venti-

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El comienzo del caos, parte dos.

Se suponía que era un hombre lobo. Y aparte de eso, un Alpha verdadero.

Se suponía que era fuerte, no debería estar cansado. Pero llevaba horas corriendo por el bosque, escapando de un ente maligno que quería acabar con él y con todos.

No se escuchaba ni el más mínimo ruido, ni el de la brisa mover las hojas de los árboles, ni las pisada con las que marcaba el suelo lleno de hojas secas. No se escuchaban animalitos, tampoco escuchaba a sus amigos.

Estaba comenzando a preocuparse. 

—Debes estar por aquí.— Escuchó la voz del que solía ser su mejor amigo tan cerca, que casi grita. 

Scott dejó escapar una buena cantidad de aire y siguió corriendo.

—Eres lento.— El nogitsune se posicionó frente a él, frenándolo de manera brusca y haciendo que acabase en el suelo.— Y bastante torpe.

Pateó levemente el costado del lobo y este gruñó.

—Arriba, vamos a ir a por tus amigos. 


[no encontré el separador, jeje]


Uno por uno, el nogitsune fue encontrándolo a todos. 

Los lobos y la banshee permanecían jadeando en el pasto, con la figura del castaño frente a ellos, regodeándose en su victoria y riéndose en sus rostros.

—Son demasiado débiles, mucho más que la primera vez que los vi.— Se burló.— Pensé que Derek los había entrenado bien, parece que no.

El recién mencionado gruñó y dejo ver sus relucientes ojos azules. El nogitsune le sonrió y luego se rió con ganas. 

—Vamos lobito, no te enojes.— Pidió con una sonrisa de lado. Luego llevó una de sus manos a su barbilla e hizo un gesto pensativo.— No puedes enojarte ahora, porque viene la mejor parte. La parte más divertida.

El nogitsune bajó la mirada al suelo, donde dos largas y brillantes armas reposaban. No se notaban mucho por la espesa hierba y al estar ya anocheciendo, así que la manada no pudo darse cuenta antes de lo que llevaba consigo. 

Dos katanas, largas, filosas y mortales. Las reconocían, porque Kira llevaba una con ella a todas partes; sin embargo, esas no eran como las de la kitsune. Las hojas eran negras, y las empuñaduras de un color rojo oscuro como la sangre. 

—Son preciosas, ¿verdad?— La cosa no borró su sonrisa, sino que la ensanchó.— Su hoja está hecha de ónix negro, y la empuñadura está hecha de una mezcla de rubí y granate. Son katanas hechas de piedras preciosas, de punta a punta. Y, cubiertas de acónito, lo que las hace encantadoramente mortal para todos ustedes. 

El nogitsune alzó ambas katanas y las movió fluida y rápidamente. Él era rápido, muchísimo más rápido que Kira, quien lo miraba asustada desde el suelo. 

La asiática lloró, deseando que Stiles volviera a su cuerpo de alguna manera y alejara al nogitsune y que este no volviese a aparecer nunca más. Sabía que su madre, y Deaton estaban buscando la caja del mito, si es que existía, y la manera de encarcelar nuevamente al nogitsune en ella; pero, si era que la conseguían, probablemente ellos ya estuvieran muertos para ese momento. 

—Oh, no llores aún, cariño.— El ente se agachó hasta quedar a la altura de la chica y luego acarició su mejilla con dulzura. Su voz era suave, como quien busca consolar a alguien, sin embargo, sus palabras no encajaban con el tono de voz. — Llora cuando tú y todos tus amigos estén muriendo, ahí puedes llorar con toda tranquilidad, porque sabrás que gané y que no pueden hacer nada para impedirlo. Llora, mientras yo me alimento de tu dolor; llora, pero luego, cuando no puedas más. 



Nota de la autora:

¿Pequeño spoiler?, si yo lloré escribiendo el capítulo veintiuno, ustedes van a llorar leyendo el capítulo veintidós. Capítulo que probablemente edite y suba ahorita, así que no se vayan a mimir todavía.

avísenme si tengo errores, por fis. 

bsos.




©Ade

Void, void, void |Sterek| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora