VEINTISIETE

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—Anne Septién —dijo ella luego de un rato. Estiro la mano al frente de Albish, y el la siguió—. Jonathan me habló sobre, me da gusto conocerte.

—Albish Yancey, el gusto es mío —respondió.

El aire se sintió incómodo, me arrepentía de haberlo hecho, no se que sucedía realmente.

—¿Cuanto tiempo se quedará contigo? —el tono de mi madre era más sombrío.

—Una semana, el próximo Sábado yo llevaré personalmente a Jonathan de regreso a casa —Albish tenía la mirada fija en mi madre.

—Me parece perfecto. Yo estoy dispuesta a recogerlo... En caso de que sea necesario —Alzó una ceja—. Confío en ti —La frase sonó algo confusa. Busco en su bolso y saco un pequeño teléfono móvil, me lo entrego—. No dudes.

Tomé el teléfono y me quede quieto mirando la extraña conversación.

—Cuidaré a Jonathan, lo cuidaré muy bien —respondió.

—Mi número está registrado —Su tono de voz regreso a ser el habitual—. Cariño, cualquier cosa no dudes en llamarme, iré a recogerte en cualquier momento.

Asentí distraído sin quitarle los ojos a Albish, seguía paralizado por lo que sea que estuviese ocurriendo.
Mi madre se acercó hasta mí para abrazarme, me beso la mejilla y la frente. Luego, se acercó hasta Albish, beso su mejilla.

—Cuida mucho de mi hijo, Albish, te lo encargo —susurró.

Albish asintió despacio y entonces ella se dio la vuelta para regresar al auto.

El silencio brotó como una bomba de humo que se extendió rápido por todos los lugares posibles. Espere que el dijera algo o me dijera al menos que había sido eso, cualquier cosa, pero se dio la vuelta, se alejo por el sitio aquel hasta llegar a la puerta por donde había entrado.

Camine despacio hasta la mesa donde los chicos me recibieron con un festejo, los ponía feliz el hecho de que yo fuera a ir también.

Me senté en una de las sillas.

—Viniste —Kyle se sentó a mi lado—. Me da mucho gusto pudieras venir.

—Lo se, es emocionante —mentí.

Mike contaba una historia de cuando fue novato, y que era muy difícil para el acoplarse a trabajar y estudiar, era demasiado difícil. También habló de que sería una pena no regresar el próximo semestre, ya que este había sido su último año.

Trate de no seguir dándole vueltas al asunto, nada se eso, la conversación me hacía recordar una y otra vez mis primeros días en la escuela y los primeros encuentros desafortunados con Albish, y no quería seguir por ese camino, no ahora.

No estaba seguro de cuanto tiempo pasó hasta que Albish volvío a aparecer, traía unas cuantas maletas en los hombros y en las manos, me volví a otra parte casi de inmediato.

—Llegó la hora de irnos —anunció.

Los chicos soltaron unos gritos de victoria, saltaron de la mesa para ir por sus cosas, yo me uní a ellos —no me puse a gritar solo me puse de pie— nos encaminamos a la camioneta que se encontraba aparcada fuera de ese sitio.
Un hombre, como de unos veintitantos estaba ahí, abrió la puerta de atrás de la cajuela y todos dejamos nuestras cosas por ahí, la mía solo era un pequeña maleta, ya que mi madre se había llevado el resto.

Abrieron las puertas para entrar y yo no me lo pensé dos veces, en la parte más atrás, me senté en la ventana por la izquierda de la camioneta, Kyle se sentó a mi lado. En la parte siguiente, se sentó Zarth, Mike y Samuel, y Albish iba de copiloto.

EL CHICO MISTERIOSO© #1 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora