Capítulo 3.

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Su plan de esperar hasta la hora de salida para tratar de acercarse a Seung Min otra vez funcionó mejor de lo que imaginó. Lo único que tuvo que hacer fue fingir que quería preguntarle algo a su profesor y pedirle a Felix que lo esperara en la entrada de la escuela.

—No te tardes mucho, hoy iremos de compras —dijo el pecoso con cierta emoción antes de abandonar el salón de clases.

Los alumnos empezaron a irse poco a poco y Hyun Jin sólo esperó hasta que Seung Min terminó de guardar sus pertenencias en su mochila. Caminó hacia su lugar y le sonrió como había hecho la primera vez.

—Seung Min, ¿cierto?

—Ah... Sí —asintió—. ¿Pasa algo?

—No pude hablar mucho contigo hace un rato.

—Lo sé, dejaste que Felix te arrastrara —recordó—. Pero está bien. No creo que sea buena idea que hables conmigo.

—Pero eres tan extraño —dijo sin la más mínima intención de ofenderlo—. Sólo quiero entender...

—¿Q-qué cosa? —Logró preguntar a pesar de que se había enojado un poco.

Siempre era extraño ante los ojos de una persona con dinero. Estaba acostumbrado a eso, pero seguía detestándolo. Los chicos como Hyun Jin, Chang Bin, Felix, Min Ho o cualquier otro estudiante de Yeonkkot podían llegar a ser demasiado insensibles con algunos comentarios y preguntas...

—Apenas y tenías hambre a la hora del almuerzo —señaló el castaño.

—¿Eh?

—Te sientas en la primera fila como si quisieras prestar atención en las clases, pero aun así te la pasas entrecerrando los ojos.

—E-eso no es asunto tuyo...

—Y eso... —Señaló la vieja mochila que colgaba del hombro de Seung Min, curioso más que nada por los hilos que delataban la cantidad de veces que los tirantes habían sido vueltos a coser—. ¿No crees que deberías conseguir una mochila mejor? Sé en dónde venden unas de muy buena calidad.

—Eso tampoco es tu asunto, Hwang —frunció el ceño—. Escucha, si lo que quieres hacer es molestarme porque no tengo tanto dinero como tú, adelante... Pero ni creas que me verás sufrir o mortificarme. No le daré a nadie ese gusto.

Hyun Jin dio un paso hacia atrás y ladeó la cabeza levemente hacia la izquierda. Estaba confundido.

—Sólo quería saber... —Pronunció sin dejar de ver a Seung Min.

Tras analizarlo bien, aquellas palabras no parecían cargar con rastros de burla ni nada parecido, cosa que sorprendió mucho al pelinegro. El chico recién llegado no quería señalarlo y reírse, sólo quería entender el porqué detrás de las cosas que hacía.

Soltó un suspiro y agachó la mirada, buscando cómo empezar a explicar lo que el más alto esperaba saber. La realidad de su vida era sencilla, pero hablar de ella en voz alta no lo era tanto.

—Claro que tenía hambre —dijo por fin, en voz baja—. Es sólo que... no tenía nada más para comer.

—¡Como cuando sólo trajiste un paquete de galletas y Chang Bin te habló!

—Sí... —Se rascó la nuca—. Bueno, da igual. Como lo que puedo y me siento muy agradecido cuando me es posible traer algo a la escuela —se encogió de hombros—. Y... es verdad que me gusta sentarme en la primera fila para escuchar mejor a los profesores y poner más atención, pero... e-entrecierro los ojos cuando no alcanzo a ver... —Se mordió el labio inferior—. Incluso estando en frente, a veces se me dificulta leer lo que los profesores escriben en el pizarrón o lo que está en sus diapositivas. Tengo mala vista y... s-sé que necesito anteojos, pero... no podría comprarlos, no podría siquiera pagar un examen para saber qué tan grave es mi problema con exactitud... E-es más barato aguantar los dolores de cabeza —empezaba a sentir vergüenza, lo cual lo hacía trabarse al hablar—. Y m-mi mochila... Sé que es vieja, e-era de mi padre, pero es la única que tengo. Funciona para lo que debe, que es cargar mis libros y cuadernos, a-así que... no necesito una nueva o una mejor... ¿Feliz, Hwang?

Lo suficientemente bueno [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora