Capítulo 31.

865 130 112
                                    

Con el más leve movimiento que hiciera, Seung Min cerraba los ojos y tenía que esforzarse por no soltar un quejido. Sin embargo, Hyun Jin tardó poco en darse cuenta de lo que pasaba, y terminó por abrazar al pelinegro con cuidado para darle un beso en la cabeza y ofrecerle disculpas.

—Lo siento mucho, Seung Minnie —suspiró—. Esto está tan mal... Se supone que ambos deberíamos disfrutarlo, pero sólo te lastimo. Me siento culpable.

—Estoy bien —logró sonreírle con debilidad.

—¿Seguro? Se nota que no estás siendo completamente honesto.

—Quiero decir... Sí me duele la cintura y un poco más abajo, pero también me gustó estar contigo de esa manera otra vez. Es raro. Es como si al final ganara lo bien que se siente —se encogió de hombros y se removió un poco entre las sábanas, pegándose más al cuerpo desnudo de Hyun Jin para recibir su calor.

—Lo siento...

—No te preocupes. Estoy diciéndote que me hiciste sentir bien, ¿no?

—Fui lo más cuidadoso que pude.

—Lo sé —sonrió—. Y por eso te adoro.

—Yo también, Seung Minnie  —le acarició suavemente la espalda, aún sintiendo lo caliente que estaba su piel—. Deberíamos vestirnos.

—¿No podemos quedarnos así un ratito más? —Apoyó su cabeza sobre el hombro ajeno—. Estoy muy cómodo contigo y no tengo muchas ganas de moverme —admitió.

Hyun Jin alcanzó a ver gracias a una pequeña parte de la puerta que daba hacia su balcón que la noche ya había caído, aunque no estaba muy seguro respecto a la hora que era, pero aun así accedió a la petición de su novio y lo pegó más contra su cuerpo antes de buscar sus labios con los propios para darle un beso corto y tierno.

Al día siguiente, Ji Sung sonrió de manera un tanto sugerente al ver cómo su amigo sufría un poco cuando hacía algo tan simple como sentarse a almorzar; parecía saber el porqué detrás de su dolor y no se molestaba en transmitirlo. El pelinegro sólo lo miró algo apenado. No tenía caso negar que lo ocurrido en Navidad había pasado otra vez, y aunque no le parecía algo malo, no sabía cómo hablar acerca de ese tema sin sonrojarse.

Hyun Jin se sentó junto a su novio, interrumpiendo el momento incómodo sin siquiera darse cuenta. Sonriendo, le dejó un recipiente a un lado al pelinegro, sólo para después darle un beso cariñoso en la mejilla.

—Te traje esto, Seung Minnie. Ábrelo.

El más bajo levantó la tapa, entre emocionado y sorprendido, terminando por ladear su cabeza con confusión al ver lo que el mayor le había traído. Reconoció en sus pensamientos que el olor era increíble, eso sí.

—Parecen panqueques... aplastados...

—Sí, pero son crêpes Suzette —dijo el castaño sin poder evitar reír bajito—. Las traje sólo para ti, para que puedas probarlas.

—Oh, Hyun Jinnie... —Le dio un abrazo veloz a su pareja—. ¡Gracias! Esto es un gesto muy lindo de tu parte.

Hyun Jin levantó los cubiertos, cortó un trozo de aquel postre y lo acercó con el tenedor a la boca de su novio, quien aceptó con gusto la comida y sonrió al sentir un dulce sabor invadiendo su lengua.

—¡Hola!

De repente escucharon la alegre voz de Felix, quien sin pedir permiso se sentó una vez más en la misma mesa que ellos, sólo que ahora estaba acompañado por un fastidiado Chang Bin. Ambos llevaban una bandeja con almuerzos comprados en la cafetería.

Lo suficientemente bueno [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora