DIECISIETE

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Me enfundé en una sudadera y jeans. Me puse tenis y luego me encamine fuera del dormitorio. Alborote mi cabello húmedo un poco, solo para que no me cayera en la cara.

Me abracé el pecho con los brazos y con el nervio en mi estómago como un malestar. Me fui hacia la enfermería, las luces eran bajas y la chica de la última vez estaba sentada sobre el escritorio leyendo una revista.

Di unos golpecitos en el cristal y ella se levantó.

— ¿Puedo entrar a ver a Albish? —le pregunte. Me aclare la garganta.

Ella miró el reloj en su muñeca y medito un poco.

—Adelante —Sonrió.

Se fue de nuevo a su sitio y me encamine por el pasillo a la habitación. Di un par de golpes también pero nadie respondió. Abrí la puerta y entré a regañadientes. Metí mis manos frías en la sudadera y me estremecí.

Albish estaba recargado en la cabecera de la cama, había una luz blanca encima de él que dejaba ver que traía su camiseta blanca, las vendas alrededor de su pierna desde el muslo hasta encima de su rodilla. Tenía los brazos quietos a los lados y su rostro me decía que estaba dormido.

— ¿Alby? —pregunté en un susurro.

No obtuve respuesta y me di la vuelta para regresar por donde vine.

—Creí que no vendrías —su voz brotó baja.

Me volví despacio y lo miré. Tenía los ojos entre abiertos.
Fui hasta el, despacio, me encogí de hombros,nervioso al acércame.

— ¿Estabas esperándome? —Fruncí el entrecejo.

—Algo así. No esperándote pero, quería que en algún momento vinieras —hizo una media sonrisa.

Me senté en la orilla del colchón, en la esquina para ser exactos. Observé su pierna un poco recordando como había ocurrido todo. Trague saliva.

— ¿Que tal va la pierna? —Quería volver a preguntar "¿estas bien?".

—Un par de puntadas, y nada más —su voz parecía adormilada.

—Lo siento —dije. Me sentía culpable por esto, y decir lo era extraño y cierto.

—¿Porqué estás disculpándote? —Analice su expresión, pero no me decía mucho.

Bajé la mirada un momento.

—Yo... Esto ocurrió mientras hablaba contigo sobre... lo que estaba ocurriendo entre nosotros y, siento que...

—No es tu culpa —inquirió—. Esto me pasó por ser un idiota, siempre lo he sido, pero es duro de admitir. Hizo una señal para que me acercará a él, golpeó el colchón al lado de él.

Vacilé un momento asustado.

Me acomode a su lado recargando mi espalda en la cabecera metálica.

—Es... Complicado, todo lo que soy es complicado. Te lo dije una vez, no quiero involucrarte en mi mundo, es muy difícil y duro —Continuó—. No estoy seguro aun como fue que ocurrió esto, tal vez si lo se, pero cada vez que te miraba, tú estabas ahí, al principio  quise amenazarte, pero no pude hacerlo y entonces te observe. Se que eras distinto. Eres diferente a todos los demás, no te importo ni le dijiste a nadie lo que viste...

Estaba diciéndome lo mismo, lo que yo ya sabía y lo que había dicho esa noche que nos besamos. Necesitaba más respuestas.

— ¿Te gustó? —interrumpí lo que me decía.

—Creo que si, es decir, nunca antes había sentido algo así, quiero que te quedes cerca de mi porque —Apretó los labios—. Después de tanto tiempo siento que es la primera cosa real, que vale la pena.

EL CHICO MISTERIOSO© #1 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora