Capítulo 39.

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El señor Hwang por poco enfureció cuando vio a Hyun Jin saltándose las clases. Lo único que lo detuvo de explotar a gritos fue que Seung Min también estaba ahí, lo cual pronto lo llevó a entender que sucedía algo serio.

Hablaron en la sala durante al menos dos horas. Enterarse de que la pareja de su hijo vivía en aquel edificio que él había comprado para construir oficinas nuevas lo hizo sentirse entre nervioso y culpable, pero no lo expresó en voz alta, pues a pesar de todo seguía pensando que lo correcto era continuar con su plan y simplemente ayudar a Seung Min a encontrar otro sitio si aún no se sentía listo para vivir con Hyun Jin.

—No hago esto con intenciones de lastimar a alguien —aseguró el hombre—. Tienen que comprender que esto es importante para la empresa que no deja de crecer mientras avanza el tiempo. Poder contar con el espacio de ese edificio es una necesidad.

—Es un privilegio —contestó Hyun Jin casi al instante.

Nunca olvidó el día en el cual, con nada más que explicarle por qué no tenía un teléfono celular en ese entonces, Seung Min le enseñó la diferencia entre lo que es necesario y lo que no.

El más bajo volteó a ver a su novio con cierta sorpresa mientras el señor Hwang sólo alzaba una ceja y mostraba una expresión facial de confusión pura, como si no hubiera entendido aquellas palabras.

—Hyun Jin... —Susurró el pelinegro, incapaz de contener una pequeña sonrisa tras escuchar al contrario.

—Mi abuelo te enseñó tanto como aprendió en vida, te heredó absolutamente todo, las cosas siempre fueron fáciles para ti, desde tu infancia —continuó el castaño—. ¡Estoy seguro de que una parte del dinero que tienes ahora mismo viene de lo que él tuvo! Ni siquiera tienes que hacer cuentas porque los números no significan nada para ti, papá... ¿Quieres algo? Lo pides, lo compras, lo consigues sin importar qué debas hacer o si hay alguien en medio. ¿Y crees que puedes hacerlo porque es una necesidad? —Le preguntó—. Abre los ojos un momento. Poder soltar tu dinero así como lo haces no es una necesidad, es un privilegio.

El señor Hwang se quedó sin palabras por varios momentos. Era la primera vez que escuchaba a su hijo hablarle de esa manera y no sabía cómo reaccionar.

Media hora más tarde, los más jóvenes salieron del lugar con la promesa de que volverían a sus escuelas a tomar las clases que alcanzaran ese día y con la tranquilidad de que el mayor pensaría mejor sobre el uso que le daría a su nuevo edificio para no dejar sin hogar a personas inocentes.

Antes de tomar caminos diferentes, Seung Min se lanzó al cuerpo de Hyun Jin sin avisar y lo rodeó con ambos brazos, estrechándolo fuertemente.

—¡Oh! ¡Minnie! —El castaño rio un poco—. ¿Esto es porque sí vivirás conmigo un poco antes de lo planeado y te sientes muy feliz?

—Es porque estoy orgulloso de ti, Jinnie.

El más alto sonrió y por fin correspondió al abrazo, usando la misma fuerza que el menor.

A finales del siguiente mes, Seung Min terminaba de acomodar sus cosas en la habitación que compartiría con Hyun Jin a partir de esa noche. Ambos estaban de buen humor, todo parecía ir de maravilla y su relación estaba fortaleciéndose con cada día que pasaba.

—Seung Minnie, estuve pensando en lo que dijiste sobre ese asunto de que los dos tenemos que aportar de alguna manera ahora que vamos a vivir bajo el mismo techo —dijo Hyun Jin, asomándose al dormitorio.

—¿En serio?

—Sí, por eso quiero comenzar desde hoy —se recargó contra el marco de la puerta—. Ayudaré a limpiar la cocina.

Lo suficientemente bueno [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora