Así como los ángeles en algunos sueños vívidos
visitan al alma cuando el hombre duerme,
así algunos pensamientos extraños trascienden los temas habituales
para atisbar la gloria.
HENRY VAUGHAN[30]
La señora Hale se interesó y se entretuvo curiosamente con la idea de la cena que iban a dar los Thornton. No dejaba de pensar en los detalles con cierta ingenuidad infantil, como el niño que desea que le describan de antemano los placeres que espera. Pero la vida monótona que llevan los enfermos los hace como niños, ya que ni unos ni otros tienen sentido de la medida de los acontecimientos y al parecer creen que las paredes y cortinas que separan su mundo cerrado del mundo exterior han de ser por fuerza más grandes que todo lo que queda más allá. Además, la señora Hale había tenido sus vanidades de niña; quizá se hubiera sentido excesivamente mortificada al convertirse en la esposa de un clérigo pobre; tal vez esas vanidades se hallasen sofocadas y contenidas pero no se hubieran extinguido. Disfrutaba con la idea de ver a Margaret vestida para una fiesta y hablaba de lo que debía ponerse con una preocupación exagerada que divertía a su hija, más habituada a los actos sociales en un solo año en Harley Street que su madre en veinticinco años en Helstone.
—Así que piensas llevar el de seda blanca. ¿Seguro que te quedará bien? ¡Hace casi un año que se casó Edith!
—¡Sí, mamá! Lo hizo la señora Murray y seguro que está bien. Tal vez un poco estrecho o ancho de cintura si he engordado o adelgazado. Pero creo que estoy exactamente igual.
—¿No será mejor que lo vea Dixon? A lo mejor se ha quedado amarillento de no usarlo.
—Como quieras, mamá Pero en el peor de los casos, tengo uno muy bonito de gasa rosa que me regaló tía Shaw sólo dos o tres meses antes de que se casara Edith. Ése no puede haberse puesto amarillo.
—¡No! Pero puede haberse descolorido.
—¡Bueno! Entonces tengo uno de seda verde. Esto me parece más bien tener demasiado para elegir.
—Ojalá supiera lo que deberías llevar —dijo la señora Hale, nerviosa.
La actitud de Margaret cambió al instante.
—¿Quieres que me los pruebe todos y así podrías ver el que te gusta más, mamá?
—Pues... ¡sí! Tal vez sea lo mejor.
Así que allá se fue Margaret. Al verse tan elegante a hora tan insólita, se sintió muy inclinada a gastar algunas bromas, como hacer una genuflexión de modo que su precioso globo de seda blanca semejara un queso y retirarse caminando hacia atrás como si su madre fuera la reina. Pero cuando se dio cuenta de que sus bromas se tomaban por interrupciones en un asunto muy serio y que como tales molestaban a su madre, en seguida adoptó una actitud seria y tranquila. No entendía qué se había apoderado del mundo (de su mundo) para armar tanto revuelo por su vestido. Pero cuando aquella misma tarde mencionó el compromiso a Bessy Higgins (a propósito de la sirvienta acerca de la que la señora Thornton había prometido informarse), también ella se agitó mucho con la noticia.
—¡Caramba!, ¿y va a ir a cenar a casa de los Thornton en Marlborough Mill?
—Sí, Bessy ¿Por qué te sorprende tanto?
—Bueno, no sé. Ellos se relacionan con la gente principal de Milton.
—Y crees que nosotros no somos en absoluto gente principal de Milton, ¿eh, Bessy?
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Norte y Sur - Elizabeth Gaskell
RomanceMargaret Hale es una joven que, luego de la boda de su prima, vuelve a su querido pueblo Helstone donde pretenderá vivir una vida tranquila y sencilla. Sin embargo, un repentino problema familiar hace que deba mudarse con sus padres a la ciudad de M...