TREINTA Y DOS

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El agua cae sobre mi cuerpo de una forma maravillosa.

Sentía como me recorría, descendiendo por mi cara hasta mi pecho, por mi estómago, mis piernas. Mantuve las manos en mi cabello para mojarlo bien, y luego en todo mi cuerpo. Era tibia, y reconfortante. Deje que el agua se llevara mis pensamientos en se único instante en el que, al parecer, estaba seguro. Ya no estaba a fuera, no tenía que preocuparme por que me siguieran o alguien me hiciera daño, no por ahora. Tenía tiempo para planear todo lo que iba a hacer.

Me envolví en la toalla. Salí del baño y me encamine hacia mi habitación. Seque cada parte de mi cuerpo cuidadosamente. Tome ropa de mi maleta, y me la puse. Pantalones de lana y una simple camiseta. Regrese la toalla y me lave los dientes, me mire en el espejo.

Luego, la conversación de los chicos resonaba abajo. Baje un par de escalones y me senté en ellos. Observe a todos ellos en los sofás de la estancia, hablaban de cosas que no entendía bien. Kyle se acerco y se dio cuenta de que estaba sentado ahí. Me hizo una señal para que bajara, pero yo me negué agitando la cabeza. Entonces el subió y se detuvo unos escalones por debajo de donde yo me encontraba.

—Lo siento, eso de hace un momento fue extraño. Pero me sentí preocupado por ti —hizo una mueca—. Albish llego con ese chico, así que supusimos varias cosas, ambos nos ocultan mucho.

—Si, es mucho. Creí que el era su amigo, pero les ha ocultado tanto.

Sonrió. Y me miro.

— ¿Estas bien? —pregunto en voz baja.

—No —Pasé mis manos por mis rodillas—. ¿Cómo estas tu?

—Descuida, Albish no me hizo daño, yo lo entiendo, yo mismo me siento... —hizo una pausa.

—No, no te sientas mal, esto iba a pasar, tu no estabas seguro, no es como que esperábamos que lo aceptarás, pero ellos si, o Albish no quería que lastimaras a Zarth...

— ¡Dejen de hablar de mi! ¡Demonios! —gruño Zarth desde abajo.

Me apoyé con los brazos y anduve hasta mi habitación, Kyle vino detrás de mi otra vez. Entre en mi habitación, fui directo a la maleta para buscar el teléfono. Busqué en los contactos el número de mi madre.

— ¿Jonathan? —escuche su voz. Tome una bocanada de aire.

—Mamá, estoy bien, pero necesito que me recojas... —dije. No estaba seguro de querer hacerlo, pero ahora, justo en ese momento lo quería.

— ¿Que ha pasado? ¿Estas bien, cariño? Ahora mismo salgo...

—No, es demasiado tarde. Sal por la mañana —le dije esperando su respuesta.

—Pero es un largo camino desde aquí, hasta ahí —respondió—. Al otro lado del país, supongo que es un largo camino —dijo con voz de angustia.

—De acuerdo, no es que tenga mucha prisa, así que puedes tomarte tu tiempo. Albish, no me lo dijo, pero lo menciono, ¿hasta cuando pensabas decírmelo?

—No se de que me hablas, cariño. Te aseguro que no escondo nada... mira, tengo que cortar. La señorita Water esta en la otra linea. ¿No me has contestado?

—Si mamá. Esta todo bien, yo también tengo que colgar.

—Te quiero amor, iré por ti lo mas pronto.

Deje caer el teléfono sobre la cama y me senté en la orilla del colchón demasiado derrotado.

— ¿Te vas a ir? —pregunto angustiado.

—Si, necesito arreglar unas cuantas cosas con mi madre, además las cosas con Albish no van bien...

—Pero si habían vuelto, ¿no es así? —frunció el ceño.

EL CHICO MISTERIOSO© #1 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora