trentaquattro

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El tiempo que duró el beso fue muy corto.

Derek se dió cuenta de la estupidez que estaba haciendo y se apartó con rapidez, murmurando unas disculpas y diciendo lo idiota que era.

—Y-Yo... lo siento, n-no quise, yo no...— Sus balbuceos fueron cortados por la boca del menor.

El lobo abrió sus ojos grandemente. Los labios del chico se movían con suavidad sobre los suyos, que estaban inmóviles debido a la sorpresa; aunque rápidamente se recupero y empezó a moverlos de igual manera, solo que con un poco más de intensidad.

Para Stiles, besar a Derek se sentía como el mismísimo cielo. Sus labios eran suaves y rellenitos, se movían de manera lenta, pero con algo de brusquedad, a demás de que tenían este leve sabor a chocolate, gracias a los snacks que habían estado comiendo horas antes.

Sin pensarlo mucho (sin pensar nada, en realidad, ¿para qué pensar algo, siquiera? ¡estaba besando al chico del cual llevaba meses enamorado! ¡MESES!) se subió a las piernas del antiguo alfa y colocó sus manos en la nuca del mayor, atrayéndolo más a sí mismo. Derek lo acomodó sobre su regazo y llevo ambas manos cintura de Stiles.

Se sentía bien.

Demasiado bien, a decir verdad.

Minutos después, el castaño se separó por falta de aire. Derek lo observó con admiración, pues, a su parecer, Stiles se veía precioso con los labios entreabiertos, rojizos y algo hinchados debido al beso, sus mejillas sonrojadas, su respiración agitada y su barbilla algo irritada debido al continuo roce con su barba. Su cabello estaba desordenado (realmente no supo cuando pasó sus manos por ahí) y se maravilló aún más cuando el chico le regaló una pequeña sonrisita de boca cerrada.

—Llevaba muchísimo tiempo deseando hacer eso.— Admitió, sonrojándose un poco más en el proceso.

El pelinegro soltó una risita.

—¿Entonces para qué detenerse ahora?   

Void, void, void |Sterek| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora