Capítulo 30.

920 130 94
                                    

Despertó unos cuantos minutos antes de que se activara la alarma que había programado en su teléfono celular, por lo que aprovechó ese tiempo para desactivarla y no molestar a Felix, quien seguía durmiendo junto a él, aferrándose de manera inconsciente a su camiseta. Apartó con delicadeza un par de mechones de cabello que le cubrían la frente y sonrió de lado al apreciar lo relajado que se veía.

Logró hacer que el pecoso lo soltara y se levantó de la cama con mucho cuidado para ir a darse una ducha y alistarse para el evento al que debía asistir. Cuando salió del cuarto de baño, ya luciendo la ropa que el rubio había elegido para él la noche anterior, encontró al menor acomodando en su lugar cada prenda que había sacado del armario.

—Lix, no te preocupes, puedo encargarme de eso más tarde —le dijo, haciéndolo voltear—. Buenos días, por cierto.

—Buenos días —contestó con una sonrisa algo tímida.

—¿Te quedas a desayunar conmigo?

—¡Oh, claro que sí! Gracias —hizo una breve pausa—. Y si quieres, después puedo llevarte hasta donde sea que tengas el evento —agregó mientras se acercaba al castaño—. Te ves muy bien.

—Eso es gracias a ti.

—Sólo por curiosidad... ¿De qué se trata el evento?

—Ayer estaba visitando el asilo por gusto. Hace unos días terminé oficialmente con las horas de servicio comunitario que me pidieron en la universidad y hoy recogeré una carta que lo avala.

—Eso es maravilloso, Chan hyung. Felicidades.

—Gracias —tomó aire por la nariz y lo soltó por la boca—. Creo que... deberíamos hablar bien a bien más tarde... sobre lo que pasó ayer.

Estando más seguro de que los besos que compartió con el otro australiano la noche anterior no habían sido sólo un sueño, Felix asintió y siguió al mayor hacia la cocina.

Seung Min cerró bien la puerta de su apartamento porque su madre estaba trabajando y fue a la tienda de conveniencia más cercana para comprar un par de paquetes de fideos instantáneos. Sus ahorros personales de dos semanas se habían ido en llevar a su novio al cine y recién regresaba a su plan de guardar cada moneda que llegara a sus manos. Aunque le habría gustado poder gastar más y comprar también una botella de la bebida favorita de su amigo, tras hacer algunas cuentas entendió que no le sería posible hacerlo en esa ocasión. Suspiró resignado y esperó que las sopas bastaran.

Los mensajes de Ji Sung decían que necesitaba hablar con él urgentemente por algo que había sucedido el día anterior y que llegaría a su casa en media hora. Ese tiempo le bastó al pelinegro para ir y volver de la tienda, ordenar un poco la cocina, hervir agua y preparar los fideos, mismos que trató de enriquecer con unos cuantos vegetales que encontró en la nevera y que cortó con cuidado.

—Espero que no hayas tenido que cancelar una cita con Hyun Jin o algo así —fue el curioso saludo del más bajo cuando su amigo le abrió la puerta.

—No, descuida —se hizo a un lado para dejarlo pasar.

Ji Sung se descalzó y avanzó hacia la cocina, sonriendo al ver que el contrario había preparado fideos.

—¿Cómo supiste que estoy hambriento?

—Te conozco —respondió entre risas—. Ahora cuéntame qué pasó mientras sirvo nuestra comida.

Siempre tuvo la intención de que la visita sorpresa a la casa de Min Ho fuera corta, pues sólo quería echarle un vistazo a los gatos y descubrir por qué se hablaba tanto de él en Yeonkkot de un día para otro. Nunca imaginó que terminaría huyendo tras enterarse de lo que el mayor había hecho. Fue impresionante hasta cierto punto, pero sus palabras también lograron ponerlo nervioso.

Lo suficientemente bueno [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora