Todos nos analizaron cautelosamente. Esperando alguna señal para atacar. O que nosotros fuéramos a hacerlo.
Me sentí aterrado, nerviosos. Mi cuerpo tembló con el latido agitado de mi corazón. Su postura, su mirada, incluso la forma que vestían era hostil.
Albish se movió un poco hacia atrás. Le eche una mirada, estaba totalmente paralizado, quieto. Se veía aterrado. Eran de distintas edades, algunos mas enormes que otros. Jóvenes. Sentía el peso de sus miradas, eran tan duras.
Creí que aquel sitio estaba vació, pero parecía que siempre estuvieron vigilándonos.
Albish estaba desorbitado, asustado y sin saber que hacer.
Mierda, pensé. Y lo repetí una y otra vez buscando en mis sesos una forma de salir de esto. Tomé una bocanada de aire preparado para lo primero que se me ocurrió.—Mi... nombre es Jonathan —dije de forma tranquila alzando las manos para hacer como que yo no planeaba nada malo—. Buscamos a alguien, nos dijeron que estaba por aquí, no... —No se me ocurría nada inteligente que decir, tal vez podría decir: Venimos en son de paz, llévanos con tu líder—. No queremos hacerle daño a nadie.
— ¡Silencio! —Albish me ordenó con el entrecejo fruncido y una expresión de terror.
—Nos marcharemos, solo queremos saber si, Rolan esta aquí, ¿lo conocen? —Mi voz se iba apagando conforme hablaba.
Todos me miraron con los ojos llenos de sorpresa. Los murmullos resonaron.
— ¿Quien lo busca? —dijo el chico mas cercano a nosotros con la voz tosca. Tenía una cicatriz en la cara que le atravesaba desde la ceja derecha, el párpado, la mejilla hasta la barbilla.
—Jonathan Septien —dije mi nombre completo, sintiéndome ridículo y estúpido al segundo siguiente. Albish me empujó desde el hombro, sus ojos estaban llenos de rabia.
— ¡Te he dicho que pares! —la voz hostil brotó de él.
— ¿Quien es tu acompañante? —volvió a preguntar aquel chico.
—El es... —le echo una mirada, sus ojos me miraban con odio—. Victor, solo esta acompañandome —Supongo que debía ser una buena idea ocultar su identidad. Pero no se si lo era ponerle ese nombre.
El chico agito la mano y vi como los chicos del puentes se movían hacia el otro lado del canal. Los mas cercanos hacia nosotros, uno de ellos me tomo de las muñecas y me empujó por la espalda de forma brusca. Sujetaron a Albish con brusquedad, empujándolo hacia delante.
Me empujaron en dirección a la escalinata de metal al puente. Subí a trompicones, mientras el resto se encargaba de vigilar que no hiciéramos algo estúpido.
Cruzamos el barco por el puente, al otro lado, había algo muy sorprendente. El barco cubría la vista. Los contenedores metálicos de carga estaban alineadas una encima de otra formando una enorme barrera, como alguna clase de fortaleza. Los chicos formaban unas filas en nuestro camino hacía la barrera, no estaba seguro de lo que se escondía dentro. El corazón se me salia del pecho, las rodillas me temblaban y el miedo me invadía. Aun intentaba recordar como fue que hice todo eso, hablar con ellos y mentir sin que lo notaran. ¿Y si lo notaron? ¿Por eso nos llevaban a su guarida?
Había una entrada por una de los contenedores, aunque ese era mucho mas macizo que el resto, la puerta era pequeña, del mismo metal, pero se abría hacia un lado. Dentro, todo era mucho mas oscuro de como ya era afuera, se iluminaba con pequeñas antorchas, los chicos nos miraban de forma extraña al entrar. Recorrimos un pasillo de contenedores uno tras otro, al parecer todo era de contenedores y cajas de metal. Se dividían en secciones señalizadas por letras pintadas en aerosol. Pasamos una zona al aire libre, amplia, con el suelo de tierra, había fogatas dispersar por el lugar, chicos y chicas sentados y tirados por los alrededores. Botellas vacías de cerveza y licor. Olía mal, a tierra, humedad. Humo, de cigarro y de las fogatas que iluminaban. Ropa sucia, chicos sucios, apestaba todo.
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EL CHICO MISTERIOSO© #1 ✅
RomanceJonathan Septién, había ido de allá para acá todo su vida con el trabajo de su madre. Había obtenido una beca para una escuela prestigiosa que implementa el estudio y el trabajo. Cuando conoce al chico que duerme debajo de su litera, en su nueva esc...