Dieci-

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Quizás solo sea un mal sueño... o quizás no lo sea, de todas maneras, te juro que lo estoy disfrutando.



Pesadillas.

Venía lidiando con ellas desde hacía un tiempo. Quizás siete meses, o más.

Miente.

Venía lidiando con ellas desde que su madre murió.

Había una que se repetía constantemente: El en su cama, no podía moverse, mientras las personas que le habían dado la vida lo señalaban y lo tachaban de ''monstruo''. Lo insultaban e incluso llegaban a pegarle. Luego aparecía Scott, luego la manada, y luego... Derek.

Derek, el estúpido hombre que había invadido casi todos su sueños buenos (los cuales no eran pesadillas, pero, eran pocos, tristemente). Le costaba admitirlo, pero era real, el se había ''enamorado'' de aquel hombre lobo de ojos verdes. Se había flechado, podría decirse, al instante de conocerse. Pero, como todas las cosas buenas que le habían pasado a lo largo de su corta (no tan corta) vida, terminó. Ni siquiera pudo hacer el mínimo intento de confesarle lo que sentía, pues ahora tenía pareja y se había ido con esa pareja a México, para probablemente nunca volver.

¿Y para qué iba a querer volver a Beacon Hills?, ahí solo le esperaban problemas y una manada de chicos idiotas; un chico con hiperactividad y ahora con un parásito maldito metido al cerebro.

Nadie lo culpaba de querer irse. De alejarse de toda esa mierda sobrenatural, innecesaria y agotadora, para ir en busca de algo mejor.

Pero no podía evitar enojarse con el. No podía evitar culparlo, porque tenía que culpar a alguien, necesitaba desesperadamente encontrar a algún culpable para aferrarse a ello, aún cuando la persona a quien señalaba no fuera la real culpable. No podía evitar pensar que, tal vez si el no se hubiese ido, todo eso no estaría pasando.

Luego Stiles lo extrañaba, había pasado como... uno o dos años con él, enamorado del lobo en secreto y ahora lo extrañaba. Y pensaba que era un poco egoísta de su parte haberse ido y haberlo dejado solo ahí, en medio de toda esa mierda.

Después, reconocía que el egoísta era él. Derek ni siquiera era consciente de sus sentimientos y no podía mantenerlo atado a Beacon Hills por algo que no se atrevía a decirle; probablemente el lobo quería a Braeden, incluso más de lo que el pensaba. Seguro tenía ya una vida estable allá, no por nada te vas por más de cuatro meses. No podía culparlo, por absolutamente nada.

El pensamiento lo deprimió.

Su imaginación era mucha, quizás había pensado demasiado lo que pasaría si el se confesaba. Quizás había esperado mucho. Ahora, él estaba encarcelado en sí mismo, condenado a jugar Go! eternamente con una criatura horrenda. 

—La reacción de tu amigo me sorprendió, aunque ciertamente la esperaba.— El nogitsune dejó de mover aquellas fichas, y increíblemente, el también pudo hacerlo. — Digamos que cada acción tiene su reacción, porque, bueno, no todos los días la cosa que mató a ''el amor de tu vida'' regresa para acabar contigo...— La criatura se encogió de hombros, dando a entender que poco le importaba.

Miró sus manos realmente aliviado. Al fin podía hacer otra cosa que no fuera mover las malditas piezas esas.

—Déjame salir.— La voz del castaño estaba ronca, como si acabara de levantarse. Y bueno, no era para sorprenderse, llevaba casi una semana entera sin poder hablar.

—Creí que ya habíamos superado esa fase donde pedías salir.

—Realmente no, porque no me dejabas hablar.

—Bueno, niño, no es necesario que te diga que no vas a salir.

Stiles bufó.

—Déjame salir.— Insistió.

—No.— Respondió la cosa.

Iba a denominarlo como ''la cosa'', estaba decidido.

El nogitsune volvió a mover una pieza. Stiles, por obligación, también tuvo que mover una; pronto se dio cuenta de que otra vez no podía hablar.

—Te tengo una pequeña sorpresita.— Uh, eso realmente no podía ser nada bueno.— Un chico de ojos verdes, pelo negro y que es hombre lobo también, viene en camino.

Si Stiles pudiera gritar ahora mismo, el nogitsune podría quedarse sin tímpanos.

—Sí, él viene con una mercenaria a parte. Vaya, te gusta un chico con novia; realmente no me esperaba eso del pequeño Mieczyslaw. 

Quiso apretar los labios pero, sorpresa, no pudo. También quería preguntar como, como carajos sabía de sus sentimientos hacia el lobo.

La cosa lo notó.

—¿Cómo lo sé?, niño. Veo lo que tu ves, hago lo que tu haces y siento lo que tu sientes; soy como un virus que se esparce rápidamente por todo tu cuerpo, y que al terminar, estás tan infectado, que ya no eres tú mismo.— Sonrió con burla.— Soy tú, en pocas palabras.— Movió otra pieza.— El acónito es un veneno para los lobos, ¿no? veremos que tal reacciona tú Derek cuando tenga una katana bañada en eso, justo en el cerebro.







©Ade

Void, void, void |Sterek| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora