TREINTA

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Me eche a correr detrás de el.

Atravesó la frondosa Arboleda sin detenerse.

— ¡Detente! —le grite unos metros detrás.

Apresure el paso cruzando los helechos y las rocas del camino que había tomado, lo sujete del brazo y lo detuve de una.

—Detente —le supliqué.

Sentí como su cuerpo estaba tembloroso, su brazo también. Su mirada resultó fría cuando me miró, lo liberé y me quede quieto.

—Lo siento —susurró—. Necesito salir de aquí.

—Podemos ir a dónde tú quieras —Trague saliva.

Me sujeto de la mano repentinamente, luego se echo a correr arrastrándome con él en el camino lleno de maleza.
Me costó trabajo seguir su paso hasta que salimos a la calle.

Nos adentramos hacia una de las intersecciones de casitas colorida de techo de dos aguas, la mayoría muy similares unas de otras. Giramos a la derecha y seguimos corriendo un par de cuadras más hasta salir a un extenso parque por donde atravesamos hasta la siguiente calle.

Justo en la esquina, había una cafetería muy llamativa.
Nos detuvimos justo fuera. Me liberé de él y le dedique una mirada furtiva. Respire profundo para recuperar el aliento que quemaba mis pulmones.

Alce las manos sobre mi cabeza con el sudor recorriendo mi frente.

Empujo la puerta de cristal y entró en la pequeña cafetería. Fui detrás de él con cuidado de no desfallecer.
Dentro, el sitio estaba bien decorado con fotografías en blanco y negro. Muros repintado y las mesas de aluminio distribuidas por todas partes. Al frente, estaba el mostrador con pasteles en su interior, donas y otros deliciosos postres. El menú era enorme, tenía al menos veintisiete puntos de donde elegir.

Una chica detrás del mostrador nos analizo con cuidado, yo, estaba respirando lo más que podía el aire fresco del lugar. Albish estaba como si no hubiera ocurrido nada.
Se acercó hasta el mostrador.

— ¿Aún está Buddy? —su voz brotó extraña.

La chica miró por encima de su hombro a una de las puertas abiertas que dejaba ver una oficina.

— ¿Papá? —dijo ella temerosa.

Un hombre de cabello cano, salió de la oficina mirandonos con atención, se acercó más de lo posible.
— ¿Zane? —dijo él hombre.

—Tío Buddy —Albish se acercó hasta la barra para abrazar al hombre.

Zane. Otro más que lo llama de esa manera.
El hombre, Buddy, abrió la barrera para que entráramos, nos fuimos hacia la oficina y nos sentamos en los asientos alrededor del escritorio.

—Siento que ha pasado una vida entera desde la última vez que te vi. Eras un niño —El hombre se acercó a él y apretó una de sus manos sobre el escritorio.

—Lo se, no recuerdo demasiado de lo que era vivir aquí. Nada, se siente como si todo se hubiera esfumado cuando salí de aquí —Albish dijo, lo hizo con un profundo dolor que me hizo temblar.

—Zane. Ha sido muy duro, lo sé, te arrebataron lo que tenías, todo lo que tenías. La ciudad se cae a pedazos. El centro está cerrado, el paseo marítimo. Las mayoría de las personas se han marchado. Algunos no tenemos nada más que esto —Pasó su mirada por la habitación—. Tu padre fue un gran hombre, logró mantener todo esto tantos años, su muerte significó el fin de la ciudad. 

—Lo se. Es mi responsabilidad ahora, restaurar lo que queda e iniciar de nuevo, pero tengo miedo y no se que hacer. No se como hacerlo —La desesperación brotó en su voz.

EL CHICO MISTERIOSO© #1 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora