Capítulo 16.

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—¡Ya llegué, mamá! Y Hyun Jin viene conmigo —anunció Seung Min al momento de entrar al apartamento, quitándose los zapatos y dejándolos en la entrada.

—Buenas noches, señora Kim. Perdón por devolver a su hijo tan tarde —Hyun Jin hizo una leve reverencia antes de deshacerse de su calzado también.

—Oh, no te preocupes —sonrió la mujer—. Lo bueno es que ya están aquí y se encuentran a salvo. ¿Tuvieron un buen día?

—¡Sí! —El pelinegro respondió al instante—. Por cierto, Hyun Jin te compró una hamburguesa, pero ya está fría... La dejaré en el microondas para cuando quieras cenar.

—¿En serio? —La mayor volteó a ver al castaño—. Eres muy amable. No debiste haberte molestado, Hyun Jin.

—No fue molestia alguna —aseguró—. Sólo quería que Seung Min tuviera un feliz cumpleaños.

Estuvieron un rato en el comedor, simplemente conversando acerca de lo que habían hecho durante la tarde. Hyun Jin comenzó a revisar su teléfono celular de vez en cuando, mirando la pantalla con cierta impaciencia, hasta que Seung Min decidió averiguar qué estaba pasando.

—¿Está todo bien, Hyun Jin?

—S-sí, es sólo que... —Suspiró—. No entiendo por qué se atrasó. Debió haber llegado hace diez minutos.

—¿Quién?

—¡Oh, espera! —Exclamó con una gran sonrisa—. ¡Ya está aquí!

Fue posible oír pasos en el exterior tan sólo un par de segundos después. Alguien estaba subiendo las escaleras para llegar hasta el segundo piso y, tras un breve momento de silencio, alcanzaron a escuchar un par de golpes suaves en la puerta del apartamento.

Hyun Jin se levantó de su sitio tan rápidamente como pudo, diciendo que él se haría cargo de ir a abrir, cosa que llamó bastante la atención tanto de la señora Kim como de Seung Min. Lo que pudieron deducir por la corta conversación en la entrada fue que el castaño había pedido algo a esa dirección.

—¿Hyun Jin? —El más bajo lo llamó entre confundido y preocupado.

Sin borrar su sonrisa, el castaño caminó de regreso hacia la mesa y acomodó en el centro de la misma la bolsa blanca que acababa de recibir. Dentro de ella había un paquete con una vela, unas cuantas servilletas, un cuchillo de sierra y una caja con un pastel de vainilla y fresas.

—En ningún cumpleaños puede faltar un pastel —le guiñó un ojo a Seung Min—. Sería como un crimen —bromeó.

Los ojos de Seung Min se abrieron ante la sorpresa y básicamente comenzaron a brillar. Hyun Jin ya había hecho demasiado por él, pero no dejaba de mejorar su día, encontrando cosas nuevas para alegrarlo más y darle el mejor cumpleaños de su vida. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que podía tener un verdadero pastel en un 22 de septiembre.

La señora Kim estaba tan conmovida y sorprendida como él. Apenas y podía creer que delante de ellos había un pastel como el que su hijo en verdad merecía. Quería darle las gracias a Hyun Jin, pero su garganta estaba completamente seca a causa de la impresión. Sólo lo miró con unas cuantas lágrimas queriendo salir de sus ojos.

Al despedirse de Hyun Jin más o menos una hora más tarde, Seung Min admitió que se sentía como si estuviera dentro de un sueño precioso, uno del cual sin duda le dolería mucho despertar. El mayor contestó a eso con una risa simpática antes de abrazarlo y asegurar que estaban despiertos.

—Gracias por todo, Hyun Jin —dijo sin apartarse, aún sosteniendo el cuerpo del contrario entre sus brazos—. Este día fue maravilloso y no creo que existan palabras suficientes para expresar cuánto significa todo lo que hiciste por mí en realidad.

Lo suficientemente bueno [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora