Capítulo 11.

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Era la primera vez que Seung Min se divertía tanto en una tienda de segunda mano. La compañía de Hyun Jin sin duda hacía que todo fuera mucho mejor. Pasaron una tarde muy agradable entre prendas de vestir y accesorios, corriendo y jugando entre los pasillos, escondiéndose como niños pequeños para tratar de asustar al otro.

—¿Sabes una cosa? Nunca había visto ropa a precios así de bajos —comentó el castaño—. Quiero probarme algo... ¡Ayúdame a elegir, Seung Min!

—Se supone que tú me ibas a ayudar a mí —rio el pelinegro.

—Bueno, encontré una boina genial cerca de la entrada, ¿no?

—Pero no voy a comprarla —dijo mientras buscaba un suéter que fuera de su agrado y no tan caro—. No la necesito.

—¿Seguro? —Cuestionó—. Parece elegante.

Salieron de aquella tienda varios minutos después, Seung Min llevaba una bolsa de papel con su nueva ropa: jeans, un suéter beige de botones y un par de camisetas lisas, una negra y la otra azul oscuro.

Hyun Jin tampoco salió con las manos vacías, pues al final decidió comprar la boina que había visto al entrar. La colocó encima de la cabeza de Seung Min cuidadosamente y, sonriendo, aseguró que se vería bien con el suéter que el pelinegro recién había comprado.

—Debí imaginar que harías esto —no pudo evitar reír suavemente—. Ya deja de comprarme cosas, Hyun Jin. Vamos a regresarla.

—No se aceptan devoluciones —señaló el letrero que estaba pegado en la vitrina de aquella tienda.

—Oh...

—No tienes otra opción, tendrás que dejarme ganar esta vez.

—Ya ganaste con el teléfono y con los anteojos —le recordó con simpleza.

—Buen punto.

—¿Qué quieres hacer ahora?

—Hmm... ¿Está bien si voy a tu apartamento?

—¿Eh? —La pregunta lo descolocó un poco—. Yo... n-no creo que sea como... un tipo de lugar al que tú... estés acostumbrado a ir... —Contestó nerviosamente—. Además, no tengo mucho para ofrecerte. No hay mucha comida y...

—No es necesario que me ofrezcas algo, sólo quiero pasar más tiempo contigo —le sonrió.

Tras escuchar eso, Seung Min sintió un poco de calor en su rostro, en especial en sus mejillas, pero se esforzó por ignorarlo y sólo asentir. Los únicos que habían visto su apartamento por dentro eran Ji Sung y Chan. Se preguntaba qué tan normal era que se sintiera nervioso.

Hyun Jin incluso ofreció detenerse a comprar algo de comida para llevarla al hogar del pelinegro y comer ahí, sugiriendo poco después un platillo de un restaurante de origen tailandés.

Había muchas diferencias entre el penthouse que habitaba Hyun Jin y el pequeño apartamento que rentaba la señora Kim en el segundo piso de aquel edificio. Lo primero que notó fue la ausencia de una sala. En la entrada sólo había un área reducida para dejar zapatos, dividida del resto de la vivienda por un escalón.

Inmediatamente después, a mano derecha, estaban la cocina y lo que Hyun Jin supuso que era el comedor... Eso sólo si a una mesa con unas cuantas sillas en el mismo espacio que la cocina se le podía poner tal nombre.

Un arco a mano izquierda llevaba hacia un pasillo no muy amplio con tres puertas. La última era el baño para las visitas, pero a su vez servía como lavandería, pues habían instalado una lavadora ahí. La puerta en el medio le pertenecía al dormitorio de la señora Kim y la que sobraba era la de la habitación de Seung Min.

Lo suficientemente bueno [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora