Capítulo 27.

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El inicio de un nuevo año trajo cierta preocupación y estrés a la vida de Seung Min, quien se preguntaba si lograría conseguir una beca para estudiar en alguna universidad. De todos modos quería conseguir un trabajo tan pronto como se graduara para ayudar a su madre, incluso si ésta era capaz de seguir insistiendo con que sólo debía concentrarse en sus estudios, pues sabía que iban a necesitar más dinero cuando él saliera de Yeonkkot.

—Qué callado estás hoy —señaló Ji Sung mientras almorzaban en la cafetería—. ¿Está todo bien?

—Estaba pensando en que oficialmente comenzó nuestro último año aquí —suspiró.

—Ah, eso es todo un alivio, ¿cierto?

El pelinegro se encogió de hombros. Tal vez muchos alumnos veían la situación de la misma manera que Ji Sung porque tenían mejores oportunidades que él. Tenía varios sueños, pero aún no sabía si podría hacerlos realidad.

—¿Qué harás una vez que salgas de Yeonkkot?

—Mi papá probablemente espera que estudie algo aburrido —se llevó un par de vegetales cocidos a la boca—. Necesito hablar con él y dejar muy claro que no me interesa ir a la universidad —agregó tras masticar la comida y pasarla por su garganta—. ¿Y tú?

—Si todo sale bien, estudiaré Fotografía.

—Oh, por supuesto que todo saldrá bien. Eres brillante.

—Gracias, Ji Sung.

Esa misma noche, tanto Ji Sung como Seung Min habían pedido permiso para quedarse a dormir en la casa de Chan. Al mayor se le había ocurrido organizar una pequeña reunión para no pensar de más en la declaración de Felix, misma que seguía dando vueltas en su cabeza, repitiéndose como un eco.

Se sentía muy mal, pues creía haber arruinado la Navidad del pecoso desde el momento en el cual lo rechazó. Felix no sonrió ni una sola vez después de eso, despreció todos sus regalos, diciendo con fastidio que no quería nada y preocupando a sus padres... Lo primero que pensó el mayor de los australianos fue que el rubio estaba actuando de una manera un tanto inmadura, pero después de analizarlo un poco, llegó a su mente la posibilidad de que la reacción de un corazón herido podía ser la misma.

Felix le había entregado su corazón y ahora él sentía que de algún modo era su responsabilidad devolverlo sin hacerle ni un rasguño... más. Aquello era mucho más complicado de lo que parecía.

Hyung, sí que estás distraído —comentó Ji Sung tras derrotar al australiano por cinco veces consecutivas en Mortal Kombat 11: Ultimate.

—¡No! Sólo tengo mala suerte hoy —mintió.

—Claaaro.

—¡En serio! —Contestó entre risas.

Seung Min estaba sentado en el sillón detrás de sus amigos, ya que éstos se encontraban en el suelo, y compartía su atención entre el videojuego y la pantalla de su teléfono celular. Su confianza en Hyun Jin había alcanzado un nivel en el cual ya no tenía tantas dificultades para contarle acerca de sus preocupaciones.

El castaño era tan atento y comprensivo con él que a veces le daba la impresión de estar en un sueño con un príncipe perfecto.

—Seung Min, ¿me pasas otra caja de Pepero, por favor? —Pidió Ji Sung, haciéndolo reaccionar de repente—. De las rojas.

—Sí, ya voy —alcanzó la bolsa de la tienda de conveniencia por la que habían pasado antes de llegar a la casa del mayor de los tres.

—¿Estás seguro de que no quieres jugar, Min? —Chan volteó a verlo.

Lo suficientemente bueno [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora