Capítulo 1.

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—Bueno, hijo, por fin llegó el día —su padre le hablaba mientras lo miraba con orgullo—. Sabemos que esta decisión fue muy repentina, pero también sabemos que estarás mucho mejor viviendo cerca de tu nuevo instituto, aunque puede que estar por tu cuenta sea complicado al inicio —le entregó la llave que abría uno de los tres penthouses pertenecientes a la familia Hwang.

—Oh, ¿qué dices? No estará solo —su madre no tardó en corregirlo—. Hyun Jin, los señores Choi también se mudarán, así que ellos estarán disponibles para ayudarte con cualquier cosa que necesites.

—Sólo... usa sabiamente la tarjeta adicional que pedí para ti y pórtate bien, escucha a tus profesores para que siempre seas el mejor de tu clase. Ya sabes que eso es lo único que esperamos de ti: excelentes calificaciones —sonrió de lado el señor Hwang—. Queremos verte en el cuadro de honor de la escuela.

—Confiamos en ti, no nos vayas a fallar.

—No lo haré —aseguró el joven de diecisiete años, observando a sus padres con un brillo de emoción evidente en su mirada.

El único hijo del matrimonio Hwang se había transferido a Yeonkkot*, una escuela bastante prestigiosa que cubría los grados educativos desde preescolar hasta preparatoria. Estaba ansioso por hacer nuevos amigos, aunque tenía un poco de miedo porque había escuchado que sólo los hijos de familias adineradas podían permitirse estudiar en aquel sitio y no sabía si al final sólo se iba a encontrar con un montón de presumidos.

Si bien sus padres también tenían mucho dinero, Hyun Jin no se la pasaba hablando acerca de ello. "Mi papá me compró esto", "Mi mamá me llevó a tal lugar"... Casi nunca tenía ese tipo de conversaciones, aunque gracias a sus redes sociales era posible apreciar que se la pasaba bien.

—Tus maletas están listas —mencionó la señora Hwang, sacándolo así de sus pensamientos por unos instantes—. Hoy dormirás en el penthouse y mañana tendrás tu primer día en Yeonkkot.

Esa noche, tan pronto como llegó al que sería su nuevo hogar, decidió ducharse. Sacó de su maleta únicamente la ropa que quería ponerse antes de dormir y se metió al espacioso cuarto de baño que tenía en su dormitorio.

Estaba decidido que la señora Choi se haría cargo de cocinar y mantener limpio todo el lugar, mientras el señor Choi cumpliría como chofer y encargado de hacer las compras para que siempre hubiera comida disponible. Ambos llevaban un largo tiempo siendo empleados de la familia Hwang, habían visto a Hyun Jin crecer, por lo que ya conocían bien sus gustos y disgustos.

Se levantó temprano a la mañana siguiente para alistarse. Descolgó su uniforme, que consistía en unos formales pantalones negros, una camisa blanca de manga larga y botones, una corbata negra y encima un chaleco gris con unos cuantos detalles blancos en la parte inferior y una pequeña flor de loto –que era el logo de la escuela– bordada a la izquierda, a la altura de su corazón. Una vez que terminó de vestirse, se paró delante de su espejo y sonrió. Debía reconocer que era un jovencito apuesto: le faltaba sólo un centímetro para alcanzar una estatura de un metro con ochenta, su piel era blanca y muy suave, su mirada simpática brillaba a pesar de ser oscura, un lunar pequeño decoraba bajo su ojo izquierdo de una manera única, su lacio cabello había crecido hasta por poco tocar sus hombros y no le iba nada mal el tono café oscuro que había elegido para éste recientemente.

Salió de su habitación y se dirigió al comedor, donde la señora Choi ya estaba dejando varios platos para él encima de la mesa.

—Buenos días, joven Hyun Jin —lo saludó con amabilidad—. El desayuno está servido y su almuerzo para hoy está empacado.

—Buenos días y muchas gracias, señora Choi —dijo antes de agarrar su tenedor para llevarse un trozo grande de melón recién cortado a la boca—. ¡Oh, qué dulce está! Me encanta... ¿Puede acercarme el yogur, por favor?

Lo suficientemente bueno [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora