Capítulo 9.

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—¿Pasa algo, Seung Min? —Preguntó Hyun Jin al notar cómo el castaño parecía ver demasiado, pero en verdad demasiado, los platillos encima de la mesa.

—Sólo... Perdón, sólo estaba pensando en cómo me gustaría poder llevarle algo de esto a mi mamá —admitió con las mejillas sonrojadas.

—¡Oh, pero puedes hacerlo! —Le sonrió Hyun Jin—. ¿Qué quieres llevarte? Dilo y la señora Choi lo empacará para ti en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Eh? ¿En serio?

—¡Por supuesto!

Ji Sung pensaba muy mal acerca de las personas que venían de familias adineradas, pero Seung Min veía con claridad que Hyun Jin estaba lejos de ser como esos idiotas que su amigo describía. El castaño no había hecho nada más que tratarlo bien.

Cuando se hizo tarde y el pelinegro tuvo que regresar a casa, Hyun Jin le pidió al señor Choi que lo llevara hasta donde fuera necesario, pero instantes después también se subió al automóvil e hizo sonreír de lado al hombre con esa simple acción. Ambos jóvenes hablaban en los asientos de atrás, viendo a veces hacia el exterior con ayuda de la ventana o dejando que sus miradas se perdieran en el suelo. Aun así, siempre se escuchaban con atención.

—Es tu turno de hacer una pregunta.

—Está bien. ¿Cuál ha sido tu viaje a la playa favorito?

—Oh. Yo... jamás he ido a la playa —confesó.

—¿En serio? —El más alto no pudo evitar sorprenderse mucho—. Bueno, entonces esa pregunta no cuenta. Mejor dime... ¿Cuál ha sido tu mejor cumpleaños hasta ahora? —Preguntó, imaginando que el menor sí celebraba fechas así de importantes.

—Fue cuando cumplí nueve años —recordó mientras poco a poco una sonrisa se extendía por sus labios—. Mi mamá me llevó a McDonald's. Yo apenas y podía creer que estábamos ahí porque casi nunca nos ha sido posible comer fuera de casa, era en verdad como un lujo para nosotros —explicó—. Mi mamá compró una hamburguesa, la partió a la mitad, ambos comimos y, al final del día, salimos a ver las estrellas. Fue increíble.

Hyun Jin sonrió con ternura. Seguía sin ser capaz de comprender por qué algo tan simple y pequeño podía significar tanto para el pelinegro, pero respetaba todo lo que éste pensara o sintiera.

—Dijiste que jamás has ido a la playa, ¿cierto?

—Cierto —asintió.

—Bueno... Yo jamás he comido en McDonald's —comentó, acompañado de una suave risa—. Tienes que darme más detalles sobre esa hamburguesa que tu mamá te compró. ¿Qué tan buena es en realidad?

—No sé por qué no me sorprende que nunca hayas probado la comida de ahí.

—¿Por qué? ¿Parece que no me gustan las hamburguesas o algo así? —Bromeó.

El señor Choi condujo durante varios minutos hasta que por fin detuvo el automóvil justo en frente del conjunto habitacional donde vivía Seung Min, y éste, agradeciendo por todo, bajó del vehículo. Después, le dedicó a Hyun Jin una sonrisa sincera, aunque algo tímida, y le prometió que se verían a la mañana siguiente.

Seung Min pasó horas contándole a su madre lo impresionante que era el penthouse de Hyun Jin, lo grande que era su dormitorio, lo preciosa que era su sala, lo amplio que era el comedor... La señora Kim escuchaba cada palabra, contagiándose inevitablemente de la emoción de su hijo.

—¡Y me dejó traerte esto! —Exclamó antes de colocar un recipiente con tiras de pollo a la parrilla cubiertas de una exquisita salsa gravy, que además venían acompañadas de arroz con vegetales—. Tienes que probarlo, te encantará.

Lo suficientemente bueno [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora