Undici-

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Miraba mi reflejo en el espejo, hasta que me di cuenta de que la figura borrosa en el vidrio no era yo, sino tú

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Miraba mi reflejo en el espejo, hasta que me di cuenta de que la figura borrosa en el vidrio no era yo, sino tú.



Después de haber tenido esa extraña conversación con el nogitsune (si es que a aquello se le podía considerar una conversación) la cosa esa lo había dejado libre. No completamente, pues aún seguía atrapado, pero al menos podía moverse y hablar.

Luego el bicho había desaparecido. Oh, si, Stiles tenía ya una gran variedad de apodos no tan agradables destinados a ese zorro de mierda.

Ahora, estaba gritando. Gritando por ayuda como si alguien pudiera oírlo, desgarrándose la garganta y llorando a mares. Quería salir de ahí, quería que el nogitsune se fuera y dejara de hacerle daño a las personas; quería recuperar la confianza de la manada, su amor. Quería tantas cosas y esas tantas eran tan imposibles.

Se había sentado otra vez encima del tocón de lo que solía ser el nemeton, solamente contemplando lo que el nogitsune hacía mientras las saladas y calientes lágrimas se deslizaban por su rostro sin parar. Anhelaba volver a ser el mismo.

O morir.

Cualquiera de las dos eran opciones viables. 

El nogitsune estaba en el loft de Derek y Stiles se extrañó, aunque también se sintió melancólico. Observó cada una de las paredes y los escasos muebles, incluso la gran cama en medio de todo. Todo estaba tal y como lo recordaba, lo único que faltaba era la amargada presencia de un hombre lobo enojado con la vida. Un hombre lobo del que desgraciadamente se había enamorado.

—¿Qué haces aquí?— El nogitsune por poco se sobresalta al oír una voz masculina detrás de él. Casi, porque realmente solo fue porque sabía que el lobo ya se encontraba en su apartamento.

—¿Qué? ¿Un amigo no puede visitar a otro? — Inquirió el castaño.— Me dueles, Derek. En serio no sabía que tenías tan poca responsabilidad afectiva. — Dramatizó.— Te fuiste sin despedirte, así que cuando me enteré de que volvías, solo quise venir a verte.

Pudo escuchar un bufido detrás de él.

Stiles sentía que su corazón iba a salírsele del pecho. 

Al voltearse, el ente pudo ver a un tipo con pelo en la cara, colmillos bastante grandes y unos ojos de un color eléctrico que brillaban como dos focos de luz azul neón. 

Nada realmente impresionante. Si alguien pudiera ver su forma original, seguramente quedaría encantado, o asustado, lo que sea que viniera primero.

Derek rugió y detrás de él apareció una chica morena con un arma en alto. 

La cosa alzó ambas cejas.—¿Tú quién eres?

La mercenaria le disparó. 

Observó como un pequeño hoyo se formó en su brazo, también como la escandalosa sangre empezó a brotar de ella y bostezó. Luego, la herida se cerró rápidamente, expulsando la bala de su cuerpo. 

—¿Te ofendí?

Otro disparo, y una carcajada del zorro.

Stiles observaba, atento a todo, queriendo gritar una y mil veces el nombre de Derek, que lograra escuchar alguno de sus gritos y que finalmente lo ayudara.

—¡Derek!— Gritó.

Nada.

—¡Derek!— Intentó de nuevo.

Nada aún.

—¡DEREK HALE!— Más fuerte.

Obtuvo una reacción, pero no de quién esperaba.

—Deja de gritar, maldita sea.— El nogitsune puso ambas manos sobre la cabeza del cuerpo que poseía ahora y dio un par de golpes fuertes.— No puede escucharte, pequeño idiota. Lo único que logras es que me duela la cabeza.

El castaño abrió la boca, asombrado por el reciente descubrimiento. Vale, que tal vez había sido mala idea haberlo dejado con las posibilidades de hablar. El nogitsune pudo haber tomado en cuenta su hiperactividad, después de todo, su boca no se estaba cerrada ni por un instante, y para su mala fortuna, Stiles gritaba demasiado fuerte.

El lobo y la mercenaria miraron a aquella cosa con confusión. ¿Por qué de repente hablaba solo? Estaba diciendo cosas sin sentido, a demás, ¿por qué parecía que le dolía algo? 

—¡DEREK!— Probó de nuevo.

—Cállate, cállate.— Murmuró, apretando su cabeza.

Quizás deberían aprovechar ese momento. Derek dejó salir sus garras y soltó otro fuerte rugido, mientras que la mercenaria recargaba nuevamente su arma.

<<Sigue>> era lo único que se decía el chico.

—¡DEREK, DEREK, DEREK!

El momento perfecto era...

—¡DIJE QUE TE CALLARAS!

Y luego todo se volvió negro.


Nota de la autora:

Feliz navidad atrasada, chiquitos.

Se me había olvidado que estaba editando vvv JAJAJAJAJA, lo siento, he estado ocupada en otras cosas y lo que menos me pasaba por la cabeza era esta obra.

Espero les haya gustado<3





©Ade

Void, void, void |Sterek| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora