alma, solo nuestro cuerpo, como un cascarón vacío.

No sentimos.

No hablamos.

Y la oscuridad se convierte en nuestra mejor aliada, dejamos que nos diga que debemos hacer, porque es nuestra única compañía. Nos dejamos caer en ella, una y otra vez, como un círculo vicioso que nunca termina.

Y quedamos ahí.

Solos.

Perdidos.

Desamparados.

Y consumidos.

El nogitsune les dice hola.



©Ade

Void, void, void |Sterek| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora