Cuando una voz amada que era para ti
a la vez sonido y dulzura cesa súbitamente
y el silencio, contra el que no te atreves a gritar,
te duele como una enfermedad violenta y nueva,
¿qué esperanza, qué ayuda, qué música reparará
ese silencio en tu sentido?
SRA. BROWNING[71]
La impresión había sido fuerte. Margaret cayó en una postración que no se manifestó en sollozos y lágrimas ni halló siquiera el alivio de las palabras. Permanecía echada en el sofá con los ojos cerrados y sólo hablaba cuando le decían algo, y entonces en susurros. El señor Bell estaba desconcertado. No se atrevía a marcharse ni se atrevía a pedirle que fuera con él a Oxford, según uno de los planes que había hecho en el viaje a Milton, pues su agotamiento físico no le permitiría realizar semejante esfuerzo, dejando al margen la escena a la que tendría que enfrentarse. El señor Bell siguió sentado junto al fuego, considerando qué sería mejor que hiciera. Margaret yacía a su lado inmóvil y casi sin aliento. Él no se movería de su lado ni siquiera para tomar lo que le había preparado Dixon y que le había instado a comer con sollozante cordialidad. Tomó un plato de algo que le subió. En general, era bastante especial y remilgado, e identificaba todos los sabores de su comida, pero aquel pollo especiado le supo a serrín. Cortó en trocitos pequeños un poco para Margaret y lo salpimentó bien; pero cuando Dixon intentó dárselo siguiendo las instrucciones de él, el lánguido cabeceo demostró que en el estado en el que se encontraba la comida la atragantaría, no la alimentaría.
El señor Bell exhaló un profundo suspiro; levantó las viejas piernas robustas (entumecidas por el viaje) de su cómoda posición y salió de la estancia detrás de Dixon.
—No puedo dejarla. Tengo que escribir a Oxford para que hagan los preparativos. Pueden seguir con ellos hasta que llegue yo. ¿No podría venir a acompañarla la señora Lennox? Le escribiré diciéndole que lo haga. Necesita a una amiga, aunque sólo sea para convencerla de que llore cuanto quiera.
Dixon lloraba por las dos. Se secó los ojos, recobró la voz y consiguió decir al señor Bell que a la señora Lennox le faltaba muy poco para el parto y no podría emprender ningún viaje en aquel momento.
—¡Bueno! Supongo que tendremos que pedírselo a la señora Shaw. Ha regresado a Inglaterra, ¿no?
—Sí señor, ha regresado. Pero no creo que esté dispuesta a dejar a la señora Lennox en un momento tan interesante —dijo Dixon, que no era muy partidaria de que se entrometiera en la casa una extraña a compartir con ella el cuidado de Margaret.
—¡Qué momento interesante ni qué...! —El señor Bell se limitó a mascullar el resto de la frase—. Pudo estar la mar de contenta en Venecia o en Nápoles o en alguno de esos lugares papistas en el último «momento interesante» que tuvo lugar en Corfú, creo. ¿Y qué significa el «momento interesante» de esa mujercita próspera comparado con la situación de esta pobre criatura, la pobre Margaret desvalida, sin hogar y sin amigos, que yace inmóvil en ese sofá como si fuera un monumento y ella la estatua de piedra colocada sobre el mismo? Le aseguro que la señora Shaw vendrá. Encárguese de arreglar una habitación o lo que necesite para mañana por la noche. Yo me encargaré de que venga.
Así que el señor Bell escribió una carta que, según declaró la señora Shaw entre copiosas lágrimas, se parecía tanto a una del querido general cuando iba a darle un ataque de gota que siempre la apreciaría y la conservaría. Si le hubiera dado la opción de creer que podía negarse, mediante ruegos y súplicas, tal vez no hubiera ido a pesar de su sincero y profundo cariño por Margaret. Hacía falla la orden firme y brusca para conseguir que dominara su inercia y dejara que su doncella la llevara cuando acabó de prepararlo todo. Edith salió a lo alto de las escaleras, toda gorro y chal y lágrimas, mientras el capitán Lennox acompañaba a su madre al coche:
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Norte y Sur - Elizabeth Gaskell
RomanceMargaret Hale es una joven que, luego de la boda de su prima, vuelve a su querido pueblo Helstone donde pretenderá vivir una vida tranquila y sencilla. Sin embargo, un repentino problema familiar hace que deba mudarse con sus padres a la ciudad de M...