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Habían partido hace ya varias horas, y JinYoung recapacitó fuertemente sobre su decisión. Dejó su pequeño bolso a un lado de sus pies para empezar a lavar los platos y cubiertos, pero esos hombres de igual forma tomaron sin importar qué y revisaron sus pertenencias, y poco podía hacer, pues lo pusieron a fregar el piso.

— ¿qué dice? — preguntó uno de ellos sin mucho interés. — no sé leer.

— puras patrañas. — respondió otro, lanzando su libro a cualquier parte y sacó una de sus camisas. — seda china importada, ¿como creen que me vea? Estoy listo para una fiesta. — presumió, poniéndose la camisa y rompiéndola en el acto. — puras patrañas.

Lanzó los restos al piso.

JinYoung se levantó, quitando su bolso de las manos de esos rufianes. Guardó sus cosas personales, como ropa y libros, dejando solo el dinero entre ellos.

— no le importa trabajar, no me importa ser humillado, tampoco me importa si quieren golpearme, ya me acostumbré viniendo de su parte, pero no quiero que toquen mis cosas. Mis libros son sagrados, caballeros, así que pediré un poco de privacidad. — dijo algo enfadado, abrazando su bolso y saliendo de allí, escuchando la carcajadas de burla en su espalda.

Salió a cubierta, encontrando el atardecer. Quedó impresionado con la bella vista que encontró. Sonrió sutilmente, apreciando los colores cálidos y brillantes en armonía con el mar. Las estrellas empezaron a brillar desde la lejanía, dándole un toque mágico y relajante. Desde el palacio no lo había visto desde esa forma.

— la gente como tú no soporta estar en alta mar. — le dijo el capitán, acorralándolo una vez mar adentro.

— lo sé. — respondió en voz baja.

— la gente como tú no sobrevive en un viaje como este.

— lo sé. — volvió a responder, todavía en voz baja.

— dime, ¿debería hacerme cargo de un principito como tú?

— no tienes que cuidarme. — le respondió, con la voz baja. — pero si sabes lo que te conviene, me ayudarás a encontrar a mi hermano, nos llevarás de vuelta a casa y la paga será suficiente para vivir esta y tu otra vida.

— ¿y qué te hace creer que yo quiero una paga?, ¿y si lo que quiero es quedarme con el principito y quebrantar su moral, corromper su alma para que haga cosas que ni siquiera un pirata haría?

— para eso tendrías que encontrarlo. — contestó con ingenuidad e inocencia.

— no estoy hablando de ese príncipe, principito. — JinYoung tragó duro, pensando severamente su siguiente respuesta.

— él es más importante.

— como digas.

La sangre de JinYoung se congeló, con sus manos apretando fuertemente su bolso contra su pecho, sin tener suelo bajo sus pies. Su vida no estaba aquí, su vida jamás estaría aquí, estaba en sus libros y viejos escritos, no en el agua, con piratas, engañando, embaucando. Era un gato de biblioteca, no una rata de mar. Se sintió mareado, nauseabundo, como si su cerebro rechazara todo en su interior, exponiendo su negativa ante la idea.

Corrió al borde y botó lo poco y nada que tenía en su estómago, la cena de hace dos días. Oh, Dios, ni siquiera se acordó de comer al tener la adrenalina a mil al estar en ese lugar. Sus piernas temblaron, flaquearon, como si hubiera corrido por horas.

Debió pensar antes de asumir el costo, pero era demasiado transparente como para cometer fraude. No aguantaría el viaje, no por ser débil ni los malos tratos, solo que su manía de tener todo bajo control haría enfadar a los piratas o sino se enfadaba él con ellos, y... en conclusión, no, no sobreviviría.

Solo necesitaba encontrar a YoungJae. Hacía esto por su amigo.

— ¡Dios, qué asqueroso eres! — exclamó el capitán, golpeando su espalda de manera tosca, cosa que le robó un gemido de dolor. — no sabía que ese cuerpito guardaba tanto. Dormirás en el piso esta noche.

Si es que lograba dormir.

Tocó donde lo golpearon, sintiendo de nuevo el dolor en todo su cuerpo. Dios, nunca más entraría a un cuarto con mesa. Y luego de esta aventura y si lograba zafar de esta situación nunca más negociaría con piratas.

— ¿por qué eres tan frágil? — lo molestó otro.

— me rompieron el cuerpo contra una mesa. — respondió fastidiado. — perdón por no esperar media hora antes de entrar al agua.

— ¿por qué no dejar que otros se hicieran cargo?, ¿por qué tenías que venir?

— soy cartógrafo, arqueólogo e ingeniero, hago las cosas por mí mismo. — se excusó. — nadie de los navales me creería, y no tenía tiempo que perder. Y ustedes son piratas, conocen el lugar, sabía que si era astuto lograría que me llevaran.

— sí, bueno, debemos hacer algunas paradas. — dijo otro pirata. — nos tomaremos el tiempo.

— como quieran, esos mapas no se moverán por un tiempo. — respondió, ganando miradas de odio, luego uno salió entre ellos con un cuchillo.

— por tu bien, esos mapas deben ser cenizas. — empezó a retroceder hasta tocar la borda. — es mejor un mapa antes que tu cuerpo.

Sí. Realmente quería arrepentirse por esta descabellada misión. Llevarse así con gente que lo mataría si no fuera por esa pequeña trampa no era la mejor opción, solo bajó la mirada y mordió su lengua, evitando responder esas provocaciones. No debía meterse en problemas, peleas en las que sabía que perdería.

Era delgado por su trabajo, ir a sitios a veces un poco estrechos, subir a ciertas partes. A sus cortos 19 ha acompañado a su padre a cientos de lugares donde su delgadez les ha favorecido bastante. Eso, y por saltarse algunas cenas por estudiar un poco más, aunque luego las reponía con un desayuno frondoso.

— ya basta. — JaeBum llegó o a sacarlo de esa situación o a hundirlo más. — su alteza real irá a comer y ustedes ya saben qué hacer. — todos se empezaron a dispersar. El capitán tomó su bolso y la colgó sobre sus hombros, guiando a JinYoung hacia su cuarto. — si les respondes cada cosa no durarás 3 días aquí. No creas que por tener una bomba de tiempo podrás tener el control en esta situación, estás lejos de eso. Eres hijo de político en un barco lleno de estafadores, la misma familia pero diferentes mundos.

— mi papá no es ningún estafador. — se defendió rápidamente. — mucho menos yo. Me diste un precio y lo pagaré. No es mi intención llevarme mal con ustedes o molestarlos, pero mi paciencia también tiene un límite.

— lo que sea. — Im no le prestó atención, solo le tiro una manzana que le costó atrapar, escapándose de sus manos hasta rebotar en su pecho. — solo evita que quieran matarte, porque no estaré siempre allí. Haz tu trabajo, así como todos lo hacen.

— pensaba que no le trabajaban a nadie. — mencionó en voz baja, mirando la manzana roja entre sus manos. Al alzar su mirada se encontró la mirada oscura del capitán. — lo siento.

— solo harás que te maten. Mejor aprende tu posición en este lugar, o terminarás en un bote de remos.






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Mejor actualizo esto, y mañana en la mañana otro, porque tengo sueño

Regalo Del Océano {JJP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora