Capítulo 15.

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Seung Min despertó cuando percibió un aroma dulce en el apartamento. Se levantó perezosamente y se lavó la cara antes de ir hacia la cocina, encontrando ahí a su mamá y saludándola.

—Buenos días.

—Buenos días, cumpleañero.

El pelinegro sonrió de lado, recordando de repente –y sólo gracias a cómo la señora Kim se había dirigido a él– que ese día era su cumpleaños. El aroma dulce inundando el lugar empezó a tener mucho sentido.

—¡Preparaste panqueques! —Exclamó.

—¿Estás feliz con tu desayuno, mi cielo? —Sonrió la mujer—. No puedo creer que ya tengas diecisiete —agregó antes de acercarse a él y apretarle una mejilla con suavidad.

Seung Min rio un poco y agradeció a su madre que hubiera preparado aquello sólo por él, para darle un feliz día. Aunque los panqueques con mantequilla y miel de maple no eran exactamente un pastel como el que cualquiera podría imaginar, al pelinegro le fascinaban, por lo que se sentó a desayunar con una sonrisa amplia y sincera.

—Presiento que hoy será un buen día.

—Oh, me parece fantástico que puedas decir eso cuando aún no te he dado tu obsequio —contestó acompañada de una risa simpática.

Momentos después, la señora Kim fue a su habitación y sacó un regalo que había comprado y envuelto con mucho cariño para su hijo. Volvió a la cocina y se lo entregó mientras de sus labios escapaba un suave "Espero que te guste".

El cumpleañero observó el precioso papel de color azul claro, decorado con un moño de un tono más fuerte y, lleno de curiosidad, comenzó a retirarlo todo con cuidado para descubrir qué había debajo. Al ver que en sus manos terminaba un libro de su autor de ciencia ficción favorito, le fue imposible guardarse un corto grito de emoción.

—¡Gracias, mamá! —Se levantó de su sitio sólo para correr hacia la encantadora mujer y darle un abrazo—. ¡Me encanta! ¡Es perfecto para mi biblioteca personal! Empezaré a leerlo tan pronto como terminen las clases y esté de regreso en casa.

—Oh, mi hermoso Seung Min... Jamás podría cansarme de verte así de feliz, ¿sabes?

Cuando el pelinegro llegó a la escuela, Ji Sung se acercó a él de la manera más lenta que pudo y lo abrazó por la espalda, logrando asustarlo un poco. Podía ser muy silencioso cuando quería.

—¡Sorpresa! —Gritó el más bajo.

—¡Ji Sung! —Volteó a ver a su amigo—. Casi me matas de un susto.

—Qué exagerado eres —rio mientras lo soltaba—. Pero bueno, no me quejaré. Hoy puedes hacer todo lo que tú quieras porque es tu cumpleaños —sonrió—. ¡Felicidades, Minnie!

—Muchas gracias, Ji Sung.

Antes de poder decir algo más, el joven de cabello color cobre extendió una bolsa de regalo verde con estrellitas plateadas hacia él y le guiñó un ojo. Ansiaba ver la reacción de su amigo. En la parte de arriba del obsequio estaba amarrada una pequeña tarjeta firmada tanto por Ji Sung como por Chan, dando así a entender que ambos habían puesto de su parte para poder comprarle lo que estaba en el interior de la bolsa.

—No me casaré contigo —avisó Ji Sung—. Chan hyung tampoco.

—¿De dónde salió esa tontería? Si dices algo así, eso sólo puede significar que me consiguieron un... —Habló al mismo tiempo que abría el regalo—. ¡Oh, por todos los cielos! ¡Sí lo hicieron!

Apenas y podía creer que entre sus manos sostenía un álbum de su banda preferida. En su habitación, encima de su pequeña estantería, descansaba un viejo reproductor de CD que le gustaba usar mientras hacía tareas escolares o intentaba relajarse... Claro que, desde que Hyun Jin lo había ayudado a instalar Spotify en su teléfono, ya no lo usaba con la misma frecuencia y sólo disfrutaba de tener acceso a muchas más canciones, pero aun así estaba realmente emocionado. Nada se podía comparar con tener un álbum en su versión física, después de todo.

Lo suficientemente bueno [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora